La opinión de Paloma Pedrero
Jubilados forzosos
Los mayores del parque están jubilados, encantados de estarlo. En general, no han tenido trabajos felices, así que, al menos, no sufren esa carga. Sí la de la invisibilidad del mundo.
«Esta sociedad ingrata, te jubila y te quita los mapas de la vida», ¿Quién decide cuándo caduca el talento? «Seguiré haciendo cosas en defensa propia y en defensa de los mayores que no se resignan a la esquina del olvido». Lo dice un poeta, por eso algo tan terrible suena bello. Si nuestro Serrat, ese cantautor y banda sonora en la vida de varias generaciones, ese hombre con los máximos reconocimientos oficiales y populares, siente que ya no cuentan con él como antes, que le quieren invisibilizar, que la sociedad empuja a los mayores a la soledad y el aislamiento, qué no sentirán los millones de seres longevos sin reconocimiento ni voz que habitan estas ciudades crueles.
Ahora en verano los veo mucho en los parques, algunos se sientan solitos en un banco con «bicicleta» y pedalean despacio mientras observan a la gente pasar. Otros, sobre todo otras, charlan animadamente, pero hay un momento estremecedor; ese en el que la noche las levanta y cada una camina para un lado diferente.
¿Adónde irán? Lo sé, a su casita, aunque allí, lo sabemos, no les espera nadie. Van calladas, su móvil no suena. ¡Me mata que no suenen sus móviles! Y, sin embargo, aguantan, siguen envejeciendo con dignidad. Ellos, los solos, lo llevan peor, pobres.
Los mayores del parque están jubilados, la mayoría encantados de estarlo. En general, no han tenido trabajos felices, así que, al menos, no sufren esa carga. Sí la de la invisibilidad del mundo.
La forzosa jubilación de la vida en la mirada de los otros. ¿Y qué pasa con los que no se quieren jubilar de su trabajo? ¿Y esos que la fortuna los llevó a sustentarse haciendo lo que amaban, como Serrat? Pues que también les quieren jubilar. Parece que los que llegan con su cetro nuevo no encuentran espacio para los anteriores. Parece que actúan como si el talento caducase según su arbitrio. El edadismo actual en la cultura y el arte es el escenario angustioso de la insolencia. Yo ya lo vivo. Y lo denuncio.