Sociedad

Historias para no dormir

¿Cree usted lector en fantasmas? ¿En la existencia de espíritus? ¿Incluso de espíritus que nos acosan? ¿En lo paranormal? Si su respuesta es negativa, lo mejor es que no siga leyendo; si es lo contrario, pase a recorrer estas líneas

Historias para no dormir
Historias para no dormirlarazon

¿Cree usted lector en fantasmas? ¿En la existencia de espíritus? ¿Incluso de espíritus que nos acosan? ¿En lo paranormal? Si su respuesta es negativa, lo mejor es que no siga leyendo; si es lo contrario, pase a recorrer estas líneas.

Casas, mansiones, edificios, castillos, calles, oscuros rincones, senderos, carreteras... Existe una auténtica geografía de lo siniestro, del terror. Todos esos enclaves, o casi todos, vinculados a episodios o mitos que surgieron de sucesos escalofriantes. No hay excepciones ni santuarios, cualquier rincón del mundo es propicio. También España, claro, vieja nación, con siglos sombríos, de meigas y maldiciones, capaz de que las leyendas, estas también negras, atraviesen los siglos y desemboquen en la contemporaneidad.

El miedo es libre como también la determinación, casi obsesión, humana por explicar aquello que no se puede o que no se debe explicar. ¿Por qué importunar a quien no quiere ser molestado? Lo racional se topa a veces con un muro sobrenatural por más que la mente insista en que los ojos y los oídos engañan, que no puede ser y no será. La razón no puede comportarse como una jaula clausurada bajo siete candados con siete llaves, sino como un espacio abierto, donde todo es posible mientras no se demuestre lo contrario. Pero, ¿puede caber todo, sin límites físicos ni morales? Las respuestas son complejas y están donde están.

Las casas encantadas o embrujadas jalonan la vieja piel de toro. Las hay de todo tipo y condición: con fantasmas, legatarios involutarios de crímenes atroces, antiguos hospitales mentales, pueblos abandonados que fueron diezmados por epidemias (Ochate, Burgos), mansiones deshabitadas con presencias espectrales hasta teatros que hoy son discotecas (Joy Eslava, Madrid).

No son pocas más allá de que su popularidad esté o no condicionada por el entorno o por el grado de temor que genere. No hay estadísticas, pero la nómina es casi interminable sobre otra igual cascada de testimonios y experiencias. El Cortijo Jurado (Campanillas, Málaga), Palacio de los Amézaga (Güeñes, Vizcaya), Palacio de Linares (Madrid), Casa Lercaro (La Laguna, Tenerife), Sanatorio de la Alfaguara (Alfacar, Granada), Preventorio de Aigües de Busot (Alicante), Casa de los miedos (Guía, Gran Canaria), Casa de los Bayón (El Rayán, Asturias), Masía Can Busquets (Sils, Gerona), Hospital «La Cigüeña» (Valencia), Casa de las Sirenas (Sevilla), Hospital del Tórax (Tarrasa, Barcelona), Hospital Verge del Toro (Mahón, Menorca) son nombres y destinos para no olvidar. Pasen y vean. Visítenlos... si se atreven.