Televisión
Televisión pública, lo que debe ser
Telemadrid con su programa «Eso no se pregunta» pretende romper estereotipos sobre determinados colectivos y arrojar visibilidad sobre problemáticas sociales como el alcoholismo
El Consejo Mundial de Radio y Televisión de la UNESCO elaboró un informe en 2001 para explicar las razones de ser del servicio público en radio y televisión, y concluyó que «cumple una función insustituible para que los ciudadanos de un país puedan informarse, instruirse o entretenerse independientemente de los intereses comerciales, estatales o políticos, fomenta el acceso a la vida pública y la participación en ella, desarrolla los conocimientos, amplía los horizontes y permite que cada uno se comprenda mejor al comprender al mundo y a los demás».
Preguntas incómodas
Actualmente los programas en las cadenas públicas están enfocados a informar y entretener, pero a veces adolecen en su parrilla de temáticas que muestren diversidad e igualdad y en los que subyazca una labor social, que debería ser inherente a lo público. El caso más llamativo de éxito en esta labor es el del espacio de Telemadrid «Eso no se pregunta», producido por Globomedia, que se emite todos los domingos, y en el que, a través de distintos capítulos, se pretenden romper estereotipos con una amplia gama de problemáticas, como el alcoholismo y personas adictas al juego, enfermedades, como supervivientes de cáncer o depresivas, y colectivos sociales como los ciegos, personas de etnia gitana o personas de color. «El programa lo adquirimos en un festival de Cannes», explica a LA RAZÓN Begoña Puig, directora del espacio que se basa en el formato australiano «You can’t ask that». El éxito de «Eso no se pregunta», galardonado con el premio Iris del jurado por la Academia de Televisión y el Premio Ondas 2020, radica según Puig, en que más allá de buscar audiencia, con 20.000 espectadores en televisión, pero más de 1,5 millones en youtube, «es que va dirigido a personas empáticas a las que les gustan estos contenidos» y, a diferencia del modelo original, «nos quedamos con el sentido social y quitamos el morbo».
Programas sobre el síndrome de Asperger, el síndrome de Down, o las enfermedades mentales, y hasta 34 temas más, consiguen lo que es un triunfo para una televisión de servicio público. «Quiero que la gente piense: todos somos iguales, son gente como nosotros. Al final, en los programas, a la pregunta de qué te gustaría que la gente hiciese, todos responden: ''Que me traten como a una persona normal''; todos somos iguales, personas», añade. En la próxima entrega de la recién estrenada tercera temporada se tratará el polémico tema del alcoholismo. «El principal problema con el alcoholismo es que no es una droga ilegal; te puedes enganchar, pero no está prohibido», nos explica Begoña Puig, que matiza que veremos cómo es de difícil socialmente superar este problema por los estereotipos asociados a él. La labor social queda plenamente patente cuando la intención del formato es que «alguien que lo vea diga ''esto es lo que me pasa a mí; si ellos lo han conseguido yo también puedo''».
Un ejemplo de servicio público en el que una cámara y las preguntas adecuadas pueden visibilizar colectivos y hacer desaparecer prejuicios que nos hacen retroceder como sociedad y nos acercan a lo que la televisión pública debería ser.
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