
Inteligencia Artificial
James A. Robinson, premio Nobel de Economía, tajante sobre el futuro: "La IA aumentará la desigualdad"
El politólogo británico no dudó en referirse a la comunidad desarrolladora de la inteligencia artificial como "ingenuos optimistas tecnológicos" al ignorar las consecuencias de la tecnología

En los últimos tiempos son muchas las voces que se levantan para apuntar algunas de las desventajas que pueden llegar de la mano de la inteligencia artificial, aun cuando la mayoría quieren ver solo los aspectos positivos en los que puede respaldar el papel humano.
Cuando una de esas voces es la de todo un Premio Nobel de Economía, es más fácil prestar atención a sus palabras. Y en esa dirección se pronunció el reconocido economista James Alan Robinson en una entrevista concedida a la publicación Bloomberg Línea el pasado mes de febrero en la que no dudó en señalar que las diferencias actuales entre los países y entre sus habitantes se acentuarán con el progreso de la inteligencia artificial.
La IA como causa de desigualdad
Robinson fue tajante en este aspecto al remarcar que su sensación va en consonancia con lo que percibe a su alrededor: "Creo que el panorama general es que la IA va a incrementar la desigualdad entre países y también dentro de los países. Creo que mi punto de vista es una especie de punto de vista general", puso de relieve.
Para el Premio Nobel de Economía de 2024 resulta desalentador ver además cómo una parte de la comunidad científica responsable del desarrollo de la inteligencia artificial se muestra despreocupada por los peligros que esta pueda generar: "En Suecia, en la semana del Premio Nobel, nos reunimos científicos informáticos y físicos y personas que ganaron el Nobel por su papel en la inteligencia artificial y que no piensan en ninguna de estas consecuencias sociales", criticó tildando de "ingenuos" a esos "optimista tecnológicos".
Robinson subrayó la necesidad de desarrollar una inteligencia artificial que sea compatible con el papel que desempeñan los trabajadores tradicionales en el tejido empresarial actual y abogó por un cambio político que sea capaz de poner sobre la mesa un debate constructivo sobre cómo hacer que las personas sean más productivas en lugar de ser reemplazadas por máquinas, cuestión que algunos estudios no acaban de ver económicamente viable.
El reconocido economista quiso poner como ejemplo en su diálogo lo que está sucediendo en Estados Unidos en materia laboral, mostrándose especialmente pesimista acerca del sentir de un amplio estrato de la población:"la realidad de Estados Unidos en este momento es que estamos viviendo las consecuencias políticas y sociales de pensar así, de pensar que el mercado se encargará de todo: la tecnología es buena, la globalización es buena. No, no es buena. El estadounidense promedio no está en mejor situación ahora que hace 50 años" fue su conclusión.
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