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El círculo de Canter del «caso Diana»

Tres casos sin resolver con ciertas similitudes en Galicia. Los agentes han elaborado un perfil geográfico con lugares donde se cometieron delitos que se cree puedan pertenecer a un mismo autor.

El círculo de Canter del «caso Diana»
El círculo de Canter del «caso Diana»larazon

Tres casos sin resolver con ciertas similitudes en Galicia. Los agentes han elaborado un perfil geográfico con lugares donde se cometieron delitos que se cree puedan pertenecer a un mismo autor.

Mientras algunos focalizan la mirada en la difícil relación entre los padres de Diana Quer y se dedican a levantar tapas de cubos de basura, verdaderas y falsas, los investigadores de la UCO y de la Guardia Civil de La Coruña desbrozan cada segundo de las últimas horas de la joven con el único objetivo de averiguar qué le pudo ocurrir el pasado 22 de agosto. Lo demás les da igual. No juzgan ni opinan. Sólo investigan. Han acumulado decenas de testimonios, cientos de horas de vídeos, miles de placas de matrículas y se han planteado numerosas hipótesis. Unas más lógicas y otras, aunque estadísticamente menos probables, también factibles. LA RAZÓN ha podido saber que entre las que se han puesto sobre la mesa, aunque ni principal ni prioritaria, se incluye una con dos nombres propios que aparentemente nada tienen que ver con Diana. Se trata de dos mujeres que también desaparecieron y cuyos cuerpos acabaron siendo localizados sin vida. Se trata de los casos de Elisa Abruñedo y Socorro Pérez.

Elisa, de 46 años, salió a pasear sola en Cabanas, A Coruña, un domingo por la noche, concretamente el 1 de septiembre de 2013. Un vecino que iba en su coche dijo haberla visto, ya cuando la noche se había echado, caminando por el borde de la carretera de regreso hacia su casa. Nunca llegó. Su familia, alarmada, alertó enseguida de su desaparición. Su cadáver semidesnudo fue hallado un día después arrojado entre los matorrales, a unos 150 metros de donde el vecino dijo haberse cruzado con ella por última vez y a menos de un kilómetro de su domicilio. A pesar de las horas dedicadas al caso, la Guardia Civil de La Coruña todavía no ha puesto nombre y apellidos al hombre que la abordó, la agredió sexualmente y la acuchilló. La principal hipótesis, vigente en la actualidad, es que un depredador sexual saliese aquel domingo de «caza» con su coche y al toparse con ella y verla sola en una zona inhóspita, la asaltase. También entonces se cribaron matrículas, antenas de telefonía y se entrevistó a cada vecino de Cabanas, pero, de momento, no ha habido ninguna detención y el caso sigue abierto.

Un año y 8 meses después, Socorro Pérez, de 43 años, se enfundó ropa deportiva y salió a correr sola por los alrededores de Orense. Lo hacía a diario y solía dedicarle varias horas. En una ocasión, un vecino le recriminó que no llevase puesto un chaleco reflectante que revelase su presencia y le advirtió que era peligroso caminar sin compañía en la oscuridad. «No tengo ningún miedo», le respondió Socorro. La tarde noche del sábado 2 de mayo de 2015, siguió sin hacer caso de la advertencia. Nunca regresó a su domicilio. Su familia presentó una denuncia por desaparición al día siguiente y las pesquisas, en esta ocasión, corrieron a cargo del grupo de homicidios de la Policía Nacional de Ourense. Se realizaron numerosas batidas, incluso con helicópteros, pero no fue hasta dos meses cuando tres cazadores, amigos de la familia de Socorro, encontraron su cadáver en un pinar a las afueras de la capital, a menos de dos kilómetros de distancia en línea recta de su casa. El cuerpo, semidesnudo, estaba en una zona boscosa, a 20 metros de la carretera. Aunque no hay una evidencia clara, su desnudez y la posición de sus piernas apuntan a que fue agredida sexualmente. La autopsia sí determinó que murió a consecuencia de los golpes en el cráneo y que el arma pudo ser una piedra u otro tipo de objeto contundente. Se miraron las antenas, los posibles coches que circularon por aquella carretera en el día de la desaparición, se tomaron decenas de testimonios y no pasó desapercibida la presencia de una feria cercana el día del crimen, pero de momento la carpeta de Socorro está apilada en la de casos abiertos y sin resolver. La principal hipótesis, que se mantiene en la actualidad también es la del agresor sexual que salió a «cazar».

Elisa y Socorro, Cabanas y Orense, están separados por 200 kilómetros de distancia. Quizá mucha distancia, pero eso no impide que los dos crímenes pueden estar vinculados y tengan un mismo autor. Así lo dejó caer en su día el ex comisario de Orense Amable Valcárcel: «Buscamos similitudes con otros hechos parecidos fuera de la provincia. Seguimos trabajando y los investigadores se han desplazado fuera. No sólo tenemos esta línea de investigación, pero es una hipótesis que no descartamos». En el mismo sentido se pronunció el cuñado de Abruñedo, Raúl Fernández: «Pensamos que hay similitudes y que el caso de Elisa puede estar relacionado con el de Socorro».

No sería descabellado plantearse, y a los investigadores de la Guardia Civil no les ha pasado desapercibido, que pudiera existir relación entre estos dos crímenes y la desaparición de Diana Quer. Se trata de una mera hipótesis de trabajo, no de una certeza contrastada, pero al comparar los tres casos existen algunas similitudes: Diana desapareció en fin de semana, como las otras dos víctimas, lo que quizá pudiese indicar que si hubiese un único autor, se trataría de un hombre soltero, que de lunes a viernes tiene un trabajo normal o estudia y que los fines de semana puede desaparecer de casa para «cazar» sin que tener que dar a nadie explicaciones por sus ausencias. También coincide que a las tres se les perdió la pista cerca de sus domicilios, cuando iban solas, caminado por el borde de una carretera, con un vehículo implicado (el del autor o autores) y de noche.

Si tenemos en cuenta la teoría criminológica que desarrolló David Canter, profesor de la universidad de Liverpool, conocida como La Teoría del Círculo o El Círculo de Canter, podríamos elaborar un perfil geográfico consistente en marcar sobre un mapa los lugares donde se han cometido delitos que se cree que pertenecen a un mismo autor y a continuación dibujar una circunferencia cuyo diámetro lo establezcan los dos puntos más alejados. De esta manera deberíamos concluir que el autor viviría dentro de ese círculo y posiblemente muy cerca del centro. Según el razonamiento de David Canter, el criminal tiene una zona de confort que es donde reside o trabaja y en la que jamás dejaría libres sus instintos porque aumentarían las posibilidades de que alguien conocido le pudiese identificar. Por esa razón abandona su zona de confort para asaltar a las mujeres, pero sin alejarse en demasía.

Si vinculásemos los casos de Elisa, Socorro y Diana, tan sólo como hipótesis, y unimos los tres puntos geográficos: Cabanas, Orense y A Pobra de Caramiñal, el resultado es sorprendente. Se dibuja un círculo casi perfecto en cuyo centro hay pequeños pueblos. La ciudad más importante cercana a ese epicentro es Santiago de Compostela, lo que significa que con toda probabilidad allí residiría el hipotético autor.

Hasta que encuentre a Diana, la Guardia Civil no descarta ninguna línea de investigación, por débil que sea, aunque algún responsable político cuando se ha esbozado la posibilidad de que los casos de Elisa y Socorro estén vinculados ya ha salido a la palestra para evitar la alarma en la opinión pública: «No hay nada que indique la vinculación entre los dos casos», aseguró hace meses el delegado del gobierno de Galicia, Santiago Villanueva, desmintiendo al ex comisario de Policía Nacional Amable Valcárcel. Ojalá el tiempo despeje la incógnita.