Enfermedades emergentes
La sarna repunta con fuerza en España
Los profesionales reclaman la creación de registros nacionales homogéneos para conocer la prevalencia
Durante el último año, han sido muchos los profesionales, organismos autonómicos y sociedades científicas que han dado la voz de alarma: nuestro país se enfrenta a un considerable aumento de casos de sarna o escabiosis. Esta enfermedad dermatológica altamente contagiosa estaba prácticamente olvidada y considerada erradicada por muchos. De hecho, llevaba una década en descenso antes de que la pandemia llegara a nuestras vidas. Los casos detectados eran anecdóticos. “Se veía, como mucho, un caso a la semana”, comenta José Ángel Blanco Leira, médico de familia y miembro del Grupo de Trabajo de Dermatología de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Sin embargo, la tendencia ha cambiado: la incidencia se ha multiplicado por diez en algunas regiones.
Pese a que la prevalencia en España no está claramente establecida, ya que no es una enfermedad de declaración obligatoria en nuestro país y no existe un sistema de vigilancia epidemiológica específico, los médicos de familia y dermatólogos de algunas comunidades autónomas, como Islas Baleares, llevan meses atendiendo dos casos al día, de media. De hecho, no se producían brotes de residencias de mayores enteras, como ha ocurrido en Málaga, Huesca, Cantabria o Lugo. “En mi larguísima trayectoria en atención primaria, ha habido siempre brotes a nivel familiar. Brotes, como tal, de una residencia entera o una guardería entera, no”, asegura Blanco Leira.
Durante primeros meses de la pandemia (marzo, abril y mayo de 2020), España comunicó 64 casos de sarna, frente a los 18,6 de promedio durante el mismo periodo de los cinco años previos a la llegada del coronavirus, según el estudio “Sarna: una epidemia en una pandemia”, llevado a cabo por Miquel Casals, responsable de dermatología pediátrica del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona).
En Navarra, concretamente, el último informe de vigilancia epidemiológica realizado por el Instituto de Salud Pública y Laboral, reporta que durante el pasado mes de enero se realizaron en Atención Primaria 368 consultas relacionadas con la sarna, un dato que contrasta con los 59 casos que se dieron en el peor mes de 2019, antes de la pandemia de coronavirus. Otras comunidades autónomas como Andalucía, Comunidad Valenciana o País Vasco confirmaron un repunte de esta enfermedad dermatológica a finales del pasado año. De hecho, el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza decidió en octubre actualizar el protocolo de rastreo para la vigilancia y el control de la enfermedad para “poder realizar un seguimiento más estrecho de los casos y de los estudios de los contactos”.
El Instituto de Salud Carlos III de Madrid ha sido el primer organismo que ha realizado un estudio de ámbito nacional sobre la sarna en España. La investigación, publicada en enero de 2022, refleja niveles de transmisión elevados en la población general y localiza los brotes que se producen en los países occidentales en las residencias de ancianos, instituciones que proporcionan servicios sociales y en los hogares. Según los investigadores, entre las poblaciones vulnerables también se incluye a los niños y a las personas con ingresos bajos.
Asimismo, durante el Congreso de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) celebrado en 2022, los dermatólogos también expusieron su preocupación por el aumento de casos de esta enfermedad infecciosa y por la pérdida de efectividad del tratamiento. La doctora Cristina Galván, dermatóloga del Hospital Universitario de Móstoles en Madrid, avisó de que, aunque la sarna “nunca ha sido objeto de especial interés para la investigación” por considerarse una enfermedad inofensiva, “produce una gran morbilidad con grave alteración de la calidad de vida” para los pacientes infectados.
Ante esta situación de aumento exponencial de contagios tanto en España como en otros países europeos de rentas altas, los profesionales sanitarios reclaman a la Administración la creación de registros nacionales homogéneos, especialmente para problemas emergentes como es el caso de la sarna en España. De esta forma, se resolverían los principales retos existentes: retraso diagnóstico y demora en la detección y el manejo de brotes. “El tratamiento en masa supone más dificultades logísticas y, evidentemente, es más costoso”, apuntan desde Semergen.
Una enfermedad altamente contagiosa e infradiagnosticada
Los expertos destacan que la sarna es una enfermedad altamente contagiosa. En concreto, se trata de una infestación parasitaria causada por Sarcoptes scabiei var. Hominis, un ácaro muy pequeño que consigue excavar túneles o surcos en la piel donde depositan sus huevos, lo que acaba desencadenando una respuesta inmunitaria del paciente que origina sarpullidos irritación y mucha picazón. La infestación por sarna puede complicarse con una infección bacteriana, lo que da lugar a la aparición de llagas en la piel que, a su vez, pueden ocasionar consecuencias más graves, como septicemia, cardiopatías e insuficiencia renal crónica. Tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una de las enfermedades dermatológicas más comunes y representa una parte considerable de las enfermedades cutáneas que se registran en los países en desarrollo.
Sin embargo, ha empezado a ganar terreno en países desarrollados. “La prevalencia de la sarna puede aumentar en comunidades con condiciones de higiene deficientes, pero también en situaciones de confinamiento como las que hemos vivido en 2020 debido a la pandemia entre personas sanas y con buena higiene que han convivido en contacto muy estrecho”, indica el doctor Blanco Leira. Y añade: “Además, debido al colapso en centros de salud, hospitales, ambulatorios, el enfermo no ha tenido ni tiene un acceso adecuado a los centros sanitarios, lo que ha provocado demoras en el diagnóstico y el tratamiento, lo que favorece su contagiosidad”. Así, el experto atribuye el aumento de casos a un origen multifactorial. En este caldo de cultivo perfecto, se añade que, además de ser una enfermedad altamente contagiosa, ocurre que está infradiagnosticada. “Es una enfermedad que apenas se da. Esto sucede con el sarampión, por ejemplo, que ya casi no se ve, aunque siga habiendo”, reconoce. El estigma que rodea a esta enfermedad también contribuye a la falta de diagnóstico. “Es una enfermedad muy estigmatizada que no se declara, no se cuenta, por lo que hay gente que puede estar contagiándola”, lamenta el doctor.
La sintomatología tampoco ayuda a detectarla a tiempo para evitar su expansión. “Ocurre que los síntomas, como prurito o picor en la piel, no aparecen hasta después de una o dos semanas, por lo que no somos conscientes de que estamos infectados hasta que da la cara”, apunta el médico de familia. Según la OMS, los pacientes suelen presentar prurito intenso, galerías lineales y vesículas alrededor de los pliegues de los dedos de las manos, las muñecas, las extremidades superiores e inferiores y la línea del cinturón. La primera manifestación clínica suele el ser el prurito, intenso y de predominio nocturno, que suele ir seguido, al cabo de 6 a 8 semanas de la infestación inicial, de lesiones secundarias en forma de excoriaciones eritematosas localizadas. Con posterioridad, pueden aparecer lesiones papulares y urticariformes en cualquier parte del cuerpo. En los ancianos y los pacientes inmunodeprimidos pueden producirse, en ocasione, infestaciones masivas, generalmente con formación de costras. Esta afección tiene una alta mortalidad si no se trata, debido a la sepsis secundaria.
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