Medioambiente
Posidonia, la depuradora natural del Mediterráneo que incomoda a los veraneantes
Este bosque submarino, que se encuentra amenazado por el fondeo de barcos de recreo, produce el doble de oxígeno del que utiliza la población de Jávea en un día
Si le gusta bucear por las redes sociales, es probable que en los últimos días se haya topado con un vídeo viral en el que un veraneante madrileño protesta en una de las playas de Denia, en Alicante, por la «suciedad» que divisa a la orilla del mar. El reportero que le entrevistaba le replica que no se trata de basura sino de un preciado tesoro del Mediterráneo que cuando muda su «piel» se acumula a los pies del mar.
Aun así, el turista no parece convencido. Y es que lo que este joven desconoce, así como muchos otros foráneos que veranean en la costa alicantina o en Baleares es que en esta zona se encuentra la mayor pradera de posidonia oceánica, una especie única en todo el mundo y que es la responsable tanto de depurar el agua, capturar el dióxido de carbono y liberar oxígeno, así como controlar la marea y mantener ese color turquesa y cristalino de sus solicitadas aguas.
Si usted es asiduo visitante a esta zona costera se habrá encontrado con montañas de lo que, por desconocimiento, muchos denominan algas. Se trata arribazones, acumulación de la hoja, tanto húmeda como seca, que suele salir cuando ha habido un fuerte oleaje. Una «expulsión» que forma parte de l ciclo vital de la posidonia y que sigue alimentando el hábitat fuera del mar. Normalmente, equipos de limpieza suelen retirarlas en temporada alta para que los veraneantes puedan bañarse sin reparo, pero toda esa cantidad de hojas vuelven a ser depositadas, o al menos esa es la intención, en el mismo sitio una vez llega el otoño.
Nos citamos en uno de estos puntos con uno de los mayores expertos en esta especie única, Paco Torner, director del «Projecte Posidònia», que lleva a cabo la Fundación Oceanogràfic. Nos cuenta que la superficie total de posidonia oceánica en el Mediterráneo español es de 1.159 kilómetros cuadrados, repartidos principalmente entre Baleares (633) y la Comunidad Valenciana (320). «La posidonia es una especie que tiene superpoderes. En ella habitan, entre vegetales y animales, unas 1.400 especies. Purifican el agua, por eso donde hay estas praderas siempre el mar está tan limpio y cristalino», explica a este diario.
«De igual modo, sirve para estabilizar el sedimento en las proximidades de la costa. Genera una especie de arrecifes que conforman barreras de arena y lo que hacen cuando hay temporales es que el oleaje no golpee de lleno en las orillas y provoque desperfectos. Reducen hasta un 40% la energía que lleva a la costa y ayudan a mantener la línea del litoral», añade el experto.
En cuanto a su capacidad para oxigenar el agua, la posidonia es considerada uno de los ecosistemas más productivos del planeta y más influyentes en el bienestar humano. Hasta un 25% del carbono que fija es a largo plazo y las praderas existentes pueden haber acumulado hasta un 89% del total de carbono emitido a la atmósfera en forma de dióxido de carbono desde la era industrial.
«En un estudio que se realizó en Jávea se constató que la capacidad de producir oxígeno es el doble del que diariamente consume toda su población. Absorben el 40% del carbono almacenado por la vegetación costera y, entre el 10 y el 25% del carbono fijado es a largo plazo, es decir, durante miles de años», dice Torner.
Sin embargo, la situación de estas estructuras vegetales milenarias, que pueden llegar a tener hasta 7.000 años de antigüedad, ha sufrido mucho la acción humana. Tanto es así que sus servicios ecosistémicos se han reducido hasta en un 50% en los últimos 20 años.
Pepa Ferrando, bióloga responsable departamento de Educación del Oceanogràfic de Valencia, explica a este diario que desde 1960, cuando se produjo el boom turístico y la apertura económica de España, se han reducido las praderas de posidonia entre un 13% y 38%. «Esto es, sobre todo, por la práctica de pesca de arrastre, que actualmente ya está regulada y no se puede practicar en la costa. También se ha visto afectada por los vertidos contaminantes, ya que durante años se utilizó el mar como el gran vertedero y, de igual modo, le han afectado todas las infraestructuras y obras costeras como los puertos deportivos de las marinas, los paseos marítimos, las urbanizaciones...».
Mapeo del fondo marino
A todo ello, dice la experta, hay que sumarle el cambio climático que, por el aumento de la temperatura del mar, ha afectado seriamente a este ecosistema. «Es más, tampoco juega a su favor que sea una planta que tiene un crecimiento muy lento, estamos hablado de uno a seis centímetros al año. Es decir, que, si, por ejemplo, el ancla de un barco destruye un trozo de la pradera de un metro cuadrado, tendrán que pasar décadas hasta que se reconstruya», añade Torner.
Y es que son precisamente las embarcaciones de recreo las que actualmente suponen una mayor amenaza para la supervivencia de este tesoro del Mediterráneo. Por ello, además de la legislación que ya la protege, la pedagogía en cuanto al respeto de estas praderas es fundamental. De ahí que el propio Torner junto a varios profesionales de su equipo del Oceanogràfic hayan ideado una aplicación móvil en la que se indican con precisión las zonas donde hay posidonia y que así los barcos no fondeen en esa área.
«Con el ‘‘Projecte Posidònia’’, como hemos denominado a esta aplicación que se puede descargar gratuitamente tanto en Android como en iOS, hemos cartografiado todo el litoral de la Marina alta, desde la playa de la Almadraba de Denia hasta el Morro de Toix, pasado Calpe. Con diferentes técnicas hemos localizado la ubicación de las praderas que están a un máximo de 40 metros de profundidades y distinguido los diferentes tipos de fondo con un nivel de detalle muy exhaustivo. Así, cuando vas a iniciar una salida con tu embarcación, puedes explorar todo el mapa y ver, más o menos, dónde existe o no posidonia. Es una herramienta informativa, no una normativa. Supone una manera de que todos pongamos nuestro granito de arena para evitar su desaparición», dice el director del proyecto.
¿Bolitas de escarabajo?
Él y Ferrando son conscientes del equilibrio que hay que encontrar entre turismo, la gran fuente de ingresos en la costa levantina, y la conservación de la naturaleza. «Actualmente existe gran sensibilidad o, al menos, empieza a haberla, tanto por parte de la ciudadanía como de las diferentes entidades y marcos legislativos que protegen especies como la posidonia», dice la bióloga. «Incluso hay veraneantes que antes se quejaban por la acumulación de posidonia en la orilla y que ahora ya posan sus toallas en las plantas secas que se acumulan en las orillas y a las que consideran como un colchón natural», apostilla Torner.
Y es que esto es, como dicen ambos expertos, algo así como la pescadilla que se muerde la cola: «La gente elige veranear en esta zona del Mediterráneo por lo cristalinas que son sus aguas, pero es que es precisamente por la posidonia por lo que el mar se muestra tan claro, purificado y limpio. Si no hubiera este bosque bajo el mar, el agua no sería así. Recordemos que son las responsables de generar oxígeno. Producen 20 litros cada día por cada metro cuadrado», puntualiza Ferrando.
Así que si veranean por la zona y mientras pasean por la orilla del mar se topan con esas bolitas, que algunos llaman kiwis y otros piensan que son pelotas de escarabajos, tengan en cuenta que se tratan de las fibras de las hojas de la posidonia, de los rizomas de todas esas estructuras que tiene la planta y que según se secan toman esa forma. La buena noticia será que se halla en una zona donde el agua tiene una pureza altísima y donde, además, desde las profundidades marinas se lucha contra el cambio climático de manera natural. Eviten hablar de suciedad, así como pisarlas mientras se sumergen en el fondo. Es uno de los tesoros más valiosos que enriquece al Mediterráneo.
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