Europa

Cirugía

Antonio Alcaraz: «Estamos desarrollando la cirugía avatar operando con técnicas 3D»

Cirujano y jefe del Servicio de Urología del Hospital Clínic de Barcelona

Antonio Alcaraz: «Estamos desarrollando la cirugía avatar operando con técnicas 3D»
Antonio Alcaraz: «Estamos desarrollando la cirugía avatar operando con técnicas 3D»larazon

Es el cirujano que más trasplantes renales ha realizado en España y ha ideado una técnica quirúrgica pionera para operar por orificios naturales

–¿Cómo logra ser el cirujano que más trasplantes de riñón ha realizado sumando más de 1.000?

–Tengo una gran facilidad para tomar decisiones y de hacerlo bajo presión. Además, desde los 22 años formo parte del programa de trasplante del Hospital Clínic de Barcelona, el más activo del país junto con el Hospital 12 de octubre de Madrid. Tienes que ser muy fuerte mentalmente para que cuando estés cansado eso no importe. Hemos llegado a hacer ocho trasplantes renales seguidos. Y tener, también, capacidad de trabajo, y eso es algo que me han inculcado de pequeño.

–¿Qué le impulsa a abrir nuevas vías quirúrgicas como la de operar por orificios naturales?

–Si algo me caracteriza es que, como dicen los anglosajones: «look out of the box», miro fuera de lo habitual. Para realizar grandes cambios, tienes que dejar de pensar que no hay otra forma de hacer lo que se está haciendo y mirar de hacerlo de una forma absolutamente diferente. Esa búsqueda de lo nuevo tiene por objetivo que el paciente vaya mejor. No se trata de hacer un ejercicio circense, sino de cómo puedo yo hacer que el paciente se recupere antes, tenga menos rastro de la cirugía, menos dolor en el postoperatorio y pueda irse antes a casa.

–¿Encontró reticencias en su entorno para empezar a desarrollar esta técnica?

–Tengo la gran fortuna de trabajar en un hospital absolutamente único que es el Clínic, donde siempre se apoya a los que queremos innovar.

– ¿Qué dificultades tiene la técnica?

–No me interesan las técnicas que son sólo para cuatro cirujanos de extraordinaria habilidad, sino las que puedan reproducir la mayoría de los cirujanos. Hemos conseguido esas técnicas sean reproducibles. Sí requieren tener todas las habilidades de la laparoscopia, pero no incrementa la dificultad de la cirugía.

–¿Se puede mejorar?

– Siempre. Cuando realmente piensas que no hay margen de mejora es que estás acabado. La técnica transvaginal –operar a través de la vagina– puede mejorar un poco más, aunque poco, pero estoy seguro de que hay otras formas no exploradas aún que superarán a esa técnica.

–¿Investiga nuevas formas?

–Estamos explorando alguna alternativa en el varón, pero aún está lejos de ser sensata y creo que la cirugía siempre debe estar regida por la sensatez. Puedes tener grandes ideas pero siempre tienes que llevarlas a lo factible, lo seguro, lo sensato.

–La técnica 3D ¿puede ayudar a que esa sensatez llegue mas rápido?

–Nos está facilitando mucho la cirugía. En cinco años todo será 3D. Estoy convencido.

–¿En qué ayuda la técnica 3D exactamente?

– Nos permite tener una precisión absoluta, cuando trabajas con cámaras de imagen en 2D tienes que ir calculando mentalmente cosa que con 3D no. Me gusta mucho decir que estamos entrando en la cirugía avatar. Ahora participamos en el desarrollo del prototipo 3D en Europa. Le sacamos las pegas, las ventajas, etc. Cada mes vienen doce médicos europeos para formarse en esta técnica. Es importante, porque sitúa a España en la primera línea.

–¿Cuántos pacientes han operado así?

–Más de 200. Desde julio estamos operando sistemáticamente con estas ópticas.

–¿Qué ha mejorado?

–Mejora, sobre todo, la seguridad para el paciente, porque tienes más precisión a la hora de operar.

–¿Se puede aplicar a toda cirugía?

–A toda la cirugía laparoscópica; también a la toracoscopia; a la endoscopia. A todo.

–Con todo, saca tiempo para la investigación básica. ¿En que trabaja ahora?

–Es importante el cómo haces la cirugía, pero probablemente es más importante indicar bien esa cirugía, saber bien qué es lo mejor para cada paciente. Para llegar a eso hay que ir la investigación más básica. Fundamentalmente, me he dedicado a la oncología, al conocimiento de los tumores. Hemos investigado, por ejemplo, cómo determinar lo avanzado que está un tumor, o cómo diagnosticar un cáncer de vejiga realizando un análisis de orina. Hemos logrados dos patentes. Pero eso no es un esfuerzo de Alcaraz, sino de un equipo. No dudo de que seamos el mejor equipo, porque combinamos la madurez de los profesionales de una cierta edad y el descaro de una serie de jóvenes urólogos que van a ser la bomba.

–En cuanto al trasplante renal de donante vivo, ¿en qué punto está?

– No hemos dejado de mejorar desde 2002, cuando se realizaron los primeros por vía laparoscópica. A nivel español, el porcentaje de trasplantes de donante vivo es de un 15 por ciento, a nivel catalán del orden del 25 por ciento y en el Clínic alcanzamos el 45 por ciento. ¿Cuál debería ser objetivo? Trasplantar a todo el que lo necesite. No es lógico tener una lista de espera de pacientes para ser trasplantados y la fuente más inmediata es el donante vivo. Es cierto que una persona puede no tener un donante óptimo, pero existen los programas de trasplante cruzado, en cadena, etc. Además, el trasplante ahorra dinero al sistema sanitario.

–¿Por qué cree que el porcentaje no es más alto?

–Todo tiene una inercia. Hay una parte de desconocimiento y venimos de un programa de trasplante de donante cadáver muy exitoso pero no es suficiente.

–¿Deberían cambiar los parámetros para entrar en lista de espera?

–Sin duda. Hay que optimizar. Lo que debe primar es el tiempo de espera del paciente y que no dependa del centro donde se trate. Creo, además, que los centros que presentan mejores resultados deberían ser potenciados porque esta sana competencia entre equipos de especialistas es la que nos hace ser mejores.

–¿Peligra el sistema sanitario que se ha logrado construir?

–Sí. Actualmente, se sustenta en la vocación de los facultativos. Y eso es un peligro real porque la vocación, con el tiempo, se acaba dando de bruces con la realidad. Hay que llamar las cosas por su nombre, hacer unos presupuestos realistas, ver qué podemos ofertar pero, sobre todo, seguir dando una atención igualitaria y de calidad. Probablemente habrá que renunciar a prestaciones, aunque sea políticamente incorrecto decirlo. Si la sociedad está de acuerdo en pagar más impuestos para llegar a más cosas, perfecto, pero si tenemos un presupuesto del 9 por ciento, es necesario ver hasta donde llegamos priorizando lo que pone en riesgo la vida.