Inventos

Curta, la primera calculadora compacta, fue creada por un prisionero en un campo de concentración nazi

El austriaco Curt Herzstark, tras pasar la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Buncheldwan y desarrollar la calculadora de manivela por orden de los nazis, logró convertirla en la mejor calculadora mecánica portátil de la segunda mitad del siglo XX

La Curta puede adquirirse en Ebay por precios que alcanzan los 3.000 dólares.
La Curta puede adquirirse en Ebay por precios que alcanzan los 3.000 dólares.La RazónCortesía de Ebay.

Cuando Curt Herzstark falleció en 1988, debía ser la última persona en el mundo en echar de menos las calculadoras mecánicas de manivela. Tuvieron su época de gloria en las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial, pero con la llegada de las calculadoras electrónicas en los años 70 quedaron inmediatamente obsoletas, los usuarios las abandonaron y nunca miraron atrás.

EL caso de Herzstark era diferente. No sólo había prosperado en la vida fabricando la Curta, la primera calculadora compacta, sino que su invención ayudó a mantenerlo vivo durante los años que pasó prisionero en el campo de concentración de Buncheldwan, siendo testigo de los horrores nazis. “Cuando colgaban a alguien teníamos que mirar hasta que finalmente muriera. Terrible. Colgaron a la gente para que murieran lentamente, una muerte miserable”, recordaba Herzstark sobre aquello años en una entrevista realizada para el Instituto Charles Babbage.

Una pascalina conservada en el Museo de Artes y Oficios de París.
Una pascalina conservada en el Museo de Artes y Oficios de París.La RazónCortesía de Blaise Pascal.

Este austriaco tenía 36 años cuando la Alemania nazi anexionó Austria en 1938. Hasta entonces dirigía una empresa familiar que se dedicaba a fabricar y vender calculadoras mecánicas a bancos y fábricas. Las calculadoras mecánicas existían desde el siglo XVII, siendo la “Pascalina”, inventada por Blair Pascal, la más popular. Y aunque eran capaces de sumar, restar, multiplicar y dividir, resultaban máquinas pesadas y demasiado grandes para ser verdaderamente prácticas. Los clientes le demandaban a Herzstark calculadoras precisas y más pequeñas. Y así llego a la idea de una calculadora compacta.

“¿Cómo debe verse realmente este tipo de máquina para que alguien pueda usarla? No puede ser un cubo o una regla; tiene que ser un cilindro para que pueda sostenerse con una mano. Y si uno puede sostenerlo en una mano, entonces si está miniaturizado, podría ajustarlo con la otra mano ... Comencé a diseñar la máquina ideal desde el exterior, antes de diseñar el interior” señalaba el austriaco sobre el proceso que le llevo a crear Curta.

Una calculadora Curta Tipo II parcialmente desmontada, mostrando los deslizadores de dígitos y el tambor de paso detrás de ellos.
Una calculadora Curta Tipo II parcialmente desmontada, mostrando los deslizadores de dígitos y el tambor de paso detrás de ellos.La Razón

Inspirándose en el Aritmómetro inventado por Gottfried Leibniz en 1694, Herzstark comenzó a probar un sistema que empleaba controles deslizantes en torno a un cilindro para poder ingresar números moviéndolos con un dedo y así acumular valores sobre ruedas dentadas. Decidió emplear un solo mecanismo de tambor de paso giratorio con dos juegos de dientes, uno para sumar y otro para restar. Una manivela en la parte superior se encargaría de hacer girar el tambor y modificar su posición para cambiar entre ambas funciones.  Multiplicar y dividir requería más movimientos de la manivela y de los controles deslizantes, pero eran operaciones que podían llevarse a cabo con un dispositivo que cabía en la palma de la mano.

El mecanismo de rueda de Leibniz utilizado en la calculadora Curta.
El mecanismo de rueda de Leibniz utilizado en la calculadora Curta.La RazónCortesía de Ezrdr.

Sin embargo, aún habrían de transcurrir una década y una guerra mundial para que el austriaco pudiera hacer realidad su diseño. Hijo de padre judío, no tardó en verse en problemas tras la ocupación nazi. “Me acusaron de apoyar a los judíos, agraviarme y tener una relación erótica con una mujer aria ... todo fue fabricado”, relató Hezstark. Tras estar en la prisión de Pankratz en Praga, fue enviado al campo de concentración de Buchenwald donde pasó la mayor parte de la guerra trabajando en una instalación adyacente que fabricaba componentes para los temibles cohetes V2 del ejército alemán.

Su suerte comenzó a cambiar cuando un ingeniero alemán de alto nivel se fijó en él y tuvo conocimiento de su idea para una calculadora mecánica portátil. “Mira, Herzstark, tengo entendido que has estado trabajando en algo nuevo, una pequeña máquina de calcular. Sabes, puedo darte una propina. Te permitiremos hacer y dibujar todo. Si realmente vale algo, entonces se lo daremos al Fuhrer como regalo después de que ganemos la guerra. Entonces, seguramente, te convertirás en ario” recordaba Herzstark que le dijo el ingeniero alemán. En un mundo nazi, conseguir el certificado ario suponía poder disfrutar de un tipo de vida o de ninguna.

Curta Tipo I, en exhibición en el Museo de Artes y Oficios de París.
Curta Tipo I, en exhibición en el Museo de Artes y Oficios de París.La RazónCortesía de Contina S.A. Herzstark Curt

Con el respaldo alemán, el austriaco continuó trabajando en su diseño y en la fábrica de cohetes V2 hasta que el campo de concentración de Buncheldwan fue liberado por las tropas aliadas en abril de 1945.  Tras recuperar la libertad y con los planos de la primera calculadora compacta del mundo con él, Herzstark tardó poco tiempo en fabricar el primer prototipo de la Curta. Obtuvo el apoyo del gobierno de Liechtenstein para crear la empresa Contina AG Mauren, en la que figuraba como director técnico, y la Curta salió a la venta en 1948. Tuvo una segunda versión, algo más grande y con más dígitos, en 1954 con la Curta Tipo II.

Curta Tipo II exhibida en el Museo de Historia de las Computadores en Mountain View, California.
Curta Tipo II exhibida en el Museo de Historia de las Computadores en Mountain View, California.La RazónCortesía de Calton.

Fue un dispositivo popular especialmente entre contables, ingenieros y topógrafos y la calculadora portátil de mayor éxito hasta la llegada de las electrónicas a comienzos de los 70. Acumuló unas ventas de unas 150.000 unidades durante las dos décadas que fue protagonista y le permitió a Curt Herzstark una vida cómoda hasta su fallecimiento en Liechtenstein a la edad 86 años.

Hoy en día, la Curta es un objeto de coleccionista que puede encontrarse en museos, colecciones privadas y a la venta en sitios como Ebay con precios que alcanzan los 3.000 dólares.