Entrevista

Joseph Bavaria: «La cirugía te permite curar al paciente 'in situ', con tus propias manos»

Joseph E. Bavaria, jefe de servicio de cirugía cardiovascular del Hospital Universitario de Pensilvania (Penn Medicine), es uno de los 10 mejores cirujanos cardíacos de EE UU, y su gran especialidad son las intervenciones de aorta. Acumula la friolera de 9.000 cirugías a lo largo de su carrera.

entrevista a un cirujano cardiovascular americano, Dr. Joseph E Bavaria
cirujano cardiovascular americano, Dr. Joseph E Bavaria. David JarDavid JarFotógrafos

En Estados Unidos, Joseph E. Bavaria es una institución. No solo porque es uno de los cirujanos que, probablemente, más pacientes haya operado del corazón en todo el país (por encima de 9.000) sino porque es especialista en una de las intervenciones más complicadas: la disección aórtica. En la actualidad, es el jefe de servicio de cirugía cardiotorácica del Hospital Universitario de Pensilvania (Penn), uno de los dos grandes centros hospitalarios de Filadelfia, junto con el Jefferson Hospital, y el fundador y director del centro especializado en cirugías de la aorta Penn Aorta Center.

Ha visitado Madrid esta semana para participar en el acto de homenaje que celebró la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE) por el 70 aniversario de la primera operación «a corazón abierto» del mundo –que tuvo lugar el 6 de mayo de 1953 en el Jefferson Hospital de la mano del doctor John Gibbon, que inventó y desarrollo, junto a IBM, la primera máquina de circulación extracorpórea (CEC), dado que su función era crear una nueva circulación sanguínea fuera del cuerpo–. La máquina, más conocida como by pass cardiopulmonar, cambió el curso de la cirugía cardiovascular, y de la historia de la Medicina. Gracias a ella, cada año se salvan cerca de 25.000 vidas solo en España.

¿Cómo ha influido el hito de Gibbon en su carrera?

Trabajo en el Hospital Universitario de Pensilvania, que es uno de los dos grandes sistemas hospitalarios de Filadelfia. El Hospital Jefferson está a unos 2 km. Ambos se encuentran en medio de la ciudad. John Gibbon estuvo originalmente en Penn antes de la 2ª Guerra Mundial, y durante, y luego fue transferido a Jefferson unos años después del final de la contienda. Su legado se siente en ambas instituciones. Sus logros han influido en mi carrera desde dos perspectivas. La primera, la enseñanza de que la determinación y la perseverancia pueden permitirle a uno cambiar el mundo. Aunque falles muchas veces, lo importante es seguir intentándolo. La segunda, como recordatorio de que a veces el progreso exige rasgos de personalidad significativos para poder superar la adversidad. Lo que hizo Gibbon fue casi sobrehumano para la época. Tuvo que descifrar todos los aspectos de la circulación artificial que ahora se dan por sentados: cómo drenar la sangre del cuerpo, cómo bombearla de nuevo, cómo oxigenar la sangre venosa cómo evitar la coagulación de la sangre en contacto con los circuitos, etc.

¿Había muchos riesgos de operarse de alguna patología del corazón en aquella época?

Claro, muchísimos. La mortalidad era del 34% en 1955 pero, tan solo cuatro años después, en 1959, ya había bajado al 22%. Lo que recordamos y homenajeamos como primera cirugía «a corazón abierto» fue la primera exitosa, pero Gibbon perdió a cuatro pacientes antes de esta, intentando encontrar una solución. El primer modelo de la máquina de circulación extracorpórea que construyo, aunque relativamente exitoso en la experimentación con animales, fue ineficaz para apoyar el sistema de derivación cardiopulmonar total en volúmenes lo suficientemente grandes como para soportar a un ser humano. De hecho, después de conseguir su objetivo con el Modelo II, Gibbon dejó la cirugía porque, según se cuenta en sus memorias, no podía soportar más muertes a sus espaldas. También es importante destacar que ni Gibbon ni IBM hicieron ninguna patente sobre la máquina, si no que cedieron la investigación al mundo de manera altruista. Este dato es esencial para entender por que se expandió su uso tan rápidamente, lo que permitió salvar millones de vidas. (En España, la primera operación «a corazón abierto» la realiza el joven cirujano Gregorio Rábago Pardo (28 años) el 10 de diciembre de 1958 en la Clínica de la Concepción (actual Fundación Jimenez Diaz).

¿Conoce o tiene contacto con algún paciente de Gibbon?

Si. El año pasado tuve el privilegio de operar a una de sus primeras pacientes, Joanne Wiszneski, 64 años después de que él y el Dr. Templeton la intervinieran usando la máquina de circulación extracorpórea. Joanne padecía un defecto congénito poco frecuente que afecta al flujo normal de sangre que llega al corazón, llamado Tetralogía de Fallon. La operaron cuando tenía 8 años, en 1958, y yo la volví a intervenir el año pasado, con 72 años, para reemplazarle las válvulas aortica, mitral y tricúspide. Hablé con ella sobre si recordaba a los dos cirujanos y me dijo que si, que fueron muy amables y le explicaron a ella y a su padre lo que iban a hacer. Recordaba estar muy asustada antes de la intervención, y que los doctores y su familia la ayudaron a confiar en el éxito de la operación. Estaba tremendamente agradecida de que le hubieran salvado la vida y permitido tener hijos, y nietos, y vivir una vida plena.

¿Por qué se convirtió en cirujano cardíaco?

La especialidad me cautivó desde el primer momento que ingresé en la escuela de Medicina: la cirugía te permite arreglar el problema de un paciente 'in situ', con tus propias manos, sin tener que esperar a que funcioné un tratamiento. Y eso engancha mucho.

¿De qué logros profesionales está más orgulloso?

Son varios. Por un lado, de haber contribuido, durante 25 años a la mejora de los resultados en el tratamiento de la disección aórtica, una condición letal que, gracias a mi trabajo y al de muchos otros profesionales, ha mejorado radicalmente su pronóstico a nivel mundial. También estoy muy orgulloso de mi contribución a la expansión y liderazgo de la adopción temprana del uso radical de los enfoques endovasculares en la cirugía y el tratamiento de la aorta torácica (TEVAR). He escrito muchos artículos y publicado muchos manuscritos sobre este tema. Por otro lado, he participado en el desarrollo de tecnologías de válvulas cardíacas transcatéter (aórticas) (TAVI), incluido el desarrollo de la válvula mitral transcatéter. Sin embargo, quizás lo más importante para mí fue mi elección como 52º presidente de la Sociedad Americana de Cirujanos Torácicos (STS, por sus siglas en inglés) entre 2016 y 2017. Se trata de la asociación profesional de cirujanos cardíacos más grande del mundo, y tiene un amplio impacto global.

¿Cuál es su día a día como cirujano cardiovascular?

Trato aneurismas de la aorta torácica y reparo o reemplazo válvulas aórticas. He completado más de 9,000 cirugías cardiacas, 6.000 de las cuales han incluido terapias de válvulas cardiacas. Tengo un interés particular en la enfermedad de la raíz aórtica, incluido el impacto del síndrome de Marfan – una enfermedad congénita que suele provocar alteraciones en los ojos, el esqueleto, el corazón y los vasos sanguíneos– y otros trastornos genéticos.

¿Cuál es la patología cardiaca susceptible de intervención quirúrgica con mayor prevalencia?

La mayoría de los casos que yo veo son de valvulopatía aórtica y aneurismas, dos condiciones que se suelen presentar juntas. El procedimiento estándar es intervenir y realizar una sola cirugía cardíaca reconstructiva en estos pacientes con enfermedad combinada de aneurisma aórtico y valvular. Ese es el protocolo que indican las Guías Aórticas y Valvulares publicadas tanto por el American College of Cardiology (ACC) y la American Heart Association (AHA), en EE UU, como por la Sociedad Europea de Cardiología y la de Cirugía Cardiotorácica. Estas pautas proporcionan una hoja de ruta respecto a cuando está indicada esta cirugía para tratar el proceso de la enfermedad.

En su opinión, ¿cuál sería el siguiente paso en cirugía cardiotorácica?

Creo que hay dos. El primero es realizar operaciones en las que la recuperación pueda ser mejor y más rápida. Esto requerirá una comprensión más profunda de cómo los seres humanos responden a la cirugía y cómo podemos modificar esa respuesta. El segundo es tratar las enfermedades cardíacas con nuevas y revolucionarias técnicas endovasculares y endocardíacas sin comprometer la eficacia y durabilidad de la reconstrucción. Este es nuestro desafío a medio plazo.

¿Habrá un corazón artificial en el futuro cercano?

Nunca se ha dejado de perseguir el sueño de lograr un corazón artificial total, pero las investigaciones en esa línea han mostrado que la sustitución completa de este órgano es muy compleja. Quizá no podremos llegar nunca a imitar a la biología