Accidente en Badajoz

«Sotero» intentó quitarse la vida tras el accidente del microbús

El conductor de la excavadora quiso arrojarse a una fosa séptica, pero dos amigos a los que pidió ayuda lo evitaron

Fernández Morillo «no da crédito a lo sucedido», dicen sus allegados
Fernández Morillo «no da crédito a lo sucedido», dicen sus allegadoslarazon

Han transcurrido ya cuatro días desde el trágico accidente en Monterrubio de la Serena y cada día vamos conociendo más datos del conductor de la retroexcavadora implicado en el accidente de tráfico en el que perdieron la vida cinco menores de entre 12 y 15 años. Fernando Fernández Morillo, conocido como «Sotillo», de 37 años y natural de Castuera (Badajoz), permanece en prisión preventiva comunicada y sin fianza desde el pasado viernes por la tarde. Se le imputan cinco delitos por homicidio imprudente, uno por lesiones graves y otro contra la seguridad del tráfico. Además dio positivo en la prueba salival, practicada por la Guardia Civil, en el consumo de cocaína y cannabis. Hay que apuntar, además, que Fernando ya tenía antecedentes en lo que a la conducción se refiere: se le retiró el carné en dos ocasiones, en 1999 y en 2007.

«No huyó»

El encarcelado, hijo de Miguel y María del Carmen, y con dos hermanos, era muy conocido en el pueblo porque durante las fiestas montaba una caseta que tenía bastante éxito. Sus vecinos viven la situación con sentimientos encontrados. Por un lado están consternados y conmocionados por la pérdida de los cinco niños; por otro, sienten mucha rabia e indignación por tener que escuchar todo lo que se está diciendo sobre su vecino, al que definen como una buena persona.

Marta, amiga íntima de Fernando, tuvo la oportunidad de hablar con él tras lo sucedido: «Es un muchacho muy bonachón que no tiene ningún tipo de maldad. Procede de una familia humilde, buena y trabajadora. Ha tenido muy mala suerte con este accidente. Ha sido una fatalidad. Ese día no había consumido cocaína. A lo mejor, el motivo del accidente pudo ser el cansancio, ya que llevaba trabajando desde las 7:00 horas de la mañana hasta las 21:00», afirma. Marta desmiente que huyera del siniestro.

«Cuando sucedió el accidente, salió corriendo a buscar ayuda a dos compañeros suyos que estaban en el cortijo al que se dirigía y que se encuentra a 100 metros de allí. Estaba tan agobiado por lo sucedido que se volvió loco. Hubo un momento en que quiso quitarse la vida tirándose a la fosa séptica de los gorrinos para suicidarse. Sus compañeros le tuvieron que agarrar para evitar esa mala idea. A continuación, acudieron a la carretera e intentaron levantar con sus propias manos el microbús, que se encontraba volcado, para liberar a algunos chavales que permanecían atrapados», relata. Y añade: «Somos muy amigos de él y por eso nos duelen mucho todas las mentiras y falsedades que se están diciendo porque es una bellísima persona y lo están tratando como a un asesino. Entendemos el dolor que sienten los vecinos de Monterrubio, que acaban de enterrar a sus víctimas, y sentimos también mucho dolor. Nuestro amigo "Cachu", como cariñosamente le llamamos, tiene que pagar por lo que ha hecho, pero ni más ni menos».

¿Toda la responsabilidad?

Marta asegura que «su familia y su novia están destrozados. Su padre, Miguel, que está jubilado y enfermo, lleva cuatro días sin poder hablar tras lo sucedido. Es una familia estupenda y ha sufrido un cúmulo de situaciones malas».

Más adelante, sus allegados pudieron hablar de nuevo con Fernando, cuando ya se encontraba entre rejas. «Nos comentó que, desde la prisión de Badajoz en la que se encuentra, vio las imágenes de la salida de los juzgados esposado y que no da crédito a lo que está ocurriendo. Esperamos que la investigación avance para esclarecer lo que sucedió esa noche y la justicia depure responsabilidades, pero también habría que saber a qué velocidad circulaba el conductor del microbús».

Por otro lado, y según confirmaron fuentes de la investigación, a Fernando Fernández Morillo se le ha aplicado el Protocolo de Prevención Antisuicidios en la prisión de Badajoz. De esta forma, el detenido se encuentra vigilado las 24 horas por un recluso de confianza –un «preso sombra»– que vela por su integridad en todo momento, durmiendo incluso en la misma celda que él. Este protocolo es habitual en personas como Morillo que, por primera vez, se enfrentan a la prisión. No en vano, a su llegada a la cárcel extremeña se mostró «deshecho», según reconocieron a LA RAZÓN las citadas fuentes.

Los heridos, fuera de peligro

Los dos menores de edad de 12 y 14 años y el hombre de 77 años que permanecían ingresados ayer en el Hospital Don Benito-Villanueva continuarán en el centro hospitalario al menos durante la jornada de hoy. Según avanzó la Consejería de Salud y Política Social de Extremadura, los tres presentan una «evolución favorable». Los dos menores sufren heridas, policontusiones y abrasiones. El adulto abandonó el viernes la zona de observación en urgencias para ser ingresado en Medicina Interna,