Asuntos sociales
El cariño y los besos caninos podrían ser beneficiosos
La Lisozima es una enzima bacteriana que se encuentra en la saliva de los perros y podría ser probiótica para los humanos.
Después de una larga jornada de trabajo la llegada a casa puede ser más emotiva si nos espera nuestro amigo peludo impaciente tras la puerta principal. El perro cuenta con una inteligencia emocional comparable con la de un niño dos años, caracterizada por no ser consciente del tiempo pero sí de quién es su dueño. La clave en el reconocimiento de sus cuidadores reside en la capacidad de olfato: «Los perros saben qué tipo de olor tiene cada persona y si es familiar, provoca en su cerebro un La recompensa incomparable al resto de estímulos», muestra un estudio de Gregory Berns, catedrático de la Universidad de Atlanta.
Así como los más pequeños de la casa gritan de alegría cuando viene su madre, estos animales expresan ese sentimiento de felicidad aunque no lo asuman y muestren de la misma forma que los niños. La diferencia de la concepción de este estado respecto los pequeños habita en que el can es un animal fiel a su manada, hasta el último día de su vida, y no concibe que alguien se marche de manera voluntaria, principal razón de sus exagerados saludos a su familia, la «manada» con la que comparte sus tristezas y alegrías. «Cuando ves a un amigo o a alguien que quieres sientes algo muy parecido a lo que experimenta un perro» afirma Berns.
Otro ejemplo es cuando dejamos a un perro con alguien desconocido para a él. La experta Mary Ainsworth trató el tema conocido como «situación extraña» y confirmó que un perro responde de la misma manera que un niño al separarle de la madre y relacionarle con un extraño.
Una vez dentro del hogar, lamidos y olfateos son la seña de satisfacción de la llegada de su amo, gestos que aprendió antiguamente con sus verdaderos compañeros peludos en su estado salvaje. Después de una larga tarde solo y aburrido, lo más importante para este animal social es compartir la alegría que le proporciona saber que a partir de ese momento podrá jugar y divertirse con alguien. En esta situación es esencial que el ser humano exprese su cariño hacia su mascota e incluso acepte sus «besos», que podrían ser beneficiosos para nuestro sistema inmunológico.
Actualmente, se están llevando a cabo un estudio por parte de investigadores de la Universidad de Arizona para explorar si los perros pueden tener efectos positivos en la salud de las personas. «Los humanos se sienten bien al estar cerca de las personas, pero hay algo más que tenemos que descubrir», afirma Kim Kelly, principal especialista de la investigación. A día de hoy los primeros resultados de la investigación revelan que los perros ayudan a reducir el estrés y la ansiedad, minimizando la problabilidad de morir por enfermedades de corazón. «Gracias a las endorfinas se reduce el estrés y la ansiedad en niños autistas que sólo se relacionan con perros» ejemplifica nuestra experta Tamara Andrés. Por otra parte, ayuda al sistema inmunológico, lo hace más fuerte ayudando a padecer menos enfermedades respiratorias. Por estas razones se espera que los resultados finales del proyecto sean muy positivos.
El trabajo tiene como objeto fundamental descubrir si los perros son «probióticos» para los hombres, es decir, si vivir con un can aumenta la probabilidad del crecimiento de microorganismos positivos en el intestino , mejorando la salud física y mental.
Declaraciones de expertos en venterinaria afirma ese posible resultado positivo gracias a la Lisozima –enzima bacteriana que impide infecciones–,que está en las lágrimas, la saliva, o en la leche materna. Por propiedades positivas, las empresas fabricantes de la leche en polvo infantil la incluyen en su proceso de producción. Esta enzima también se encuentra en los «besos» posiblemente curaivos de los canes. «La Lisozima actúa sobre la pared bacteriana destruyendo bacterias negativas como la llamada ‘‘Bacteria Gram Positiva’’, reduciendo la probabilidad de tener infecciones», informa Andrés.
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