América

Río de Janeiro

La denuncia de la caza furtiva le costó la vida

El activista español asesinado en Brasil había tenido discusiones con cazadores y ganaderos

El español asesinado en Brasil, Gonzalo Alonso Hernández
El español asesinado en Brasil, Gonzalo Alonso Hernándezlarazon

Era un gran directivo que viajó a Brasil para trabajar con Telefónica, con todo tipo de lujos, escolta incluida. Eran los años de la gran expansión de las empresas españolas en Brasil, donde las multinacionales ibéricas encontraron su particular «Dorado». Sin embargo, con el paso de los años, el biólogo español Gonzalo Alonso Hernández se fue quedando atrapado por la belleza del entorno natural hasta que en 2005 decidió dejar su puesto y dedicar su vida a proteger la biodiversidad del país.

Pero esta decisión le costó caro, porque en la selva brasileña impera la ley del más fuerte. Es una tierra donde los madereros llevan siglos protegiendo sus intereses a machetazos. Alonso Hernández es un ejemplo de ello. Su cuerpo sin vida fue hallado con varios impactos de bala en la cabeza en una cascada del parque estatal de Cunhambebe, en el distrito de Lídice, a 170 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro, donde vivía con su esposa, Maria de Lurdes Pena Campos.

El biólogo, que será enterrado en Brasil, según informaron a Efe fuentes del consulado español en Rio de Janeiro, trabajaba en el Instituto Terra y prestaba servicios de consultoría en asuntos ecológicos en el Consejo Municipal de Medio Ambiente de Lídice.

Su esposa declaró que había tenido serias discusiones con cazadores furtivos, extractores de palmitos y ganaderos que operan de forma ilegal en Cunhambebe, y provocan incendios para ganar espacio en el citado parque nacional.

A la viuda le parece simbólico que Gonzalo fuese ejecutado en su casa y que su cuerpo fuese arrojado a una cascada de agua del parque cuya protección llevaba defendiendo desde hacía ocho años. Ella no tiene la menor duda de que el crimen ha sido cometido por los que se sintieron tocados por su denuncia.

En sintonía, el comisario Marco Antonio Alves, a cargo del caso, declara que «Alonso Hernández defendía especies en extinción, combatía la caza predadora en el parque y hay testigos que han dicho que eso estaba molestando a muchas personas». La Policía confirma que de la casa del biólogo asesinado sólo despareció el ordenador, probablemente para eliminar las huellas de sus denuncias en el campo ambiental.

Éste es el segundo asesinato este año de un activista medioambiental tras el de Jairo Mora, el 31 del pasado mayo, en Costa Rica, que trabajaba en defensa de las tortugas marinas.

Generalmente, el objetivo de los madereros ilegales son los indígenas, y en algunos casos han llegado a masacrar a tribus enteras para favorecer sus intereses. Por ejemplo, en la frontera de Brasil con Perú, fruto del contacto con los madereros y de la vulnerabilidad frente a las enfermedades, ha muerto el 50% de los murunahua.

Exterminio de ecologistas

La defensa del medioambiente en Brasil se ha cobrado más de 1.500 muertos desde 1985. Los autores de esas muertes no tienen en cuenta el perfil de los activistas. En los últimos años, han liquidado desde extranjeros a líderes indígenas, como es el caso de Nisio Gomes, un chamán guaraní que había regresado en 2011 a su poblado junto a seis personas después de que hubieran sido expulsados por terratenientes ganaderos.