Laboral
El "crecimiento sin empleo" es la nueva normalidad: la advertencia de Goldman Sachs a la Generación Z sobre el futuro del empleo por culpa de la IA
Estados Unidos se asoma a una era de aumento de PIB impulsada por la inteligencia artificial, pero la tecnología aún fracasa en la mayoría de empresas mientras la contratación se desploma a mínimos de la última gran crisis económica
La promesa de una automatización total, ese horizonte en el que los algoritmos se encargarían de todo, se está dando un sonoro portazo con la realidad. Pese a los avances que anuncian a bombo y platillo las empresas tecnológicas, lo cierto es que esta parece más una carrera de fondo que un esprint.
Lejos de las visiones de un futuro inminente dominado por la inteligencia artificial, la implementación de esta tecnología en el tejido empresarial está resultando ser todo un desafío. Los planes de sustituir masivamente a trabajadores humanos por sistemas inteligentes, de momento, parecen más una quimera que un proyecto viable, entre otras razones porque las cuentas no acaban de salir a las empresas y el coste inversión y retorno está en números rojos.
De hecho, esta dificultad para integrar la IA de forma efectiva ha provocado situaciones paradójicas. Algunas compañías que se habían lanzado a la automatización se han visto obligadas a dar marcha atrás en sus estrategias, descartando programas informáticos para volver a recontratar a los trabajadores despedidos. Un revés que pone de manifiesto los enormes obstáculos que todavía existen en esta transición tecnológica.
El choque de cifras: la parálisis del empleo frente al fiasco tecnológico
Sin embargo, esta cruda realidad empresarial contrasta con los análisis que circulan por los despachos de Wall Street. Un informe de Goldman Sachs, por ejemplo, dibuja un futuro de crecimiento sin empleo, un nuevo paradigma económico donde la riqueza de las naciones avanzadas se expandiría gracias al impulso de la productividad de la IA, no por la creación de más puestos de trabajo.
Y lo cierto es que algunos indicadores en Estados Unidos, la principal economía mundial, parecen alimentar esta teoría. La contratación en el país atraviesa su momento más bajo desde 2009, una atonía que el presidente de la Reserva Federal ha llegado a describir como un escenario de "baja contratación y bajos despidos", una parálisis que afecta con especial dureza a los jóvenes y a las minorías.
Por otro lado, la propia discusión entre economistas revela que no hay un consenso claro. A pesar de sus proyecciones a largo plazo, análisis recientes tanto de Goldman Sachs como del Yale Budget Lab señalan que el impacto macroeconómico general de la IA es, por ahora, bastante limitado. La discusión sobre la verdadera influencia de la automatización en las cifras de empleo actuales, por tanto, sigue completamente abierta.
En este sentido, los datos de implantación real de la tecnología refuerzan la idea de que su efecto es aún modesto. Tal y como han publicado en Futurism, la puesta en marcha de programas de inteligencia artificial es un fracaso en el 95 % de las empresas que lo intentan, un dato que explica por qué su adopción a gran escala se está frenando en seco.
En definitiva, el debate sobre el verdadero alcance de la IA en el mercado laboral está plagado de incertidumbres y datos contradictorios. La prueba de fuego definitiva, el momento que revelará las consecuencias reales de esta tecnología, podría no llegar hasta que la economía global afronte su próxima gran recesión. Solo entonces se verá si la automatización es un motor de la productividad o un acelerador del desempleo.