Caridad
Bancos de alimentos para mascotas que pasan necesidad
La crisis ha hecho que muchos dueños no puedan mantener a sus perros y gatos.
La crisis ha hecho que muchos dueños no puedan mantener a sus perros y gatos.
Las dificultades económicas derivadas de la crisis y la progresiva precariedad laboral han hecho que cada vez más familias se sientan incapaces de atender las necesidades más básicas de sus mascotas. Alimentar a un can cuesta mensualmente un mínimo de 30 euros, pero puede sobrepasar los 100 euros dependiendo de factores como la consistitución del animal o la intolerancia a ciertos productos. En el caso de los gatos, la inversión mensual ronda los 20 euros. Para prestar apoyo a las familias que no pueden afrontar estos gastos, existen en Cataluña, Madrid, Sevilla, Galicia, León (en la capital y en Ponferrada) y Alicante bancos de alimentos para mascotas.
Miguel Ángel Gutiérrez, presidente de la asociación MásQPerros, una plataforma vecinal que lucha por los derechos de los perros en León y precursora del banco de alimentos para mascotas de la provincia, cuenta que «se creó en diciembre de 2013 y empezó a repartir pienso en enero del 2014. Desde el 2014 hasta ahora se han repartido en torno a 23.000 kg de pienso». Hay dos tipos de acceso: directo, «personas que por su situación familiar o laboral no tienen ingresos, que ya reciben ayudas de otras entidades, que reciben una pensión no contributiva o la renta garantizada»; indirecto, «personas que trabajando o estando en el paro, necesitan esta ayuda –algo que le toca dilucidar a la comisión gestora del banco– y animales en acogida, siempre y cuando la protectora lo solicite».
Una vez que la persona acredita su situación económica, recibe comida para su mascota durante un año, todos los meses. «La idea es ayudar a cuanta más gente mejor. Por eso, cada tres meses hacemos la Operación Saco», que pretende asemejarse a la Operación Kilo del Banco de Alimentos. «En la Operación Saco se recoge pienso de perro y gato y donativos en metálico. A partir de ahí, se va donando. También tenemos una red de establecimientos de recogida de pienso», afirma el presidente del Banco de Alimentos de Ponferrada. Actualmente atienden a 38 familias. «No hemos visto picaresca en estos dos años. Lo más gratificante es cuando la gente deja de venir. Eso significa que su situación ha mejorado». La burocracia ha sido su mayor caballo de batalla. «El objetivo del banco de alimentos es ayudar a las familias que lo pasan mal. Hemos recibido mucho más apoyo de particulares que de la administración, al principio les costó entender lo que realmente queríamos hacer», asegura.
Liliana García Franco, presidenta del Banco de Alimentos para Mascotas de Ponferrada, cuenta que «dependiendo del peso y la raza, proporcionamos a las mascotas una cantidad distinta de comida. Además, nos aseguramos de que los perros que no tienen la vacuna de la rabia, la tengan puesta en un período de tres meses. Si disponemos de dinero se la pagamos nosotros». Recaudar fondos es la tarea más complicada. «Hacemos eventos gratuitos: conciertos, monólogos, galas benéficas... En verano, con las fiestas de los pueblos, no los hacemos porque la gente no está aquí... Nos asusta no tener bastante capacidad para ayudar».
En Madrid, los dueños de mascotas que se encuentran en una situación de necesidad también tienen un «refugio». Concepción Hipólito Arias, fundadora y presidenta del «Banco Alimentos Solidario Movimiento Animalista» (Basma), asegura que su labor consiste en evitar que las asociaciones, cuando están sin recursos económicos, se queden sin comida que ofrecer a las mascotas necesitadas. Lleva tres años funcionando. «Los fondos se consiguen con “teaming”, padrinos de kilos –personas que apadrinan kilos de comida todos los meses, a partir de 5 euros–, mercadillos, ferias de adopción con productos donados o comprados para poder gestionar las ayudas...».
Desde Basma, al contrario de lo que sucede con otros bancos, se trabaja sobre todo con asociaciones, aunque a veces se dan ayudas puntuales a particulares.«La idea del banco surgió a partir de un rescate de unos perros que iban a matar si yo no conseguía un hogar para ellos. Tenía contactos animalistas y me di cuenta de que quedaba mucho por hacer. El abandono no afloja, al revés», asegura Hipólito Arias. Las peticiones han ido en aumento. «El primer año dimos una media de 700 kg al mes, el segundo 1.100 kg y este año vamos por 2.800 kg».
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