Fauna tecnológica

Acaban de descubrir un extraño animal capaz de construir su propio exoesqueleto: ya está en peligro de extinción

Este animal es capaz de generar una auténtica armadura a su alrededor, y es gracias a un sistema defensivo bastante curioso

La oruga que utiliza las partes de sus enemigos muertos en combate como armadura
Acaban de descubrir un extraño animal parece venido del futuro: ha creado su propio exoesqueletoScience Magazine

Durante milenios, la humanidad ha catalogado especies, elaborado linajes y levantado museos enteros para exhibir la diversidad del planeta. Sin embargo, el censo de la vida sigue incompleto: cada año aflora un puñado de organismos que desmontan nuestras certezas y recuerdan lo poco que sabemos sobre la maquinaria biológica que nos rodea, el Planeta Azul sigue siendo un desconocido para nosotros. De hecho, nos hemos inspirado en la naturaleza para nuestras propias creaciones. Los aviones son el mejor ejemplo, pero también entran en juego otros inventos como los tanques y sus orugas. Ahora, podría surgir una nueva inspiración.

Esa sensación de sorpresa vuelve a quedar de relieve con el hallazgo de una oruga descubierta en las montañas Wai‘anae, en la isla de O‘ahu, Hawái. El insecto, larva de un microlepidóptero del género Hyposcoma, practica una estrategia que roza la ciencia ficción: fabrica una coraza ambulante uniendo piezas de otros invertebrados mediante seda propia, y además se alimenta de ellos.

Sus hábitos depredadores —e incluso a veces caníbales— la sitúan entre las contadas orugas carnívoras que se conocen. El hallazgo se ha documentado gracias a Science Magazine, dónde se ha publicado un reciente paper sobre esta cuestión.

Un depredador diminuto con armadura de cadáveres

Lejos de los prados soleados donde pastan la mayoría de sus congéneres herbívoros (o en cajas de cartón en nuestras casas como mascotas de los más pequeños), esta oruga acecha en los rincones más profundos de los bosques hawaianos.

Prefiere los huecos de los troncos o las cavidades rocosas donde las arañas han tendido sus trampas. Allí espera a que un insecto quede inmovilizado en la telaraña y, sin llamar la atención de su anfitriona de ocho patas, lo devora meticulosamente. Esa dieta, a primera vista suicida, se compensa con un camuflaje macabro: la larva se reviste de fragmentos de quitina que extrae de sus víctimas. Así consigue mimetizarse con los despojos de la red y la araña no amenaza su existencia. Así, se crea una sinergia muy interesante que incluso la acerca a ser una especie de carroñera.

La selección de materiales no se da al azar, sino que este animal es realmente inteligente. Con ayuda de sus mandíbulas, la oruga recorta élitros de escarabajo, pinzas de hormiga o trocitos de pieles, y los teje hasta formar una funda rígida que la protege y, al mismo tiempo, lanza un mensaje un tanto amenazante: no es algo que se pueda comer.

En laboratorio se ha comprobado que el animal distingue entre detritos inertes y restos orgánicos recientes, teniendo una precisión quirúrgica a la hora de recoger los segundos. El resultado recuerda a una miniatura de guerrero medieval, cubierta de placas irregulares que relucen cuando la luz se filtra entre las hojas.

El problema es que este animal, aunque tiene una capacidad de adaptación importante, sigue siendo bastante frágil. Solo se han recogido 62 ejemplares, lo que ha hecho que ya estén en peligro de extinción.