Comunidad de Madrid
Los perros guía de la ONCE: 25 años al servicio de la integración social
Hoy es el último día para ver una exposición en El Retiro que muestra cómo trabajan los 252 perros guía que están en activo en la Comunidad de Madrid y cómo ha sido su proceso de formación
Hoy es el último día para ver una exposición en El Retiro que muestra cómo trabajan los 252 perros guía que están en activo en la Comunidad de Madrid y cómo ha sido su proceso de formación
«Somos dos seres vivos que acaban siendo uno», afirma Lucía Gil, presidenta de la Asociación de Usuarios y Amigos del Perro Guía de Madrid. A ella le resulta muy difícil pensar en su día a día sin la ayuda de su fiel compañero. No es la única. Hoy en España hay 1.058 perros guía.
Estos canes de la ONCE llevan un cuarto de siglo siendo la brújula de miles de personas invidentes en nuestro país. Para poner de relieve su labor, la Fundación ONCE del Perro Guía ha puesto en marcha la exposición «25 años caminando juntos». Hoy sábado es el último día que se podrá disfrutar de ella en la Casa de Fieras de El Retiro. Su objetivo es dar a conocer la importante labor social que estos animales llevan a cabo y el esfuerzo incansable que realiza la fundación para mejorar la calidad de vida de los usuarios que requieren este servicio.
Matilde Gómez Casas, directora gerente de la Fundación ONCE del Perro Guía, asegura que «queremos contar a través de la exposición nuestra propia historia. Nacimos para evitar que las personas invidentes tuvieran que desplazarse a otros países a buscar perros guías porque aquí no había escuelas de adiestramiento». Un proceso nada sencillo que se divide en cuatro partes fundamentales, las mismas que conforman la exposición. «Mostramos en cuatro zonas diferenciadas cómo es el proceso del perro guía, desde que nace hasta que está acompañando a una persona ciega. Primero, la fase de cría, después la elección de las familias educadoras de la Comunidad de Madrid. Más tarde –cuando han cumplido el año o los 14 meses– la fase de entrenamiento e instrucción. El siguiente paso es decidir con qué persona ciega se quedará a través de diversos factores: dónde vive, cómo se orienta, su peso... La cuarta y última etapa es la del perro ya ubicado en su nuevo hogar».
Los canes se entregan, de manera gratuita, a los usuarios ciegos totales o con discapacidad grave que lo solicitan. El coste que tiene formar a un perro guía asciende a más de 30.000 euros y la demanda es muy alta. Supone un enorme trabajo encargarse de buscar apoyo económico, tramitar las ayudas, criar e instruirlos... Sin embargo, «la satisfacción es increíble», afirma Gómez Casas. «Ver cómo una persona recibe a uno de nuestros perros te llena de alegría. Cuando te vuelves a encontrar con ellos y te cuentan cómo valoran lo que tienen y el esfuerzo que se ha hecho, no hay palabras. El perro va a pasar contigo 24 horas al día 365 días al año. La gente a veces no puede creer la diferencia que existe entre moverse por la ciudad con un bastón a hacerlo con un perro». En este sentido, Lucía Gil asegura que, pese al camino que todavía queda por recorrer, en España se han hecho impotantes avances. «En muchos países los ciegos no tienen tanta facilidad para moverse, trabajar o disfrutar de su tiempo libre. A veces circulas por capitales europeas y no ves apenas personas invidentes».
Ella recibió su primer perro guía hace algo más de dos décadas, en 1995, cuando tenía 41 años. No era ciega de nacimiento, sino que en su juventud perdió la facultad de ver a causa de una enfermedad degenerativa. Con 37 años tomó la decisión de solicitar un perro guía, aunque debió esperar otros cuatro más para poder recibirlo. Tuvo que ir a Rochester (Michigan, EE UU) a por él. «Como había tantísimas solicitudes, mucha gente tenía que desplazarse a otros lugares para poder traer a España al animal entrenado. A pesar de las listas de espera, ahora la mayoría de las personas que lo necesitan consigue un perro guía aquí. Eso es un avance grandísimo». Hasta el momento, Lucía ha tenido tres perros guía. «Más o menos suelen trabajar hasta los 11 o 12 años», asegura. Según cuenta, la relación que se crea entre el perro y el usuario es muy especial. «Se da el nombre de unidad al usuario y al perro y realmente somos eso. Al principio cuesta un poquito la adaptación, cada perro es diferente, tiene una forma distinta de andar, de ser, de jugar... Pero llega un momento en que, cuando sales de casa sin él, sientes que te falta una parte del brazo... La compenetración es impresionante. Detectas qué es lo que quiere por el simple movimiento de su cuerpo y él también entiende cómo estás tú: si te has levantado con el pie izquierdo, si estás contenta, si estás triste...».
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