Desaparición de Gabriel

Caso Gabriel Cruz: La asesina que teme que la maten

Un año después de la muerte de Gabriel, Ana Julia Quezada está aislada en prisión por miedo a que la ataquen y el padre ha confesado a los medios que «he pensado en suicidarme».

Ángel y Patricia, un año después de la desaparición de Gabriel
Ángel y Patricia, un año después de la desaparición de Gabriellarazon

Un año después de la muerte de Gabriel, Ana Julia Quezada está aislada en prisión por miedo a que la ataquen y el padre ha confesado a los medios que «he pensado en suicidarme».

Ángel Cruz y Patricia Ramírez, padres del niño asesinado Gabriel Cruz, reunieron ayer a la prensa en un hotel de Almería para contestar a las preguntas de la prensa en el aniversario de la muerte de su hijo a manos de la que fuera novia de Ángel, Ana Julia Quezada. Patricia explicó el porqué de la convocatoria: «Nos habéis pedido muchas entrevistas y no teníamos tiempo ni medios para atenderos uno a uno; así que hemos preferido montar esta tertulia para que sepáis cómo estamos». «Sigo de baja porque yo tenía un trabajo de cara al público y me dan ganas de salir corriendo cuando me pongo delante de un micrófono. Tampoco pude volver a mi casa, me tuve que ir a una de las afueras», aseguró. Por su parte, Ángel dijo sentirse «muy culpable, pienso en que si yo me hubiera dado cuenta de algo... Hasta he pensado en el suicidio.

Ambos anunciaron que solicitarán que se incorpore la deducción de testimonio de actuaciones que se llevaron a cabo en Burgos en relación con la muerte de la hija de Ana Julia Quezada. Ramírez explicó que están convencidos de que «tiene mucho que ver» con la muerte de su hijo.

Mientras, Ana Julia vive en un ambiente de miedo; teme que otra reclusa quiera hacer «justicia» por la atrocidad que cometió y, cada vez que sale alguna noticia que le afecta en los medios de comunicación, entra en una situación de «pánico». Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras de esta situación, ha rechazado todas las entrevistas que se le han pedido desde televisión y medios escritos.

Quezada ha solicitado a la dirección de la prisión de El Acebuche, en Almería, en la que está a la espera de juicio, que se le aplique el artículo 75 del Reglamento Penitenciario, que establece que «los presos y penados no tendrán otras limitaciones regimentales que las exigidas por el aseguramiento de su persona y por la seguridad y el buen orden de los establecimientos». Desde el pasado mes cuenta con una reclusa de apoyo, que la acompaña en todo momento, aunque no se le ha aplicado el protocolo antisuicidios.

La situación de temor e incertidumbre en la que vive Quezada la ha llevado, gracias a la aplicación del citado precepto, a salir al patio a horas distintas de las otras presas y a acudir con otros horarios al comedor. «Vive en una especie de aislamiento voluntario», agregaron. Como si no quisiera recordar. Por ello, las noticias y las peticiones de entrevistas le afectan y «pasa siempre un mal rato».

En medios carcelarios se ha hablado siempre de una «justicia no escrita» que aplicarían los presos a los que cometen crímenes contra niños, como es el caso de Ana Julia Quezada.

No deja de ser una «leyenda» penitenciaria, pero en este caso parece haber sido interiorizada por la presunta autora del asesinato.