
Crimen organizado
El apagón llevó a la Policía hasta una fábrica clandestina de pilas falsificadas
La Sección de Delitos contra la Propiedad Industrial de la Policía Nacional desmantela una nave en Toledo con 3,5 toneladas de pilas con cartonaje de conocidas marcas

Sabían que por algún lado estaban fabricando pilas falsas porque las marcas llevaban tiempo advirtiéndoles de que tenían un bajón en ventas importante pero el día del apagón que mantuvo a España sin luz durante casi 24 horas, el pasado 28 de abril, lo confirmaron. Todo el mundo acudió de forma masiva a las tiendas a por estas pequeñas baterías y, sin embargo, los fabricantes no notaron ningún pico de ventas. Aunque ya estaban tras la pista de esta organización, ese día arrancó una investigación más profunda que condujo a los agentes de la Sección de Delitos contra la Propiedad Intelectual e Industrial de la Policía Nacional ya sus compañeros de la Jefatura Superior de Policía de Madrid hasta tres naves de Yuncler (Toledo). Las regentaban ciudadanos de origen asiático y, aparentemente, se dedicaban a la venta de ambientadores al por mayor pero en la trastienda se escondía toda una «industria»: casetas insonorizadas que escondían maquinaria para imprimir las camisas de las pilas y el cartonaje serigrafiado (imitando marcas conocidas), además de decenas de palés con miles de unidades ya embaladas listas para salir con destino al polígono industrial de Cobo Calleja y otros puntos de España.
Las pesquisas policiales permitieron averiguar que ninguno de los productos que fabricaban cumplía con la normativa vigente con el posible riesgo por explosión o incendio de estos productos y, en consecuencia, los daños a la seguridad de los consumidores. En total, los agentes intervinieron nada menos que 3.500.000 pilas falsificadas, el mayor decomiso de la historia en este tipo de material. Tanto es así que se necesitaron siete camiones para llevarse tal volumen de producto incautado. Y es que la organización tenía capacidad para fabricar 30.000 unidades diarias ya que los trabajadores vivían , literalmente, allí mismo, por lo que la producción era continua durante las 24 horas del día.

Al lado de las casetas de fabricación los agentes constataron el día del registro (que se llevó a cabo el pasado 10 de junio) lo que ya sospechaban durante las vigilancias: camas donde dormían a turnos los empleados. Los agentes procedieron aquel día a la detención de seis personas (cinco hombres y una mujer) como presuntas autoras de un delito continuado contra la propiedad industrial. Y, además de las pilas, los agentes también se incautaron de 12 millones de cartas de juego infantiles, mecheros y productos de tabaquería para comercializar en pequeños comercios (bazares regentados por asiáticos, en su mayoría). La Sección de Delitos contra la Propiedad Industrial ha realizado esta operación de forma conjunta con el Grupo V de la UCRIF, ubicada en la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

25 años de lucha contra las falsificaciones
Aunque la operación es importante, en realidad es «el pan nuestro de cada día» en la sección que dirige José Luis Gómez. El inspector jefe lleva 11 de los 25 años de historia que tiene la sección al frente de un equipo de una treintena de personas dividido en tres grupos dedicados a perseguir los delitos relacionados con la propiedad intelectual (creaciones, obras artísticas, técnicas registradas...), el contrabando de tabaco y la propiedad industrial.
Trabajan constantemente con otros países, ya que los productos falsificados llegan a menudo de lugares como China y los servidores de muchas web están que venden productos falsos pueden estar en Rusia. Por eso forman parte de «Empact», la Plataforma Multidisciplinaria Europea contra las Amenazas Criminales, diseñada para crear acciones policiales específicas en este sentido. Con motivo de la Eurocopa y los Juegos Olímpicos del año pasado, por ejemplo, tuvieron mucho trabajo. En una de las operaciones más destacadas sacaron del mercado 117 toneladas de camisetas de fútbol falsificadas. Detrás estaba un conjunto de empresas radicadas en Holanda, desde donde canalizaban la distribución de la ropa que llegaba de China. Pero, aunque a todos se nos venga a la cabeza los llamados «manteros» –vendedores ambulantes de origen subsahariano– y bazares chinos, también hay muchas páginas web fraudulentas.
Un nicho de mercado "luxury"
Y es que no todos los productos son de calidad media o baja. El mundo de las falsificaciones también se extiende a los entornos de lujo y hay gente capaz de pagar 20.000 euros por un Porche falso o 1.000 por un bolso de Hermès que, en realidad, no lo es. Este último caso es muy habitual. Los fabricantes sólo cambian el modelo y el logo a falsificar pero el producto en sí es de calidad alta porque se fabrica con pieles de Ubrique de la mejor gama. Luego le ponen en logo de Louis Vuitton, Hermès o Loewe y puede pedir miles de euros por un bolso que costaría 200 o 300 euros.

«El comprador sí sabe que está adquiriendo un producto falso. Es gente que nunca se pararía en una ‘manta’, quiere mantener su estatus pero prefiere pagar 1.000 a 5.000 euros», explica el inspector jefe. «Hay veces que desde China te hacen la copia exacta: van a París, compran el bolso de la marca real y lo estudian con tan nivel de precisión y con productos de tanta calidad que solo un experto de la firma puede valorar si el producto es falso o no».
Hay un nicho similar con los relojes de lujo. «Aquí igual. Sólo un especialista de la propia firma puede diferenciar si se trata de un Rolex o un Pattern Philippe auténtico», asegura el inspector jefe. Y te cobra 2.000 en lugar de 25.000 euros.
Pero detrás de estos mercados ilegales no tiene por qué haber gente muy experta en la materia. En otra operación reciente bautizada como «Magda Love», que desmanteló una red de falsificación de zapatillas Adidas y Nike los agentes encontraron a los mandos a un grupo de chavales de Murcia que la broma «se les había ido de las manos», como les confesó el cabecilla durante la detención. «Vivían en un chalet de lujo y habían adquirido un edificio para poner pisos de Airbnb: habían movido 5 millones de euros», recuerda. Ellos comercializaban desde una web con apariencia legal: bien posicionada en Google, con una interfaz muy cuidada y con nada que indicara, aparentemente, que las zapatillas podían ser falsas.
Atacar por el blanqueo de capitales
Sin embargo, el rastreo de webs suele ser más complejo y ocasiona más de un quebradero de cabeza a estos agentes. Ocurre con la piratería audiovisual, uno de los campos que más trabajo les da últimamente. Se trata de plataformas ilegales para ver, sobre todo, partidos de fútbol de pago o cine «pirata». Los delincuentes crean la web, la ubican en otro país, «anonimizan» la página para dificultar la identificación del responsable y crean un sistema de pago a través de testaferros. La única forma de llegar a ellos es a través de comisiones rogatorias del juzgado español de turno y tratar de atacar mediante el blanqueo de capitales, que es el gran pilar de este tipo de delitos.
Porque la cantidad de dinero que se genera es desorbitado y las penas no muy elevadas: el negocio perfecto. «La piratería audiovisual generó 25 millones en apenas año y medio», confiesa el responsable policial. Y todo ese dinero, de alguna manera, tiene que volver a entrar al circuito legal. Los delitos relacionados contra la propiedad industrial e intelectual están recogidos en los artículos 270-274 del Código Penal pero sólo si logran demostrar organización criminal y blanqueo consiguen penas de prisión. «Son delitos que socialmente no están muy mal vistos pero, por ejemplo, el turista que llega y se compra una camiseta falsificada en el paseo marítimo quizás ya no se lleva un souvenir del comercio de al lado que paga sus impuestos y al final eso va destruyendo al pequeño comercio», explica Gómez.
Pero nada escapa a los ojos de estos agentes: copia de libros digitales, videojuegos, y hasta carbón o cualquier patente.
La Policía, a la cabeza internacional
Los responsables policiales destacan que las falsificaciones en el sector textil y del calzado están en auge. En 2023, la Policía Nacional lideró a 18 países en la llamada "operación Fake Star II", que se centró en el decomiso de productos de este sector. Se incautaron 14 millones de productos falsificados con un valor en el mercado de más de 120 millones. En este sentido, también se ha detectado un auge importante en el comercio online y lograron abrirse 1.222 causas judiciales, se practicaron 264 detenciones y se "ayudó" a 545 marcas que estaban siendo atacadas por estas mafias.
Las últimas tendencias en este tipo de delitos, según Euipo (la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea responsable de gestionar las marcas de la UE y los diseños de la UE registrados) hablan de que la mayoría de los productos falsos llegan desde China y Turquía. En el 65% de las etiquetas y de los productos separados sin etiquetar se confirmó una producción a escala nacional en la fase final. También ha detectado esta oficina que están aumentando las marcas a falsificar.
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