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Bill Gates desvela cómo mide su felicidad, y no tiene nada que ver con el dinero: "Me hago estas sencillas preguntas cada año"
La visión de uno de los hombres más influyentes del mundo acerca de lo que valorar al hacer balance ha ido cambiando con el paso de los años

El final del año suele ser el momento de hacer un balance acerca de lo que han deparado los doce meses que reciben su broche con las campanadas, pero, quizás plantear esas cuestiones cuando se ha pasado el ecuador del mismo puede dar margen para cambiar algunos aspectos antes de lamentarse el 31 de diciembre.
No queremos con esto hacer que nadie haga un cambio en sus rutinas, sino más bien invitar a una reflexión teniendo como referencia las preguntas que todo un icono en el mundo tecnológico como Bill Gates se hacía cuando el año 2018 tocaba a su fin.
Hay varias razones que señalan aquel momento, pero la fundamental es que por aquel entonces el cofundador de Microsoft vivió una especie de revelación que le hizo replantearse lo que antes consideraba preguntas imprescindibles para acabar el año y cuáles creyó desde ese momento y en adelante que deberían ser sus motivaciones para ellas.
El Bill Gates más reflexivo y personal
Y es que las preguntas del joven Bill Gates que soñaba con un ordenador en cada casa en los inicios de Microsoft no tenían nada que ver con las de un Bill Gates que con 63 años plasmaba sus inquietudes en su perfil de LinkedIn.
En ellas, el filántropo estadounidense reconoce un cambio notable, fruto de la madurez: “Las preguntas que me hago a mis 63 años son muy diferentes a las que me habría hecho cuando tenía 20 años”. La razón fundamental, como él mismo reconoce, es que en su juventud su única preocupación estaba puesta en el crecimiento de Microsoft y en una única duda a resolver a final de año: “¿Está el software de Microsoft haciendo realidad el sueño de la computadora personal?”.
Sin embargo, el tiempo le dio a Bill Gates otro prisma desde el que analizar lo que podría considerar como éxito personal, algo en lo que influyó tal como el propio Gates reconoce, la figura del inversor Warren Buffet, con el que tenía mucho en común.
De ese modo, la visión centrada en el plano profesional del joven Bill Gates dejó paso a una en la que las metas las marcaba haber logrado responder de forma positiva a cuestiones de índole más personal y familiar:
“¿Dediqué suficiente tiempo a mi familia? ¿Aprendí suficientes cosas nuevas? ¿Desarrollé nuevas amistades y profundicé las antiguas? Estas preguntas me habrían parecido ridículas a los 25 años, pero a medida que envejezco, adquieren mucho más significado”
Con esa reflexión Bill Gates quería dejar constancia de que su trayectoria vital le había permitido comprender que los tiempos estaban cambiando. Con ellos y en la línea del sentir general, vio que la tendencia general era a centrarse en preguntas similares, por lo que reconocía que “el mundo está atravesando lentamente una transición similar hacia una comprensión más amplia del bienestar”, a la que él mismo se sumaba.
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