Cine
Entre el deseo y la necesidad
No estamos ni ante «Historia de O», ni ante «El amante de Lady Chatterley», ni de «Justine». «Cincuenta sombras de Grey» es una revisitación del cuento de hadas, al tiempo que una pugna de necesidades vitales. En lo que concierne a la primera parte, se trata de una fábula acerca de la arquetípica chica con una vida aburrida en la que, cual milagro, logra que el hombre perfecto se fije en ella. Su partenaire es un tipo atormentado, incapaz de amar, pertrechado de mil corazas. Anastasia coloca a sus pies al hombre imposible sin estar dotada de ninguna espectacularidad. Su característica principal es, precisamente, no tener ninguna. Ignoramos si es bonita, fea, alta o baja. Su verdadera fuerza reside en el vacío, como en el zen. En cambio, Christian está minuciosamente descrito para encajar con el estereotipo de «príncipe azul» que anhela ser redimido: ignorante del verdadero amor, cuajado de «recaditos» hospedados en su sombra jungiana... Ante este mapa: ambos firmarán un contrato acerca de cómo mantener relaciones consensuadas. Aceptar ser sumisa no es sinónimo de ser víctima de abusos. Acceder ser «dominador» no implica depravación. Ambos se mueven entre el deseo y la necesidad. Mantienen una relación «egoísta», atendiendo a distintos objetivos. Anastasia es una mujer ONG, cuyo principio de satisfacción pasa por «salvar almas», ¿y qué mejor que un hombre atormentado para conseguir su redención emocional? Christian, por su parte, persigue el amor no conocido. Para este viaje emocional, el vehículo consensuado es el BDSM (bondage o ataduras, disciplina y dominación, sumisión, sadismo, masoquismo)... ¡Pues compro! Como si hubieran optado por el triptófano –aunque hubiera sido menos rentable–. El amor de pareja no es gratuito. Todos buscamos satisfacer nuestras expectativas. Si de paso jugamos en un terreno sexual alejado del «coitocentrismo» a través de fantasías consentidas y libres, bienvenido sea. Sexo seguro, mutuamente responsable y placentero. No está de más recordar que la confianza es el factor fundamental en las relaciones sexuales de dominio/sumisión... Como mujer, me molesta que las feministas decidan por mí qué relación es políticamente correcta, tanto, como que algunos políticos hablen de la ciudadanía incluyéndome por decreto. Otro día hablamos de cuánto le debe la industria editorial a libros como éste, al igual que le sucede al cine español con los torrentes. Quizá solo vean la luz nuevos «vargasllosas» si algunos «códigosdavincis» mantienen nuestro malherido andamiaje de papel. Democráticamente, ¡que lo lea todo aquel que le salga de la sombra!
*Periodista y escritora, entre otros títulos, de la novela erótica: «Ve a la alcoba a ver si estoy» (Roger Editorial).
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