
Desalojo
Un grupo de magrebíes okupa una vivienda pese a ser vistos por los vecinos: "La Policía me dice que no les llame más"
Pilar desvela que una mentira les sirvió para asentarse y evitar el desalojo: "Dicen que llevan tres meses viviendo en mi casa"

El fenómeno de la okupación se acentúa especialmente durante el verano. Muchas casas se vacían debido a las vacaciones, algo que aprovechan los okupas para entrar y asentarse en ellas. También otros se llevan la desagradable sorpresa al llegar a su segunda residencia a la que no pueden entrar. No siempre hay vecinos que puedan avisar a tiempo o simplemente los okupas les esquivan y logran quedarse pese a los intentos de desalojo.
Una vez evitan el desalojo en primera instancia, no es nada sencillo desalojar a los okupas, que hacen vivir un infierno a los propietarios. Esto le ha sucedido a Pilar en su segunda residencia en Tavernes de la Valldigna. Sufrió dos intentos consecutivos de okupación, siendo efectivo el segundo de ellos pese a la acción vecinal. Narra su calvario en declaraciones a 'El Debate', denunciando la inacción que la ha dejado sin sus esperadas vacaciones.
Una okupación a la segunda
"Mi casa de vacaciones está okupada por un grupo de magrebíes a los que no puedo tirar", lamenta Pilar. "Entraron en varias casas de la zona de la playa de La Goleta", explica sobre la ubicación. Tras ello, vuelve a dar más detalles sobre los okupas y cómo se enteró de su presencia: "Un día la vecina me llama y me dice que hay un grupo de siete u ocho magrebíes, aparentemente menores de edad, y hay un adulto que va en coche que están en mi jardín merodeando y que hace caso omiso a sus advertencias".
Al llamar a la Guardia Civil y entrar con ellos en la vivienda comprobó que había una ventana rota y hasta colillas de porros y botellas de alcohol. Llegó con la vivienda vacía y pudo fotografiarla y comprobar que tenían varias cerraduras listas y "ya habían cambiado el bombín de una de ellas". Sin embargo, no quedó todo ahí y todo se volvió a repetir, esta vez con peor desenlace: "Los vecinos volvieron a pillar al grupo de extranjeros en mi casa y llamaron a la Policía. Los agentes llegaron e incluso hablaron con ellos, pero conforme se montaban en el coche patrulla, me comentan, que ya estaban dando una patada a la ventana para volver a entrar a mi casa".
El sufrimiento de Pilar: "No hay nada que hacer"
Esta vez no pudo efectuar el desalojo inmediato. Explica así lo ocurrido: "Resulta que la Policía les preguntó y ellos contestaron que llevan tres meses allí viviendo". Niega categóricamente que sea así: "Eso es imposible porque nosotros, sin ir más lejos, habíamos estado en San Juan y mi hija había estado recientemente pasando una noche". Además, afirma tener testigos: "Mis vecinos saben que esa gente no lleva ese tiempo que dicen en mi casa. Nosotros vamos de forma asidua a nuestro adosado y la Policía sabía de la denuncia por robo y por haber entrado de forma ilegal el fin de semana previo".
La respuesta de la Policía fue clara: "No hay nada que hacer". Ahora poco a poco pierde la esperanza: "Dicen que llevan tres meses viviendo en mi casa cuando es mentira, pero es que con lo lenta que va la Justicia, cualquier cosa que se pueda hacer de forma rápida es una quimera y cuando vayan a hacer algo seguro que ya llevan tres meses de verdad okupando mi casa". No se queda ahí el problema que denuncia: "Es más, al haber menores también tienen especial protección.'Tienen sus derechos' me llegaron a decir. ¿Y los míos?".
Los okupas, como en casa
La situación ya no es la inicial: "Es curioso porque al prinicipio tenían las persianas bajadas, peronf coorme se fue ese día la Policía, ya no se esconden. Ahora me cuentan que se ponen la música a todo volumen y que el otro día estos okupas tenían una fiesta montada con un grupo de niñas jóvenes en mi propia casa. Serían unos quince en total, pero es que yo no puedo ni acercarme".
Mientras unos disfrutan, otros no pueden ni pisar ni recibir dinero por su casa, que estaba en este estado: "A ver, esta casa estuvo en subasta, pero es nuestra desde hace 20 años. Deberíamos estar ahora allí de vacaciones y resulta que nos quedamos en Valencia sin poder ir a nuestro adosado frente a la playa".
Sin un final a la vista
"Me han dicho que no les llame más, que más no pueden hacer. No sabía que esto era así. Se debería poder hacer algo. Los propietarios también tenemos derechos", denuncia Pilar, que espera poder acabar con todo pronto. Una vez el desalojo no se produce al momento, todo tiene que hacerse por la vía judicial, que es considerablemente más lenta.
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