Opinión

De padres e hijos

"Lástima de quienes descienden de alguien detestable"

Cambio de estación, por Marina CASTAÑO
Marina Castañolarazon

Los humanos nacemos inútiles, indefensos, cieguitos, sin ninguna capacidad para salir adelante si no es por la intervención de los padres o, al menos, de la madre, que es lo que primero que ven al mes de nacer, sobre poco más o menos; los ojos de su progenitora es lo que sus infantiles retinas perciben cuando se les va despertando la capacidad de visión. Es bonito y curioso ver la evolución de un bebé y la dependencia de quien se ocupa de él en los primeros años de vida. De esta forma se va conformando un sentido que, a quienes somos padres, nos va convirtiendo en referente. Se va adquiriendo una forma de mimetismo que nos lleva hasta a imitar las maneras, el tono de voz y la forma de moverse. Esto es así desde que el mundo es mundo. Los padres, para bien o para mal, son nuestros referentes. Lástima de quienes descienden de alguien detestable, con una vida deleznable, con una actividad degradante, que los hay. Por suerte, quienes podemos presumir de honestidad, de espíritu de trabajo, de buen comportamiento para con los demás y hasta las maneras delicadas de quienes nos trajeron al mundo, de por vida tendremos ese ejemplo que trataremos de transmitir, asimismo, a nuestros herederos. De hecho el legado de unos valores humanos que nos hagan ser gentes respetables es lo mejor que podemos recibir de los que a una determinada edad nos ven desde arriba, desde donde quiera que estén. Pero, no, ahora la ministra que tiene nombre de partícula cargada eléctricamente constituida por un átomo o molécula que no es eléctricamente neutro, o sea, Ione, fulmina a padres y adultos como referentes de los niños. Debe consolarnos que, a falta de ceses o dimisiones, los meses que nos quedan de aguantar cuestiones absurdas no son muchos y debemos distraernos y mirar para otro lado cuando de repente surjan defecaciones mentales que dan lugar a titulares en los periódicos que nos dejan con cara de perplejidad. De todo se sale en la vida, hasta de situaciones incomprensibles como la presente.