
Inteligencia Artificial
Esto es lo que pasa si liberas 1.000 IAs en un videojuego
Se trata del mayor experimento de realidad artificial de la historia. Y sus creadores afirman que recién han empezado.

Hoy hace exactamente un año que un equipo liderado por Robert Yang, neurocientífico computacional del MIT, cerró su laboratorio y se lanzó al desarrollo de una empresa, Altera, cuyo objetivo es “crear seres humanos digitales que vivan, se preocupen y crezcan con nosotros”. Cada uno con su personalidad y sus cualidades únicas. Y ahora, mil de ellos han sido enviados a Minecraft para un experimento.
El equipo de Altera está formado por verdaderos líderes de la industria: expertos en informática, física e ingenieros del MIT, pero también de Stanford, Google, Supercell y más.
“Creemos que los seres digitales y las relaciones digitales mejorarán, no reemplazarán, las interacciones entre humanos – explica Altera en su web-. A medida que los humanos digitales nos superen ampliamente en número, deberían convertirse en una fuente de empatía, diversión, amistad y productividad”.
Desde septiembre, el equipo de Yang ha liberado 1.000 de estos “humanos digitales” en el popular universo Minecraft. Y les dejó actuar. El resultado, de acuerdo con un artículo publicado por el propio MIT, ha sido sobresaliente.
El equipo de Yang comenzó el experimento con pequeños pasos. Primero liberaron grupos pequeños de unos 50 agentes en Minecraft para observar sus interacciones. A lo largo de 12 días de juego (4 horas en el mundo real), los agentes empezaron a mostrar comportamientos diferentes… cuando todos habían sido diseñados originalmente iguales. Por ejemplo, algunos se volvieron muy sociables y establecieron muchas conexiones con otros personajes, mientras que otros parecían más introvertidos. La calificación de “simpatía” de cada agente (medida por las otras IAs) cambió con el tiempo a medida que continuaban las interacciones. Los agentes pudieron rastrear estas señales sociales y reaccionar ante ellas: en un caso, un chef de IA encargado de distribuir comida a los hambrientos dio más a quienes sentía que lo valoraban más.
También se pudieron observar comportamientos más parecidos a los humanos en una serie de simulaciones de 30 agentes. A pesar de que todos ellos comenzaron con la misma personalidad y el mismo objetivo general (crear una aldea eficiente y proteger a la comunidad contra los ataques de otras criaturas del juego), desarrollaron espontáneamente roles especializados dentro de la comunidad, sin que nadie los programara para ello.
Se diversificaron en roles como constructor, defensor, comerciante y explorador. Una vez que un agente había comenzado a especializarse, sus acciones en el juego comenzaron a reflejar su nuevo rol. Por ejemplo, un artista pasaba más tiempo recogiendo flores, los agricultores recolectaban semillas y los guardias construían más cercas.
“Nos sorprendió ver que si les pones el tipo de cerebro adecuado, pueden tener un comportamiento realmente emergente – señala Yang -. Eso es lo que esperamos que tengan los humanos, pero no esperamos que tengan las máquinas”.
A medida que más y más agentes de IA se sumaban al experimento, sus interacciones se volvían más específicas para responder a las necesidades, pero manteniendo su empatía.
El próximo objetivo de Yang es llevar estos humanos digitales al universo Roblox… y luego al mundo real: no solo los quiere en un videojuego, también en nuestra vida cotidiana. Su sueño es que se preocupen por nosotros y trabajen con nosotros para ayudarnos a resolver problemas, además de mantenernos entretenidos. "Queremos crear agentes que realmente puedan amar a los humanos, como los perros aman a los humanos, por ejemplo”, concluye Yang.
¿El problema? Del mismo modo que estos agentes digitales han desarrollado su propia personalidad mediante la interacción, hay que garantizar que esta nunca se incline por los malos hábitos. O que los humanos comencemos a relacionarnos exclusivamente con ellos.
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