Gaudí

«Entrar en la Sagrada Familia te reconcilia con Dios y la Iglesia»

Juan José Omella. Cardenal arzobispo de Barcelona

Cardenal Juan José Omella
Cardenal Juan José Omella habla de las virtudes de GaudíGiorgio OnoratiAgencia EFE

El cardenal Juan José Omella viene amasando con discreción y sin aspavientos la causa de beatificación de Gaudí desde hace tiempo, tanto en Barcelona como en Roma. Ayer vivió el decreto vaticano como algo más que una meta volante para ver al «arquitecto de Dios» en los altares.

¿Cómo ha recibido el anuncio?

Nos hemos alegrado muchísimo toda la comunidad cristiana de Barcelona y todos los ciudadanos que quieren a Gaudí y a la basílica de la Sagrada Familia. El reconocimiento de las virtudes heroicas por parte del Papa Francisco es un camino que nos acerca todavía más a la beatificación. Evidentemente falta el milagro, pero ya sitúa a Gaudí en el camino de los santos, en ejemplo para todos nosotros.

¿Se le puede rezar ya a Gaudí?

Claro, hay que rezarle. Es un hombre que nos refleja esa fe que muchos hemos recibido de nuestra familia y que se ha fortalecido en los colegios cristianos, en su caso, en el de los escolapios. Con esa base, él mismo se deja fortalecer por Dios a lo largo de su vida y comienza a visibilizarse, no solo en la Sagrada Familia, sino en otras muchas obras donde buscaba ubicar siempre una Cruz y la Virgen, para dar gloria a Dios. A eso se une su empeño en vivir el Evangelio de los pobres. Él hizo de la caridad su estilo de vida, no solo porque daba limosna, sino porque dignificó a los trabajadores de la basílica construyendo una escuelita para sus hijos. Esta solidaridad de Gaudí nace del amor de Dios que te lleva al amor en el arte y en el hermano.

Reconocer sus virtudes heroicas, ¿de alguna manera es presentarle como un héroe sin superpoderes?

Todos estamos llamados a la santidad, tal y como nos lo propone el Concilio Vaticano II. El Papa Francisco nos insiste mucho en ser santos de la puerta de al lado, en dar protagonismo al Santo Pueblo Fiel de Dios. O lo que es lo mismo, no solo se puede ser santo siendo sacerdote o monja, todos estamos llamados a ser santos desde nuestra profesión vivida como vocación: el arquitecto, el médico, el maestro… Gaudí representa esta vía y eso sí es una heroicidad, más en los tiempos en los que nos toca vivir. Cuando terminó sus estudios, uno de los profesores del tribunal profetizó que ese alumno sería o un genio o un santo. Hoy vemos que no se equivocó en ninguna de sus dos opciones.

Hasta el último día…

Sí, porque el tranvía lo atropelló después de trabajar en la basílica y de participar en la adoración del Santísimo. Además, no le reconocieron porque iba tan austero vestido, signo de su sencillez, que le levaron al hospital de los pobres. Es impresionante comprobar su seguimiento a Jesucristo desde la genialidad en la humildad.

¿Ser santo implica ser perfecto? Gaudí tenía su carácter…

Cada uno tenemos nuestro carácter. Dios no destruye la naturaleza de cada uno, sino que la va modelando si nos dejamos hacer a través de la oración y de la entrega a Dios en los hermanos. ¡San Pablo tenía su genio! ¡Y no digamos san Pedro! ¡Y tantos santos y santas que han emprendido grandes misiones!

¿Qué siente cada vez que entra en la Sagrada Familia?

Me entran ganas de echarme al suelo, mirar hacia arriba y dejar que esa luz de Dios que entra me llene. Mirar hacia arriba y contemplar esos árboles llevan a la trascendencia, a redescubrir que Dios es grande, que nos invade con su paz. En la basílica yo encuentro la paz. Es lo que le pasó a Paul Claudel cuando entró en la catedral de Notre-Dame en París. Al ver el rayo del luz del rosetón, sintió que ahí estaba Dios. En el caso de la Sagrada Familia, resulta especialmente revelador cómo fuera, en las fachadas está la catequesis discursiva y dentro experimentamos al Dios que me ama y que me reconcilia con la Iglesia, con la sociedad y conmigo mismo.