Verano
La fotoprotección en la infancia: más allá del uso de la crema solar
Las quemaduras solares, por pequeñas que sean, durante la infancia, pueden tener efectos nocivos en la edad adulta
El sol es fundamental para la vida en la Tierra, el calor de esta estrella hace que haya agua en estado líquido, imprescindible para que plantas, animales, insectos, bacterias y seres humanos puedan vivir. También ayuda a nuestro cuerpo a producir vitamina D, fundamental para absorber el calcio, tan necesario para la formación de los huesos. Por este motivo es muy importante realizar actividades al aire libre, en la playa, el campo o en el parque, especialmente los niños.
Pero el sol emite rayos ultravioletas (UV) de dos tipos UVA y UVB, que pueden producir quemaduras en la piel y envejecimiento prematuro, sobre todo en la piel de los más pequeños que es mucho más fina y delicada que la de los adultos, pues sus mecanismos de defensa no están desarrollados del todo y es más sensible a la radiación solar. Además, tiene menos cantidad de melanina, el pigmento natural responsable del color de la piel y cuya función principal es proteger su piel contra los efectos de la radiación ultravioleta de la luz del sol. También pueden deshidratarse con mayor facilidad a temperaturas altas.
La piel tiene memoria, almacena las horas que nos hemos expuesto al sol, si en algún momento nos hemos pasado tomando el sol, o lo hemos hecho sin la protección adecuada, pasará factura tarde o temprano. Las quemaduras solares, por pequeñas que sean, durante la infancia, pueden tener efectos nocivos en la edad adulta. El 80 por ciento de la radiación solar se recibe en los primeros 18 años de vida, de ahí la importancia de la protección solar desde pequeños. Los niños no deben exponerse al sol demasiado tiempo, sobre todo entre las 10 y las 16 horas y, no olvidar, media hora antes de la exposición al sol, poner siempre protector solar sobre su piel.
Existen diferentes tipos de piel y la de los niños es especialmente delicada, por eso, el factor de protección que se les debe aplicar tiene que estar por encima de 30, y nunca por debajo de 50. El factor de protección solar, FPS o SPF, indica la fracción de rayos ultravioleta que recibe la piel que está protegida. A menor número de FPS, menor protección. “El protector solar es un producto que aplicamos en la piel para absorber o reflejar la radiación del sol. Pero la fotoprotección en sí no es solo el uso de cremas solares sino el conjunto de medidas para proteger la piel del sol como la ropa, estar a la sombra y evitar la exposición en las horas centrales del día” explica la doctora Cristina Albarrán, especialista del Servicio de Dermatología del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar, en Cádiz.
Se debe tener muy en cuenta que el agua y el sudor disminuyen los efectos de las cremas protectoras, y los niños no paran quietos, están más tiempo en el agua y jugando que sentados debajo de la sombrilla, por eso es necesario, cada dos horas, repetir la operación de proteger la piel, sin olvidar los labios con un protector específico para los más pequeños.
Los daños que se producen en la piel desde la infancia se van acumulando a lo largo del tiempo hasta que las consecuencias son irreversibles, por eso es tan importante la protección solar desde pequeños, para prevenir el cáncer de piel. Los niños deben saber que el sol es bueno, pero conlleva ciertos riesgos si no se toman precauciones como por ejemplo, el uso de gafas de sol con filtro para rayos UV, sombreros de ala ancha y las camisetas con factor de protección solar (SPF) pueden evitar quemaduras desagradables este verano. Si nos vamos de vacaciones a un lugar cálido, con sol y calor, y con un bebé de poco tiempo de vida, no hay que olvidar que los niños con menos de seis meses de edad tienen que estar siempre a la sombra, no se deben exponer a los rayos de sol directamente nunca. “A partir de los seis meses se podría utilizar un protector solar, pero se aconsejan tipos minerales, no químicos, ya que tienen mayor facilidad para absorberlos. Hasta los tres años se recomiendan exposiciones cortas y evitar las horas entre las 11 y las 17” añade la dermatóloga.
También es importante evitar exponerse al sol no solo durante las vacaciones, el sol “funciona” todo el año. En primavera, como en verano, los rayos UV son más intensos y potentes, por tanto, más peligrosos para la piel de los niños. Tampoco hay que olvidar que, en días nublados, los rayos UV pasan a través de las nubes, rebotan superficies como el agua, la arena, la nieve, la hierba o el asfalto por lo que es muy importante, a la hora del paseo por la playa, la montaña, el campo o simplemente al estar en el parque, siempre hay que proteger la piel de los más pequeños del sol.
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