Opinión

Una terapia peculiar

Un santero de Pontevedra curaba dolencias con métodos "íntimos"

Locucuión Marina Castaño
Marina CastañoLocucuión Marina Castaño

En un giro de los acontecimientos tan inesperado como la aparición de una cabra en una tienda de tecnología, nos llega la historia de un santero de Pontevedra que fue detenido por prescribir a sus pacientes un tratamiento bastante… digamos, "íntimo". Según fuentes cercanas este peculiar personaje habría recomendado tener sexo con él como parte de su terapia, una prescripción podríamos decir que poco ortodoxa, o poco científica.

Es lo que tienen las medicinas alternativas. Pontevedra, conocida por su belleza y su rica gastronomía, se ha colado en las páginas de los periódicos no solo por el marisco y el buen comer sino por esta historia costumbrista, que muy bien podría situarse en una localidad del sur de Italia, hasta de Sicilia, o bien, como ha sucedido, en una provincia gallega: los gallegos se distinguen por su inconcreción y por su desconfiada ironía. Imagínense la escena: un paciente entra al consultorio, nervioso y con recetas de medicamentos en la mano.

En lugar de un diagnóstico convencional, el santero le sonríe y le dice: "creo que su dolencia se puede resolver de una forma menos científica y más eficaz, como lo es un masaje erótico”. Algunos dirían que este santero tenía una habilidad innata para curar el estrés, pero la Guardia Civil tuvo otra opinión cuando se enteró de sus métodos. Aparentemente, el único "resultado positivo" que dejaba a sus pacientes era el aumento en la demanda de horas de terapia. Esos pobres incautos que entraban buscando alivio del estrés terminaron, ¡quién lo hubiera imaginado!, en una serie de citas cuasi clandestinas. Como era de esperar, las autoridades decidieron poner freno a esta práctica.

El santero fue llevado a la comisaría mientras los paisanos no pueden evitar compartir risas sobre el curioso suceso que, sin duda, dejará huella en la historia de la ciudad. Aunque algunos podrían pensar que el santero aplicaba un enfoque bastante innovador, la realidad es que, al final del día, la mejor medicina sigue siendo un poco de sentido del humor con los amigos, en una taberna, con una taza de ribeiro –en las tascas gallegas el ribeiro se sirve en tazas de loza-, comentando los aconteceres cotidianos.