Abusos a menores

Las niñas que luchan contra el matrimonio infantil y el acoso

Sabina y Shatabdi viven en Nepal e India. Las dos pelean por los derechos de las niñas, mientras Yadis lidera en Colombia acciones por la paz

Yadis, Shatabdi y Sabina han viajado a Madrid con Plan Internacional. El lema de la campaña es «Mueve un dedo», el anular, en concreto, donde se lleva la alianza
Yadis, Shatabdi y Sabina han viajado a Madrid con Plan Internacional. El lema de la campaña es «Mueve un dedo», el anular, en concreto, donde se lleva la alianzalarazon

Sabina y Shatabdi viven en Nepal e India. Las dos pelean por los derechos de las niñas, mientras Yadis lidera en Colombia acciones por la paz

Sus gestos hablan por ellas. Sus miradas analizan cada pequeño detalle de su entorno. Se ríen entre ellas. Son risas cómplices, de niña a niña, de activista a activista. No comparten nacionalidad, ni idioma, pero se entienden. Ninguna alcanza los 18 años, pero se han convertido en líderes dentro de sus comunidades. Las tres luchan por los derechos de las niñas, esos derechos que hasta hace poco creían no tener. Todo gracias a los programas que Plan Internacional ha implantado en cada uno de sus países dentro del programa «Por ser una niña» que iluminará de color rosa importantes edificios de todo el mundo el próximo martes, Día Internacional de La Niña.

Sabina es la mayor de las tres. Es de constitución frágil, pero su compromiso con los derechos de las niñas le ha convertido en toda una líder dentro de su pueblo, Tetariya, al este de Nepal. Tiene 17 años, pero desde los 11 está implicada en los proyectos de Plan Internacional en su zona. Su infancia no empezó siendo fácil. Su padre era el foco de las críticas de toda su comunidad por no tener descendencia masculina. Sabina tiene dos hermanas y «los vecinos le decían a mi padre que se iba a quedar sólo, que no iba a tener futuro porque todas nosotras nos íbamos a casar y le abandonaríamos», pero al contrario de lo que podría haber hecho, su progenitor rechazaba cada una de esas críticas e impulsaba a sus hijas, «para que siguiéramos nuestros sueños». Éste fue uno de los motivos que ayudaron a esta adolescente a abandonar su timidez y a entrar en uno de los «clubes» que la ONG tiene en su región. «En mi país las chicas son de segunda clase. No luchan por sus derechos porque no saben que los tienen». Es cierto, como explica, que «chicos y chicas vamos juntos a clase», pero cuando suena el timbre la cosa cambia. «En las casas, nosotras nos convertimos en actores secundarios. Debemos prepararles la comida y esperar a que ellos terminen antes de empezar nosotras. ¡Ah! Y si ellos se acaban la comida no se hace más. Te quedas sin comer», asevera.

Fueron todas estas actitudes las que la llevaron a alzar la voz y luchar por uno de los principales problemas que aún persiste en su país: el matrimonio forzoso. Salvo su familia, nadie apostaba por ella, pero su cabezonería ganó. Su primera acción de concienciación fue una dramatización callejera. «Me hice pasar por una niña de 13 años a la que sus padres obligaron a casarse con la persona que ellos habían elegido. Mi personaje se quedó embarazada y murió dando a luz». Les impactó tanto en seguida, que otras niñas se sumaron a su causa y, desde entonces, además de las obras callejeras también van puerta por puerta hablando con las familias para «hacerlas comprender que no pueden obligar a sus hijas a casarse tan jóvenes». Sufren amenazas y presiones por ello, pero ellas no ceden.

La labor de Sabina complementa la campaña que Plan Internacional lanza este año en contra del matrimonio infantil bajo el lema «Mueve un dedo», en alusión al dedo anular donde se coloca la alianza.

En la India también tienen problemas con estas uniones forzosas, pero sin duda una de las principales amenazas a las que se enfrentan las niñas de este país es el acoso que sufren en trayectos tan cotidianos como ir al colegio. Shatabdi tiene 15 años pero, a diferencia de otras niñas de su edad de otros lugares del mundo, salir a la calle sola a jugar no le estaba permitido. Decidió dar un paso al frente y luchar por los derechos de las niñas. «En mi país, el acoso en las calles está aceptado y mis padres me decían al principio que no me metiera en estas reivindicaciones que si veía algo simplemente bajara la cabeza y siguiera andando», pero ella no lo aceptó. Y lideró una propuesta: los «safety walks» (caminos seguros). Grupos de chicos y chicas van observando los puntos de cada ruta que pueden ser conflictivos y hablan con los vecinos para ganarse su confianza y que se conviertan en puntos donde las niñas se pueden sentir a salvo. «Conseguí reunir a las autoridades de mi zona y plantearles nuestros problemas». Y la hicieron caso.

Yadis tiene claro a lo que se quiere dedicar en un futuro: «Seré ministra de Educación porque sólo a través de la enseñanza de calidad podemos conseguir que en mi país tengamos mejores médicos e ingenieros y que mi país crezca». Esta colombiana de 15 años supera el metro ochenta y se ha convertido en toda una líder dentro de su comunidad. «Hemos trabajado dentro de un proyecto llamado ‘‘Construcción de paz’’ por el que un grupo de jóvenes hemos expuesto qué es para nosotros la paz, que queremos convivir sin miedo a perder la vida por un artefacto explosivo». Sus reflexiones no sólo se escucharon en su comunidad sino que formaron parte de las conversaciones que el presidente Santos y las FARC mantuvieron en La Habana, durante sus negociaciones del acuerdo de paz.