Ciencias humanas
Un estudio demuestra el cambio radical en el rostro humano
Un equipo de investigadores de Málaga y Granada ha constatado el cambio radical que se produjo en el cráneo durante la evolución humana y en la que se pasó de tener unas caras grandes y cerebros relativamente pequeños en los simios actuales y los australopitecinos, a la relación contraria en el género Homo.
Un estudio realizado por un equipo de investigadores andaluces y liderado por el profesor de Ecología y Geología de la Universidad de Málaga, Juan Antonio Pérez Claros, y Juan Manuel Jiménez, profesor de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, ha desvelado la evolución del neurocráneo como aspecto clave de la historia del linaje de los homínidos.
La investigación, que ha publicado la revista científica Plos One, ha estudiado la morfología del neurocráneo para analizar la relación proporcional entre el tamaño de la cara y la bóveda craneana y determinar sus modificaciones durante la evolución humana.
Los investigadores han examinado los patrones morfológicos del cráneo de los grandes simios actuales, como orangutanes, gorilas o chimpancés, el que presentan un número amplio de poblaciones humanas actuales, y las características de restos fósiles de homínidos, desde el ancestral Sahelanthropus a los recientes neandertales o el conocido como «Hobbit».
El profesor Juan Manuel Jiménez ha detallado a Efe que la investigación ha comparado la forma y distribución del cráneo de un conjunto muy amplio homínidos de los últimos siete millones de años utilizando seis marcadores para determinar su evolución.
«Los australopitecinos tienen un patrón muy parecido al de los grandes simios y que se caracteriza por cráneos con caras relativamente grandes en comparación con el cerebro, más pequeño, lo que se ha dado desde hace siete millones de años hasta hace 1,5», ha explicado Jiménez.
Según el investigador, esto supone que la tendencia de los australopitecinos resultó muy exitosa ya que se mantuvo invariable durante 5,5 millones de años.
La investigación ha constatado que el cambio llegó con el género Homo, en el que la cara es cada vez más pequeña en una tendencia evolutiva que ofrece neurocráneos más desarrollados, lo que se relaciona con un mayor desarrollo de la inteligencia y con otros factores como la dieta.
La novedad en esta evolución la representan los humanos, quienes han cambiado «de forma radical» según el estudio, la manera de coordinar la relación entre la cara y el neurocráneo.
Por otra parte, es estudio ha destacado la existencia de una gran variabilidad morfológica durante los primeros centenares de miles de años de vida del género Homo y que se vio disminuida con el tiempo.
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