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Generar un vídeo de 5 segundos usando IA requiere tanta energía como encender el microondas durante una hora

La IA gasta más electricidad de la que imaginas: el MIT calcula cuánto consume cada pregunta a ChatGPT

ChatGPT en un iPhone
ChatGPT en un iPhoneUnsplash

Llevamos meses preguntándole de todo a ChatGPT sin pensar en la factura de la luz, pero un estudio del MIT acaba de sacar las cuentas. Resulta que generar un vídeo de cinco segundos con IA consume la misma energía que tener el microondas funcionando durante una hora entera. Y eso que hablamos de un vídeo cortísimo, de esos que ni siquiera da tiempo a compartir en TikTok.

El informe, que recoge Mashable, desvela que cada pregunta a ChatGPT tiene su precio energético. Una consulta cualquiera al chatbot de OpenAI gasta lo mismo que calentar agua en el microondas durante ocho segundos. Parece poco, pero si lo multiplicas por los millones de personas que lo usan cada día, la cifra empieza a asustar.

Los vídeos generados con IA son los verdaderos devoradores de energía

Las imágenes ya gastan lo suyo: crear diez con DALL-E consume 340.000 julios cada una, o lo que es lo mismo, diez minutos de microondas por imagen. Pero cuando pasamos al vídeo, los números se disparan. Tres clips de cinco segundos necesitan 10,2 millones de julios, el equivalente a tres horas con el microondas a tope.

Los investigadores del MIT también señalan otro dato preocupante: el consumo de los centros de datos estadounidenses se ha duplicado desde 2017. Y para 2028 las previsiones son peores, sobre todo porque Google está metiendo IA en todos sus servicios, desde el buscador hasta Gmail y Docs.

Todo esto tiene que ver con los parámetros de los modelos de lenguaje, esas conexiones que permiten a ChatGPT entender lo que le preguntamos. A más parámetros, más inteligencia, pero también más consumo en cada respuesta que genera.

Lo curioso es que los chips son cada vez más eficientes, pero usamos tanto la IA que el ahorro no compensa. Es como si intentaras ahorrar agua en casa mientras tu vecino llena la piscina todos los días: por mucho que cierres el grifo, el consumo general sigue subiendo.

Y aquí viene la parte complicada: la IA nos hace la vida más fácil, pero cada consulta suma al contador. No hablamos solo de usos profesionales o educativos; también entran en la ecuación los deepfakes y los estudiantes que prefieren que ChatGPT les haga los deberes.

La próxima vez que le preguntes a ChatGPT algo que podrías buscar en Google (o directamente mirar por la ventana, como el tiempo que hace), piensa que cada respuesta equivale a varios segundos de microondas. No es que tengamos que dejar de usarlo, pero al menos ya sabemos que esa comodidad tiene un precio que va más allá de la suscripción mensual.