Sucesos

Más de 18.000 kilómetros buscando a Iván

Juan Durán ha recorrido los rincones más conflictivos de Portugal: ha «comprado» a «gorrillas», convivió con toxicómanos e incluso contrató un dron para localizar a su hijo, desaparecido tres días después que Diana Quer. Pudo sufrir un brote psicótico

La familia, desolada. Juan –el padre de Iván Durán– y su hermana Yudith, con el cartel de alerta por la desaparición del joven
La familia, desolada. Juan –el padre de Iván Durán– y su hermana Yudith, con el cartel de alerta por la desaparición del jovenlarazon

Juan Durán ha recorrido los rincones más conflictivos de Portugal: ha «comprado» a «gorrillas», convivió con toxicómanos e incluso contrató un dron para localizar a su hijo, desaparecido tres días después que Diana Quer. Pudo sufrir un brote psicótico

«Por darle dos besos a mi hijo, olerlo y tenerlo diez minutos conmigo estoy dispuesto a morir. Si no te digo eso te estaría engañando». La soledad, el abandono que asegura sentir este padre por parte de las instituciones ha hecho que haya estado a punto «de ahorcarme en un árbol con el cartel de mi hijo». Quien esta detrás de estas palabras desgarradoras es Juan Durán, padre de Iván, desaparecido el 25 de agosto en Bayona, Galicia. Su caso no tuvo la transcendencia de otros similares porque la desaparición de su hijo, mayor de edad (30 años), fue calificada como voluntaria debido a una nota en la que Iván se despedía de la familia. Lo que no dice esa nota es que Iván sufrió depresión de pequeño. Así consta en el informe médico del psiquiatra que atendió a Juan tras la desaparición de su hijo: «El hijo fue visto en esta consulta a los 12 años con sintomatología depresiva. Familiares con esquizofrenia permiten sospechar la posibilidad de un brote psicótico en el hijo», se especifica en el parte.

Esas tres líneas podrían suponer un vuelco a la investigación, dado que «su desaparición debería considerarse de alto riesgo». Ése es el clavo ardiendo al que se agarra Juan.

«Lo estoy buscando yo solo y eso es imposible. Necesito ayuda». Una búsqueda que comenzó nada más desaparecer Iván. Tras los primeros testimonios que aseguraban haberle visto en el monte, Juan fue a Portugal, donde conoció a un bombero voluntario que le puso en contacto con una periodista de la televisión portuguesa. Hasta entonces, en el país vecino, nadie sabía que había desaparecido un joven tan cerca de su territorio. Tras la emisión del reportaje, todas las pistas apuntan a que está en el país luso. «Me llamó una mujer que regenta el bar Snack sol Dourado en Albufeira junto a su marido asegurándome que habían visto a mi hijo en la compañía de una mujer mayor que él a las 13:00 horas. Dio datos de mi hijo, pero si uno no lo ve... Su marido también asegura que es él. Según la descripción que nos hicieron, entraron en la cafetería de la mano y él lo único que dijo fue ‘‘gracias’’ cuando le pusieron el café. Ella tiene 35 años, 1,60-1,65 metros, entre 58 y 63 kg, media melena morena». «Cristina, la regenta, me dijo que se fijaron en esta pareja porque como ellos ella es mayor que él. Después, al llegar a casa y ver la entrevista en la televisión, la mujer llamó al marido para decirle que era él, el marido opinaba igual».

Esta pista es la que ha llevado a Juan a realizar «18.000 kilómetros por Portugal». «He estado en todos los pueblos desde la mitad del Alentejo al sur, explicando tanto a la Guardia Nacional Republicana (GNR), la Polícia de Seguridad Pública, bomberos voluntarios..., que mi hijo ha desaparecido. He podido estar en 20 pueblos del Algarve y en otros 10-15 pueblos del Alentejo. Me los recorrí todos y mi sorpresa es que cuando llegaba ni la Policía sabía que Iván estaba desaparecido».

También asegura haberle visto un agente de la GNR jubilado, que les dio otro detalle. «Ella, dado el estado de sus dientes, es consumidora de drogas». Aunque Juan y la hermana de Iván, Yudith, aseguran que él no consumía, se agarraron a esta posibilidad. ¿Por qué no? Podría ser que la hubiera conocido por internet y que le hubiera manipulado. Esto cuadra con personas vulnerables, y es que, desgraciadamente, en ciertos casos son manipulados y acaban con gente de entornos que nada tienen que ver con ellos.

Ésa es la última pista a la que se aferra Juan. Por eso, recorre los rincones más conflictivos del país luso. «Si te dicen que tu hijo está con una que se mete, como padre tienes que ir a buscarle. He estado en casas donde duermen y trapichean drogadictos, en los puentes... Busco a mi hijo comprando a los gorrillas y a los taxistas. Puede parecer incorrecto, pero si van conmigo y no aparcan vehículos no tienen para el chute que les cuesta cinco euros, yo les doy 10 o 15 euros».

En este momento de la entrevista, su hija le dice que no debería estar haciendo esto: «Te puede pasar algo, papá». ¿Y qué hago si no?», pregunta él. Sus andanzas por sitios conflictivos le han llevado a conocer a un hombre al que le dieron una apuñalada. Fue a verle al hospital. «Me ha asegurado que va a ayudarme», se consuela Juan. Tiene que sacar las fuerzas de donde no tiene. Nos enseña fotos de uno de sus «colaboradores» a los que llevó de Albufeira a Oporto porque «necesitaba metadona y llevaba seis meses sin ver a su madre. Así al menos pudo hablar con ella». Ése es el círculo de personas que le están ayudando. «Estoy solo en esto», recuerda.

Una soledad que le acompaña desde aquel 25 de agosto. Otro testimonio asegura haber visto a Iván en la estación de autobuses de Oporto. Allí, las cámaras de seguridad podrían verificar si realmente es él o no. Sin embargo, es algo que se tiene que pedir judicialmente desde España. «El fiscal que está para defender al perjudicado, a la parte más débil, ya lo tenía que haber pedido y no lo ha hecho, el problema es que si la desaparición de mi hijo no se califica como lo que es, una búsqueda de alto riesgo, no se tiene acceso a una serie de cosas, como por ejemplo a las cámaras de seguridad. En Portugal no pudieron acceder a ellas para asegurarnos si era él porque el caso en España está como una marcha voluntaria». Juan no puede entender como alguien se puede ir voluntariamente de casa «sin DNI, sin cartilla sanitaria, sin carné de conducir, sin teléfono móvil, sin dinero, con ropa vieja y la puesta». Y aun así, y a pesar de los antecedentes psiquiátricos de su hijo, la búsqueda de Iván sigue sin ser considerada de alto riesgo. La familia baraja tres posibilidades: que le haya dado un brote psicótico y esté desorientado, que haya sido manipulado por la mujer que pudo conocer vía internet y le haya puesto en una situación delicada o una secta.

Juan vuelve a derrumbarse. «Es que estoy completamente solo buscando a mi hijo». «No se busca a un hombre de casi dos metros y 30 años –prosigue–, sino a una persona vulnerable». Juan se siente abandonado por las instituciones. El día que desapareció su hijo, tres días después de que lo hiciese Diana Quer, pidió ayuda. «Las primeras horas son vitales para seguir el rastro. Pero desde el minuto uno nos denegaron medios. Había ocho perros de la Guardia Civil en Galicia con sede en Orense pero estaban en el caso de A Pobra do Caramiñal. Así que mi hija se puso en contacto con la Policía Nacional que también tiene perros de búsqueda. Estaban dispuestos a traerlos, pero no vinieron porque no fueron autorizados. Los perros estaban en jaulas en La Coruña», dice este padre que no puede entender lo sucedido. Pasaron los días y Juan se enteró de que había perros de búsqueda en Burgos, contacté con ellos y al día siguiente los tenía en Bayona. Pero ya había «pasado una semana aproximadamente, por lo que los perros ya no pudieron» seguir ningún rastro.

«Compara la búsqueda de Iván con la de A Pobra (Diana), en una estuvieron todos los perros, CNI, CSI, Infantería de Marina y los guardia civiles pateando monte. En el caso de mi hijo, los agentes que le buscaron no patearon el monte, sólo fueron por carretera, salvo cuatro personas de la Policía Local que sí fueron al monte y a los que se lo agradezco».

«No se nos facilitaron drones ni nada para buscarlo por el monte. Trabajamos con un pequeño dron que contraté yo, a mí no me han dado medios ni justicia». Y es que ésa es otra diferencia de que en la búsqueda se especifique si es una desaparición voluntaria o de alto riesgo. Algo en lo que «la jueza es la autoridad y el fiscal el que debería solicitarlo», precisa este padre. Un progenitor que sólo pide que alguien le ayude.

Sin rastro en el ordenador

Yudith explica que su hermano Iván «se sentía un poco solo, ya que sus amigos se habían ido». «Él es muy reservado, también muy celoso de su intimidad y muy casero». Quizá por este motivo «limpió» todo rastro de su ordenador. «Hicimos un análisis del móvil que tenía, un Samsung Galaxy, de dos discos duros, de la Playstation 3 y hasta de un iPod y descubrimosque los días previos a su desaparición hizo un borrado masivo de datos. Respecto a su navegación en internet, conseguimos encontrar solamente un diez por ciento, dado que navegaba de forma anónima, ya que es un chico joven al que le gustaban los ordenadores», según explica Alejandro Fernández, perito informático de Servidet Soluciones Avanzadas. También descubrieron que la última vez que apagó el ordenador «fue a las 19:19 o que el primer whatssap que recibió en el teléfono móvil, era de su madre, en total un sinfín de datos reflejados en un informe de cerca de 500 páginas que se envió a lo agentes dela Guardia Civil.