Opinión
La prensa versus la realeza
Hay mucho que aprender de los británicos, quienes sacan la cara por la monarquía en todos los estratos sociales
La otra semana vimos muchos tabloides empecinados en sembrar la discordia entre el príncipe y la princesa de Gales, dos muchachos llamados a heredar la Corona británica que representan su papel impecablemente, pero ello no basta para contentar a cotillas y chismosos. Sin embargo, hemos de matizar algo. En el Reino Unido, dos días después de aparecer en tres periódicos gossip el rumor de que el príncipe William podría estar manteniendo un romance extramatrimonial, desapareció no siendo posible ya recuperar los vagos titulares que se imprimieran en este sentido. No así en nuestro país, donde siguen metiendo el dedo en la llaga del runrún malévolo. Aquí también tenemos la cosa de la Infanta Cristina y su ex marido, de quien se dijo haber disfrutado con su amante de unos días de nieve en la residencia oficial de la Real Familia en Baqueira. Esto nos viene a demostrar que, además de mala intención, que sin duda la hay, existe ignorancia en aquellos que se emplean a fondo en los infundios, puesto que una casa permanentemente custodiada por razones de seguridad no se puede franquear libremente por cualquiera que llegue por la puerta, y en estos momentos Urdangarín lo es, teniendo en cuenta que a los pocos días el Rey estuvo allí hospedándose para practicar uno de sus deportes favoritos, como lo es el esquí. Menudo atrevimiento y menuda vergüenza escribir a tontas y a locas ofreciendo al lector informaciones confusas con el único propósito de desprestigiar a una institución que ha servido a todos los españoles para mantener la unidad del país y, sobre todo, salir de cuarenta años de dictadura de forma impecable, creando una convivencia pacífica entre los de un signo y los de otro como si la democracia hubiera sido la fórmula política del Estado a lo largo de todo el siglo XX. Hay mucho que aprender de los británicos, quienes sacan la cara por la monarquía en todos los estratos sociales, con sus excepciones, naturalmente y, pese a no estar viviendo el mejor momento de su historia, respetan lo que les caracteriza por tradición. Y lo defienden a punta de lanza.
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