Cargando...

Comportamiento

Estas son las mejores tácticas para que las personas tóxicas no te dominen, según los psicólogos

Algunas conductas manipuladoras disminuyen la autoestima y la energía, y dejan a las personas con dudas de sí mismas

Estas son las mejores tácticas para que las personas tóxicas no te dominen, según los psicólogos Freepik

Todos conocemos a alguien que convierte cualquier trato en un desgaste: descalifica, manipula o busca conflicto hasta hacerte dudar de ti mismo. Conviene partir de una premisa sencilla: "persona tóxica" no es un diagnóstico, sino una forma coloquial de describir relaciones en las que se repiten la crítica constante, el chantaje emocional o el victimismo crónico. No se trata de un mal día aislado, se trata de un saldo acumulado que deja a las personas con menos autoestima y menos energía de la que tenía al entrar.

Client Challenge

Detectarlo a tiempo es ya una intervención. Prestar atención a cómo te sientes al salir de un intercambio ofrece datos. Si anotas hechos concretos ("ha subido el tono, ha ridiculizado mi decisión delante de otros, ha negado lo que dijo la semana pasada"), la niebla se disipa y aparecen los patrones.

A partir de ahí, el siguiente paso es definir límites claros. En la práctica, un límite se formula como conducta y consecuencia: "de ese tema no voy a hablar", "si hay gritos, me voy", "no acepto bromas sobre mi cuerpo o mi trabajo". Cuando llegue el momento de comunicar, el tono importa tanto como el contenido. Los psicólogos recomiendan utilizar frases breves y en primera persona: "he decidido", "a partir de ahora", "no voy a". Justificar de más suele abrir puertas a nuevas discusiones.

No todas las relaciones pueden cortarse en seco; con la familia o en el trabajo, a menudo toca ajustar el nivel de contacto. Reducir la exposición ya protege. Puedes espaciar llamadas, acotar visitas a una hora, elegir entornos públicos y marcarte una hora de salida.

Proteger el tiempo y la energía no es un gesto hostil, es higiene mental. Programar descansos, reservar ratos de silencio y planificar actividades que recarguen (deporte, lectura, paseos) compensa el desgaste.

Una de las trampas más habituales es el drama. El chantaje ("si me quisieras"), la provocación deliberada o la crisis permanente buscan arrastrarte al mismo terreno de siempre. Salir de ese bucle exige reconocer el anzuelo y no morderlo. Respuestas como "lo escucho, pero no voy a debatir esto ahora" o un simple "no" ayudan a no avivar la llama.

Hay, sin embargo, fronteras que no se negocian. Si aparecen insultos, control, amenazas o violencia, la prioridad es la seguridad. En esos casos, lo adecuado es alejarse y recurrir a recursos especializados cuanto antes. Nadie tiene por qué afrontar solo una situación de riesgo.