Igualdad de género
“Las carreras STEM tienen un paro bajo y menos en mujeres”
Mesa redonda sobre la igualdad en la ciencia Representantes de distintas entidades educativas inciden en que el futuro del empleo pasa por las carreras de ciencia y tecnología e instan a incentivar a las niñas desde la escuela para que elijan estas salidas profesionales
Mesa redonda sobre la igualdad en la ciencia Representantes de distintas entidades educativas inciden en que el futuro del empleo pasa por las carreras de ciencia y tecnología e instan a incentivar a las niñas desde la escuela para que elijan estas salidas profesionales.
La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo». La frase la pronunció el ya fallecido Nelson Mandela hace décadas pero, aunque a día de hoy nadie ha osado contradecirle, lo cierto es que aún queda mucho camino por recorrer. Entre otras metas, en el horizonte cercano está el reto de aumentar el cuatro por ciento de mujeres que quiere dedicarse a carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), unas especialidades por las que, según todos los expertos, pasan una gran parte de los empleos del futuro. Sobre la mejor manera de mejorar la presencia femenina en esas profesiones versó el debate «Ciencia en igualdad: la mujer en la ciencia» que se celebró en la sede madrileña del periódico LA RAZÓN y que contó con la participación de voces autorizadas en la materia: Federico Morán, director de la Fundación Madri+D; María Jesús García-Alarilla, gerente de la misma entidad; Enrique Maestu, presidente de la Asociación de Colegios Privados e Independientes (Cicae); Rubén Durán, jefe del área de Formación del Profesorado y Relaciones Institucionales del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (Intef), dependiente del Ministerio de Educación; y Lola González, directora de la Semana de la Educación, la feria más importante del sector en España, que se celebra en Ifema desde el miércoles hasta el domingo. El coloquio estuvo moderado por Rocío Ruiz, jefa de sección del diario.
La primera cuestión a tratar estaba clara. ¿Por qué hay menos mujeres en la ciencia? Entre otras cosas, los presentes destacaron que faltan referentes debido a la escasa visibilidad que tienen estas profesionales. «La mujer ha faltado en muchísimos libros de texto y también en los medios de comunicación», lamentó Durán, a lo que García-Alarilla añadió que esto hace que las niñas «no tengan ídolos, y por eso no lo ven como algo divertido». Por su parte, el presidente de Cicae aseveró que en el fondo es una cuestión «cultural», no de acceso a la educación: «La sociedad debe generar expectativas a las mujeres en esa dirección». Sin ir más lejos, la semana pasada, la estadounidense Karen Uhlenbeck se hizo con el «Nobel» de Matemáticas (el Premio Abel) por sus investigaciones en la intersección con el mundo de la Física. Es la primera que lo consigue.
Sin embargo, Morán quiso puntualizar que la falta de representación femenina no se da en todas las carreras científicas por igual. «Cuando, culturalmente, el área sanitaria empezó a interesar a las mujeres, arrasaron», añadió Maestu. De hecho, en Medicina, hoy ellas son mayoría. Por eso, Durán señaló que las carreras tecnológicas y las ingenierías son las que deben centrar los esfuerzos de las administraciones e instituciones para incrementar la presencia femenina: «Las ciencias tienen que ser enseñadas de una manera práctica, aplicadas a contextos reales, que se vea el favor que se hace a la sociedad. Probablemente eso haga que las niñas se suban más al carro».
En cuanto a las posibles soluciones, los expertos apuntan a que la responsabilidad pasa por las familias y las escuelas. Es decir, las personas que llevan la batuta cuando las pequeñas dan sus primeros pasos. «Para despertar vocaciones científicas y tecnológicas hay que hacerlo desde las primeras etapas de la escolarización, que es cuando hay que empezar a romper unas barreras que a veces están en las propias familias», indicó González. Por su parte, Maestu criticó la manera en que se enseñan las asignaturas científicas en colegios e institutos en España: «Lo primero, se dan en otro idioma. Resulta que decidimos que se impartan en un idioma que no entienden, a pesar de que tienen una función básica: generar capacidad de observación y de análisis. Si quieren bilingüismo que usen asignaturas sin contenido».
Otro punto importante es la formación del profesorado, aunque, como explicó el representante de Intef, quizás haya que enfocarlo más bien desde el punto de vista de la «concienciación»: «Los docentes tienen muchos recursos y materiales, pero falta entender que existe un problema». ¿Cómo hacerlo entonces? Para la directora de la Semana de la Ciencia, esto pasa por la adaptación de la metodología de enseñanza a un modelo que potencie las habilidades e involucre «la creatividad de los niños de una manera mucho más transversal y rica». «Hay modelos que te proponen averiguar qué sabes hacer con lo que has aprendido, no qué sabes repetir. Hay que volver a la pureza, a la observación, al análisis, al razonamiento y a la crítica: hacer pensadores», enfatizó Maestu, que explicó que, en su opinión, uno de los principales problemas del sistema educativo es, precisamente, que es «un sistema»: «El Estado, cuando regula para que los demás no se equivoquen, igual es el que nos equivoca a todos».
Y es que los datos hablan por sí solos: en el futuro, las mayores posibilidades de empleo estarán en las carreras STEM. Por ello, muchas profesiones ya se están preparando poco a poco para la llegada del huracán femenino: «Una chica que trabajaba en navieras y petroleras me decía hace poco que cuando empezó no había ni baños para ella porque era la única mujer. Ahora sí que los hay», contó la gerente de Madri+D. «Las carreras STEM tienen un paro bajísimo y en mujeres mucho menos. Son puestos de mucho nivel económico, pero no las dejamos llegar ahí, las paramos antes. ¿Cómo vas a hacer una carrera de ocho años?, les dicen sus padres. Porque seguimos pensando a largo plazo y yo eso lo achaco mucho a la sociedad», recordó García-Alarilla. «Si se hace una buena política de popularización del interés que tiene todo lo relativo a este área las mujeres van a romper estas barreras porque no tienen ningún problema de capacidad», dijo Maestu, a lo que
Morán añadió que es necesario trabajar en la idea de que «la demanda de empleo en el futuro va en esa línea».
Con las estadísticas en la mano, lo cierto que la progresión no invita al optimismo. «Hace no muchos años, en carreras como Ingeniería Informática las mujeres eran el 50 por ciento y en 2018 el porcentaje está por debajo del 15», subrayó Durán. Y esta tendencia también tiene que ver con la precariedad de los investigadores: «Estadísticamente, las mujeres tienden a formar una familia hacia los 34 años. Los hombres lo hacen un poco más tarde. Cuando entras en la investigación sabes que tienes muchos años de “becas flacas”. Ese meritoriaje largo está desincentivando a muchas mujeres», dijo Maestu. Por ello, todos los presentes apelaron a que hacen falta políticas que acaben con la precariedad del sector. «Si quieren, pueden, pero hay que ayudar a que quieran poder», aseveró González.
Opiniones aparte, lo que está claro es que la falta de mujeres en profesiones científicas y tecnológicas no es una cuestión de falta de capacidades. «Mi experiencia en mis 40 años de carrera profesional es que las mujeres tienen mayor capacidad para estudiar: esfuerzo continuado, organización personal, saben distinguir mejor lo fundamental de lo accesorio. No conozco ni una sola barrera que no hayan podido superar», recordó Maestu. Asimismo, González lamentó que los estudios aún muestran un «autosabotaje» por parte de las niñas: «Teniendo habilidades, no se plantean optar por una carrera científica porque su familia no las apoya, porque les parece que es una carrera costosa, porque ellas mismas no se ven con la capacidad de desempeñar algo tan difícil».
Por eso es importante que se acostumbre a la ciencia desde bien pequeñas: «Vamos a acercarles la ciencia, igual empiezan a codiciarla», dijo Maestu.
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