Prevención

¿Cuándo debemos destetar a nuestros hijos?

La introducción de alimentos sólidos en la dieta sigue generando polémica.

¿Cuándo debemos destetar a nuestros hijos?
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La introducción de alimentos sólidos en la dieta sigue generando polémica.

Todas las decisiones relacionadas con la salud de nuestros hijos son importantes y solemos tomarlas bajo recomendación de los pediatras en los que confiamos. Pero ¿qué ocurre si los pediatras están equivocados? ¿Qué pasa si los médicos que atienden a nuestros retoños siguen consejos erróneos, o basan su bienintencionada labor en dogmas que más tarde se demuestran falsos?

Varios estudios recientes sobre la introducción de alimentos sólidos en la dieta de los bebés han puesto en evidencia este problema, hasta el punto de que la prestigiosa revista «New Scientist» ha alertado esta semana de que quizás estemos dando mal estos alimentos a nuestros hijos, a pesar de seguir los consejos de las autoridades sanitarias. En realidad, dicen algunos expertos, deberían acostumbrare a comer sólidos antes de lo que ahora les permitimos.

La primera alimentación semisólida que se le da a los niños en el mundo desarrollado suele aparecer entre los 4 o los 6 meses de edad. En realidad, el consejo de muchas asociaciones de pediatras y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que la comida masticada se retrase al menos a los 6 meses. La opción recomendada por estas instituciones es que se mantenga la lactancia materna exclusiva hasta el medio año, por lo menos. Siguiendo este consejo, algunos pediatras recomiendan aguantar hasta entonces la introducción de cereales, papillas y trocitos de carne.

Pero en el último año han aparecido varios estudios científicos que alertan de que posponer tanto la ingesta de sólidos podría aumentar las probabilidades de generar alergias futuras en el niño. Un ensayo realizado en el King’s College de Londres, por ejemplo, ha descubierto una inesperada conexión entre el consumo temprano de alimentos y la alergia al cacahuete, una sensibilidad que afecta al 10 por ciento de los niños en el mundo occidental y que puede tener graves consecuencias para la salud. Hasta ahora se ha venido recomendando que los más pequeños no consuman cacahuetes hasta pasado el año de edad. El trabajo de Londres, basado en el control de 530 bebés de entre 4 y 11 meses arrojó ciertas dudas al respecto. Los niños en cuya dieta se habían introducido cacahuetes en la dieta a partir de los 4 meses redujeron en un 86 por ciento el riesgo de desarrollar alergias a este fruto seco.

Los cachuetes han sido objeto de más de una controversia científica últimamente. En el año 2001, un estudio publicado en el «Journal of the American Medical Association» («JAMA») parecía indicar que la leche materna podía transmitir pequeñas cantidades de proteína de este fruto al bebé, si la madre era consumidora habitual. Los medios de comunicación, entonces, corrieron a titular que para evitar alergias era imprescindible que la madre dejara de comer cacahuetes durante el periodo de lactancia. Pero en 2013 otro estudio igual de serio puso en duda esa idea. No sólo eso sino que, según publicaba la misma revista «JAMA», se ha demostrado que consumir cacahuetes durante la lactancia reduce el riesgo de que el bebé desarrolle una alergia.

¿Qué debemos hacer, entonces, los padres y las madres? ¿A quién hacemos caso?

La nutricionista canadiense Elissa Abrams, de la Universidad de Manitoba, ha publicado una revisión de todos los estudios científicos relacionados con la ingesta de alimentos sólidos en la dieta del bebé. Entre ellos, aparecen numerosas evidencias de los beneficios de introducir cuanto antes cereales, huevo o leche de vaca y de los perjuicios derivados de retrasar en exceso el destete.

«The British Medical Journal», por ejemplo, publicó en 2011 una revisión de la recomendación de la OMS sobre la lactancia materna exclusiva hasta el medio año de vida. Se demostró que en algunos casos, la escasez de hierro en la leche materna obligaría a recomendar la introducción temprana de otros alimentos. Algunos críticos alertan de que la OMS en realidad realiza recomendaciones globales muy orientadas a países en vías de desarrollo, donde retrasar al máximo la lactancia es lo más recomendable y que las asociaciones de pediatría de algunos países occidentales toman como propias esas recomendaciones en un entorno muy diferente.

Los beneficios de la lactancia materna son tantos que suelen eclipsar la introducción de otros alimentos también beneficiosos. Y, de hecho, no todos los organismos oficiales lo tienen tan claro, aunque las dudas no suelen aparecer tanto en los medios. La Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos considera adecuado mantener la lactancia hasta los 4 meses. La Asociación Británica de Dietética advierte de que cada niño tiene sus propias necesidades y que hacer tabla rasa con la edad del destete no tiene sentido.

Parece evidente que es necesaria aún más investigación para salir de dudas. ¿Cómo debemos alimentar realmente a nuestros hijos?