Infraestructuras

Carreteras: 600 veces la vuelta al planeta

En 30 años habrá 25 millones de kilómetros de asfalto en la Tierra. Es uno de los problemas más serios a los que se enfrentan muchos ecosistemas.

Carreteras: 600 veces la vuelta al planeta
Carreteras: 600 veces la vuelta al planetalarazon

En 30 años habrá 25 millones de kilómetros de asfalto en la Tierra. Es uno de los problemas más serios a los que se enfrentan muchos ecosistemas.

ay una construcción humana característica de nuestra civilización, una obra que ha marcado el paisaje de todo el planeta como signo de la modernidad, del avance y el desarrollo en el último siglo. Se extiende como una serpiente, como una huella indeleble se mire donde se mire: las carreteras.

Allá donde existe un camino, primero de polvo y barro, luego de asfalto y alquitrán, se intuye un apunte de desarrollo, de comunicación, de comercio, de riqueza.

Pero las carreteras están empezando a convertirse en un problema serio, quizás uno de los más serios, aunque inadvertido a los que se enfrentan ahora muchos ecosistemas.

Un informe publicado ayer por la revista «Science» ha lanzado la voz de alarma al respecto y lo hace bajo un título demoledor. Carreteras para la riqueza o para la ruina.

El auge de las infraestructuras a nivel global es imparable. De hecho, según los autores del estudio, los ecólogos William Laurance e Irene Burgués, vivimos en la era de expansión más explosiva de la historia de la humanidad y, con ello, el momento de la historia donde más construcciones humanas se han realizado en menor tiempo. En los próximos tres años, los kilómetros de carreteras pavimentadas en Asia (por ejemplo) se duplicarán; en 30 años, habrá 25 millones de kilómetros de asfalto en la Tierra. Todas juntas, las carreteras podrían dar 600 veces la vuelta al planeta.

El 90 por 100 de las nuevas infraestructuras de comunicación rodada se están abriendo paso en naciones en vías de desarrollo. Sobre todo, en países tropicales y subtropicales que contienen la mayor parte de los ecosistemas vírgenes y la mayor cantidad de biodiversidad.

Por estos caminos de asfalto, en 2030 rodarán 2.000 millones de vehículos. ¿Existe algún tipo de control sobre este fenómeno? ¿Se ha calculado el posible coste ambiental o económico de un exceso de carreteras en el mundo?

Los autores del trabajo dan algunos datos. Aseguran que no hay un corpus científico suficientemente amplio como para entender bien el balance entre los beneficios y los riesgos del desarrollo incontrolado del tráfico rodado. Por ejemplo, la construcción de carreteras en zonas llanuras de inundación o en laderas pueden costar miles de millones de dólares en reparación de desprendimiento, compensación de pérdidas ecológicas, pérdidas de atractivo turístico, impacto sobre la fauna o deterioro de las fuentes de agua y alimento de la zona.

Se ha calculado, como muestra, que las obras planeadas en la cuenca del río Mekong van a suponer 2.000 millones de dólares anuales en pérdidas a los pescadores de la región.

La política de construcción de carreteras en hábitats ahora intactos puede destapar la caja de Pandora en términos ambientales. Los daños más inmediatos serán la fragmentación de los bosques, el aislamiento de especies animales confinadas en los márgenes de los caminos, la invasión de especies exógenas, el deterioro del terreno y la sobre explotación de recursos.

Pero es evidente que la creación de redes de comunicación modernas, estables y eficientes es una fuente de desarrollo y de riqueza que no puede serle hurtada a los pueblos más necesitados.

El auge es imparable: el programa de transportes que han empezado a poner en marcha empresas de titularidad china para el siglo XXI contempla la creación de enormes redes de tráfico rodado que pondrán en contacto a 70 países que explotan dos terceras partes de los recursos energéticos de nuestro planeta.

Desde 1999 a 2009 la extensión global de parajes naturales ha descendido en más de un 10 por 100, fundamentalmente por el acoso del tráfico rodado.

Según los investigadores, estamos aún a tiempo de tomar medidas preventivas. Los pueblos menos favorecidos no pueden renunciar a los beneficios evidentes derivados de la construcción de vías de comunicación. Pero las futuras políticas de transportes deberán tener en cuenta los efectos secundarios de este fenómeno si no queremos que el asfalto, en lugar de riqueza, provea ruina a las naciones que lo acogen.