Pacientes

La mejor defensa es el ataque de nuestro organismo

«No llegará a Navidades», le dijeron los médicos a Fernando Gómez, que padece un cáncer y dos metástasis. Hoy, este sevillano se encuentra bien de fuerzas y mejor de ánimo.

Fernando Gómez, en la estación de Santa Justa, en Sevilla, tras volver del ensayo clínico al que se somete semanalmente en Pamplona
Fernando Gómez, en la estación de Santa Justa, en Sevilla, tras volver del ensayo clínico al que se somete semanalmente en Pamplonalarazon

«Esto podéis ponerlo: tengo la enfermera más guapa de la Clínica Universidad de Navarra», dice Fernando. «Y eso ayuda a la terapia, ¿verdad?». «¡Es fundamental!», responde. Fernando Gómez, sevillano de 57 años y vecino de Lebrija, se ríe del cáncer. Literalmente. Lo lleva haciendo desde que en septiembre de 2014 le detectaron cáncer de colon en el Hospital Universitario de Valmes, después de que su médico de cabecera le dijera que, en principio, tenía hemorroides. No dejó de sonreír cuando, además de detectarle el tumor, le confirmaron que sufría metástasis en el pulmón y en el hígado. Conservó la entereza después de una sesión de radioterapia «en la que no me morí de milagro». Y tampoco se vino abajo cuando le dijeron, ya en 2015, «que no hiciera planes para Navidades, porque no iba a llegar: me quedaban tres meses». «El ánimo nunca lo he perdido. No me da miedo la palabra ‘‘cáncer’’. Ni siquiera en los primeros momentos. Lo afronto y mi día llegará cuando tenga que llegar», confiesa Fernando, que tuvo que darse de baja de su puesto como funcionario en la Policía Local de Sevilla. Fueron sus ganas de luchar las que le empujaron a buscar una segunda opinión. Y la encontró en la Clínica Universidad de Navarra (CUN). Primero, se sometió a una operación de colon que, con anterioridad, los médicos habían rechazado porque su tumor era inoperable. Y segundo, abrazó la que es la última esperanza de muchos pacientes que luchan contra el tiempo: un ensayo clínico. Ya lo era antes, pero ahora no le faltan motivos para ser más optimista que nunca. Su principal aliado es el tratamiento que más confianza despierta a día de hoy en la comunidad médica y científica: la inmunoterapia. En resumen, se trata de activar de nuevo aquellas células de nuestro sistema inmune, nuestras defensas naturales, que han fallado a la hora de «atacar» el tumor.

Como explica el doctor Mariano Ponz-Sarvisé, de la Unidad de Oncología Gastrointestinal de la Clínica Universidad de Navarra, a Fernando se le están administrando «la combinación de dos fármacos de inmunoterapia, uno de ellos ya aprobado y otro que se encuentra en fase de estudio, que va dirigido contra una proteína del tumor». Algunas células cuentan con un receptor clave a la hora de que el sistema inmune se active contra las malignas, pero el cáncer cuenta con varias estrategias para inhibirlo. «Estos fármacos son como un botón de ON/OFF del sistema inmune», explica el doctor. De los 211 estudios activos en 2016 en el centro navarro, 185 eran ensayos clínicos, en los que se han reclutado hasta 1.113 pacientes. Como afirma el doctor Ponz-Sarvisé, hay «lista de espera». Reciben a pacientes de zonas limítrofes: San Sebastián, Logroño, Burgos...

Fernando ya tiene su rutina semanal. Todos los martes coge al AVE en dirección a Pamplona, acompañado de su mujer, de su cuñado o de algún compañero de trabajo. Llega a primera hora de la mañana a la clínica, en ayunas. Le sacan sangre, le hacen pruebas de corazón... y, por fin, le inyectan por vena el tratamiento. «Ni te enteras», dice. Después, viene lo mejor. Se da una vuelta por el casco histórico de Pamplona «y me como mis pinchos y mi chuletón». Y así, hasta la semana que viene. El ensayo empezó el pasado agosto y se prolongará dos años. Ahora mismo, reconoce que se encuentra perfectamente.

En realidad, es el segundo ensayo al que se somete. El primero fue en el Hospital HM San Chinarro, pero los resultados no fueron buenos. ¿Y ahora? La metástasis en el pulmón y en el hígado se ha reducido un 25% y, por el momento, no crece. Además, los marcadores tumorales –las proteínas que secretan las células malignas– se han reducido de más de 1.400 a unas 140. «Esto puede ser un ‘‘bombazo’’ al cáncer», dice Fernando, casi eufórico. «Le estamos tratando la enfermedad en su conjunto», explica Ponz-Sarvisé. «Al contrario que sucede con la radioterapia, este ensayo es sistémico: va a todas las partes afectadas». Y Fernando no es el único beneficiado. «En el ensayo participan un número de pacientes que no es desdeñable, y estamos viendo que los tumores están disminuyendo».

Casado y con dos hijas, Fernando celebra el hecho de que el coste de los ensayos «corra a cargo de la farmacéutica», pero también reconoce que «si no fuera porque mi madre ahorró toda su vida, yo ahora mismo estaría muerto». Por eso, quiere mandar un mensaje de ánimo a todos aquellos que, como él, han visto el fin muy cerca. «Lo mínimo que se puede hacer con los pacientes es ir a un ensayo. ¿Que luego no da resultado? Vale. Pero lo que no se puede hacer es decirte: ‘‘Te vas a morir’’. Aquí te dan una opción. Soy de los que piensan que en la vida hay solución para todo».