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Marruecos

El segundo espeleólogo «murió de frío tras caer al río en la camilla de rescate»

El furgón funerario que trasladó los cuerpos de la morgue de Marrakech hasta el aeropuerto
El furgón funerario que trasladó los cuerpos de la morgue de Marrakech hasta el aeropuertolarazon

Los compañeros de expedición dicen que la Gendarmería marroquí dejó al herido toda la noche mojado a la intemperie.

El segundo de los espeleólogos que falleció en la zona del Atlas marroquí, el también inspector de Policía José Antonio Martínez, «murió de frío tras caer al río Ouandras en la camilla de rescate que llevaba la Gendarmería marroquí y con la que trataba de rescatarle», según relataron a LA RAZÓN los compañeros de expedición de los tres espeleólogos, entre los que se encuentran el padre y el hermano del único superviviente, Juan Bolívar.

Los gendarmes, que habían logrado llegar hasta el lugar donde estaba el herido el mediodía del sábado pasado, «estuvieron muchas horas intentando evacuarle en una camilla, que tenía que ascender 300 metros», pero en esa maniobra fue cuando la camilla fue a parar al río con el herido. Ante la imposibilidad de sacarle, «le dejaron durante toda la noche en una terraza del cañón. Pasó toda la noche mojado a 5 grados, a 3.000 metros de altitud y separado de Juan Bolívar», el único ileso que había estado en todo momento en contacto con él. A la mañana siguiente, el espeleólogo había muerto, posiblemente «de frío, por la mojada, y el agotamiento de la noche anterior», tras siete días atrapado en el cañón de la zona del Atlas.

De ahí que los compañeros de expedición culpen a Marruecos de un «rescate incorrecto» que se realizó «con pocos medios» y que provocó que se acelerara la muerte del segundo de los espeleólogos. De hecho, José Antonio Martínez «estaba consciente y respondía a las preguntas de Juan Bolívar el sábado por la noche y la operación de rescate marroquí no hizo más que agravar su estado».

Los compañeros de expedición creen que Gustavo Virués, el primero de los espeleólogos que perdió la vida, falleció en el acto tras despeñarse por el terreno resbaladizo. El barranco de Ouandras es una zona que los expertos consideran que no tiene excesiva complicación en verano, pero sí resulta muy complicado en este momento. Es muy expuesto y tiene roca descompuesta, a lo que hay que sumar el hielo y el agua. En esta época del año se registran temperaturas muy bajas.

Lo frustrante para los compañeros de expedición es que ellos mismos pudieron visualizar a los tres espeleólogos en dificultades en el interior del cañón desde el mismo viernes 3 de abril, pero la Gendarmería les prohibió adentrarse en la zona para salvarlos. «Salimos muy temprano hacia Amezri, donde la Gendarmería nos dijo que nos recogería un helicóptero para llevarnos hasta la parte alta del cañón, pero al ver que pasaba el tiempo y el helicóptero no llegaba, decidimos seguir la marcha hasta Tessuet. Allí iniciamos a pie el ascenso hasta la parte alta del cañón... Divisamos en su interior unas huellas en un nevero y algo de color que parecía una esterilla, e incluso nos pareció ver a los compañeros a unos 300 metros en el interior del cañón».

Fue ya el sábado 4 de abril, con las primeras luces del día, cuando pudieron ver con claridad a los tres espeleólogos atrapados. «Informamos a la embajada y dimos las coordenadas geográficas, e incluso informamos de que se necesitaban 200 metros de cuerda más para acceder a los accidentados». Fue «a las pocas horas» cuando un helicóptero de la Gendarmería «aparece al fin para reconocer la zona y traer personal para iniciar un supuesto rescate». Ese día fue el que se confirmó que había un muerto, un herido y otro ileso. Los compañeros de expedición también han relatado que el único superviviente tras el trágico suceso, Juan Bolívar, «había descendido por el cañón» por su propio pie «escoltado y auxiliado por personal de Protección Civil, que llevaba tres días operando desde Tessuet cañón arriba en horario diurno, pero no había coordinación entre ellos y la Gendarmería».

Los que asistieron impotentes al rescate aseguraron que los agentes de la Guardia Civil que acudieron al lugar de los hechos cuando Marruecos lo autorizó (el domingo 5 de abril, después de estar seis días alertados) «sabían perfectamente lo que había que hacer en un rescate como éste, a diferencia de la Gendarmería».

Definen su estancia en Marruecos durante estos días como «una pesadilla de angustia, sufrimiento, impotencia e incompetencia. Hemos sufrido un desgraciado accidente en el que sólo debió haber un muerto, no dos. No se fue al cañón de manera imprudente ni sin documentar previamente», advirtieron. El único superviviente de la expedición por el cañón de Ouandras, el agente de la Policía Nacional Juan Bolívar, se encuentra desde ayer en Granada junto a su familia. La madre de Bolívar, Encarnación Bueno, confirmó que el policía «se encuentra físicamente bien, aunque cansado». «Lo va a superar todo», dijo con optimismo.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, también se pronunció ayer sobre la cooperación con Marruecos en el operativo de rescate: «Desde un primer momento, las autoridades marroquíes mostraron absoluta voluntad de colaboración. Hemos estado en permanente contacto; ellos consideraron que por sus propios medios podrían proceder al rescate y por tanto rehusaron amablemente la oferta de colaboración que enviamos nosotros. En un segundo momento ya aceptaron esa oferta», pero para entonces ya había fallecido José Antonio Martínez. Fernández Díaz admitió, como hiciera el día anterior su homólogo de Exteriores, que la gestión de la operación no fue óptima: «Creo que se puede compartir que ha sido una disfunción porque nunca hubo mala fe».