Barcelona

Las aventuras de los Rainbow Warrior de Greenpeace, en un libro

El Rainbow Warrior, en su incidente más recordado, tras ser atacado por agentes del servicio secreto francés en 1985
El Rainbow Warrior, en su incidente más recordado, tras ser atacado por agentes del servicio secreto francés en 1985larazon

Vivir a bordo de un barco surcando los mares no es tarea fácil, y menos si este barco es un Rainbow Warrior, uno de los legendarios barcos de Greenpeace, como explica la activista Maite Mompó, que ha presentado este jueves un libro que recoge sus experiencias a bordo de uno de estos legendarios navíos.

Marinera de cubierta de una de estas embarcaciones durante ocho años, Mompó es la autora de «Rainbow Warriors, historias legendarias de los barcos de Greenpeace», que ha presentado en el Espai Contrabans de Barcelona.

Este volumen recoge más de medio centenar de historias vividas a bordo de las embarcaciones de los navíos de Greenpeace, desde el primer viaje contra las pruebas nucleares de Francia y Estados Unidos en el Pacífico Sur, en 1985, hasta la encarcelación durante dos meses de los «30 del Ártico», en el norte de Rusia.

El velero Rainbow Warrior forma, junto al Artic Sunrise y el Esperanza, una flota de tres barcos en los que los activistas son «testimonios directos y denuncian las agresiones que las grandes corporaciones hacen en la naturaleza», ha afirmado la activista de Greenpeace Virginia Rabal, que ha acompañado a Mompó.

Maite Mompó pasó casi ocho años a bordo de un navío en el que fuera el segundo Rainbow Warrior (el que surca ahora los mares es ya el tercero), y allí descubrió, entre fotografías, pequeños objetos de distintos países, bisutería o pinturas, un «auténtico museo flotante».

La autora ha contado como Greenpeace empezó en el mar, con una pequeña tripulación tripulada por Phyllis Cormach en 1971 que zarpó para luchar contra las pruebas nucleares ya a principios de los setenta, en el que varios periodistas que compartían navegación hicieron llegar la historia de estos activistas al mundo.

Uno de estos periodistas, Bob Hunter, fue el que promocionó el conocido nombre de los buques de la organización ecologista al llevar consigo un libro llamado Warriors of the Rainbow, volumen que recogía varias profecías que «se fueron convirtiendo en realidad».

Del libro a la flota, el primer Rainbow Warrior se encontraba descuidado en un puerto de Londres, donde dichos activistas alzaron las velas y se fueron «directos a por los balleneros islandeses, rusos o españoles», una de sus campañas más emblemáticas.

La campaña contra las pruebas nucleares es solo una de las muchas campañas de la organización, entre las que se encuentran la lucha contra la caza de ballenas, el vertido de residuos tóxicos y nucleares al mar o la protección de los espacios naturales en tierra firme.

Respecto a una de estas acciones -»siempre sin violencia», ha recordado la autora- es donde Mompó ha hecho más hincapié al mostrar una de las desventuras con las que se encuentran los activistas de Greenpeace o de cualquier otra organización «más allá de los piratas o las dificultades meteorológicas».

Y es que según Maite Mompó, los activistas a bordo de los veleros viven en una contradicción social constante al verse condenados a depender de la campaña que protegen para que la gente les apoye o no: «Depende de la campaña te pueden querer o te pueden odiar», ha relatado.

Es el ejemplo de Galicia con la campaña en contra el vertido de residuos al mar, por la que los activistas fueron idolatrados por los gallegos en 2002, pero con la campaña de 2004, en contra de los pescadores del atlántico norte y el pacífico sur, los gallegos respondieron con agresividad al sentir su industria amenazada.

«Esto de ser activista es muy complicado», ha ironizado la activista, que tras contar decenas de historias se ha atrevido con un pronóstico: «Nosotros somos David contra Goliat -ha comparado-, pero ya se sabe, al final, David venció».