Opinión
El Colegio de Médicos no es un sindicato, ni debe serlo
El Colegio tiene una naturaleza corporativa y pública, integrando a todos los médicos, cualquiera que sea su modalidad de ejercicio
El Colegio de Médicos es una corporación de derecho público con responsabilidad y potestad legal de regular, supervisar y controlar el ejercicio profesional, asegurando que se realiza de forma adecuada desde el punto de vista deontológico y científico. Su existencia se justifica por la extraordinaria importancia de los elementos que salvaguarda –para los médicos, pero también para los pacientes y la sociedad–: registro/representación de la profesión y garantía de calidad de la asistencia médica. El Colegio asegura a los enfermos que los facultativos que los atienden tienen competencia profesional, gracias a una autorregulación independiente y a una formación continuada acreditada. Es una institución que representa a toda la profesión, con una misión social y pública que garantiza la buena praxis, evitando interferencias externas que puedan comprometer su cometido. Las características intrínsecas a la Medicina hacen que sus estándares sean diferentes de los de otras profesiones, implicando autorregulación, ya que sólo los médicos estamos en condiciones de evaluar la calidad humana, ética y profesional de la asistencia que prestan nuestros compañeros, su adecuación al código deontológico y a la declaración de Ginebra/juramento hipocrático. El Colegio tiene una naturaleza corporativa y pública, integrando a todos los médicos, cualquiera que sea su modalidad de ejercicio (liberal, asalariado, estatutario o administrativo) y por lo tanto representa legalmente a toda la profesión. Los sindicatos son organizaciones que representan exclusivamente a sus afiliados, diseñadas para defender los intereses laborales, luchar por mejores salarios, condiciones de trabajo, seguridad laboral y otros aspectos que afectan directamente el bienestar económico y a las reivindicaciones laborales. También tienen funciones relevantes, como la negociación de convenios colectivos, apoyo en caso de conflictos laborales y la potestad de organizar protestas, huelgas y movilizaciones. En definitiva, el Colegio representa a todos los médicos y tiene una visión orientada a la salvaguarda de la calidad de la profesión y la protección de la sociedad, mientras que el sindicato se centra en la protección de los derechos laborales. Las organizaciones sindicales, por su carácter privado, agrupan sólo a quienes, de forma voluntaria, se afilian a las mismas, variando su penetración social y política en función del colectivo integrado y de los acuerdos a los que puedan llegar. Si un Colegio es colonizado por un sindicato pierde su capacidad para regular imparcialmente la profesión. Un Colegio-sindicato no puede ejercer de árbitro y defensor del bien común, convirtiéndose en un actor que antepone los intereses de algunos médicos frente a los intereses de los pacientes y de la sociedad en su conjunto. Se comprometería también su misión institucional, su capacidad de velar por la profesión y, en última instancia, su independencia. Por ejemplo, si un sindicato médico se alía con otro que representa auxiliares de enfermería, esta alianza puede complicar la toma de decisiones en temas como las ofertas públicas de empleo. También en casos de huelgas, donde el derecho laboral del médico se enfrenta al derecho a la salud de los pacientes, un Colegio-sindicato tendría dificultades para encontrar un equilibrio. Además, este tipo de intervención sindical impediría la percepción pública del Colegio como una entidad neutral y reguladora. También creo que el perfil de los dirigentes de los colegios de médicos debe ser distinto al de los sindicatos, al menos en tres apartados: 1) Estar al pie del cañón. La mejor forma de enterarse de los problemas de la profesión y de la deontología es haciendo guardias, pasando planta o consulta, interviniendo en el quirófano. Nada más lejos de los liberados sindicales. No creo que sea bueno que alguien que lleva décadas sin ver pacientes acceda a la presidencia de un colegio. 2) Perfil científico y académico. Los colegios de médicos son los garantes no sólo de la ética, sino también de la ciencia. Deben tener una relación estrecha con universidades/academias/sociedades científicas, liderar la formación transversal y sacar documentos de posicionamiento basados en evidencia. No es lo ideal que alguien que nunca ha investigado ni publicado coordine todo esto. 3) Prestigio y valía profesional. La competencia profesional da mucha libertad y evita eternizarse en los cargos. En el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid hemos cambiado los estatutos para limitar la presidencia a dos mandatos. Si un cirujano lleva muchos años sin operar, puede tener la tentación de permanecer de forma indefinida en un cargo directivo, no tanto porque siga aportando, sino porque ya no tiene otra opción profesional. Aunque algunos parecen no entenderlo, el Colegio de Médicos no es, ni debe ser, un sindicato. Su misión es mucho más amplia y trascendental que la simple defensa de los intereses laborales. Como garante del ejercicio profesional, el Colegio debe seguir centrado en la defensa de la ética, la calidad asistencial y la buena praxis, salvaguardando la medicina como arte, la dignidad de todos los médicos y su máxima profesionalidad. Los sindicatos, por su parte, tienen la función necesaria de velar por las condiciones laborales, pero, ojalá lo entiendan, sin interferir con las responsabilidades del Colegio.
Manuel Martínez-Sellés es presidente del Colegio de Médicos de Madrid
✕
Accede a tu cuenta para comentar