Televisión
De Castamar a Urbión, tras las huellas de Guillermo de Baskerville
Fernando J. Múñez, autor de «La cocinera de Castamar», presenta «Los Diez Escalones», un homenaje a Umberto Eco
En la aparente tranquilidad de una Abadía en Urbión, una congregación de monjes vivirá una revolución con la llegada de don Alvar León de Lara, cardenal obispo de la curia romana. Entre sus muros, los protagonistas vivirán intrigas, asesinatos y el reencuentro con el amor. La nueva novela de Fernando J. Múñez, «Los diez escalones» (Planeta), es un thriller medieval que atrapa con su homenaje a la obra de Umberto Eco, «El nombre de la rosa», la estructura de una novela histórica con la existencia de misterios y un amor prohibido.
El autor nos tiene acostumbrados a sumergirnos en un mar de contextualización, ambientación y decenas de referencias a obras clásicas, como así hizo con su primera novela, «La cocinera de Castamar», que adaptó Atresmedia, y se convirtió en la serie más vista de la temporada. Fernando J. Muñez explica a LA RAZÓN que «La cocinera de Castamar» «esté en Netflix dos meses y medio en el top ten es apabullante». La adaptación que emitieron Antena 3 y Atresplayer Premium, contó con la coproducción ejecutiva del escritor: «Cuando termina cada capítulo, el primer nombre que aparece es el mío». Pero matiza que «me he criado entre platós de cine y hablé del tema de los derechos, me preocupé más por la parte técnica que por los guiones. Los lenguajes literario y audiovisual son muy diferentes». El autor solo quiso dejar claro «un marco, para que no apareciera de repente Clara del Monte como una alcohólica, o algo fuera de lugar».
Fernando J. Muñez confiesa a LA RAZÓN que aunque no se ha leído todos los libros que cita en sus obras, «los he consultado» y el éxito de que sus lectores se sumerjan completamente en el año 1283 tiene varias vertientes: «Hay una parte que lógicamente me viene por formación, porque me licencié en Filosofía y la escolástica, la filosofía de la religión, era uno de los de las materias troncales». Así que el escritor se ha puesto de nuevo a estudiar para «recuperar mucho de lo que había perdido».
Por otro lado se considera un «escritor de brújula» y cuando se documenta «me interesa tener el marco principal donde se va a desarrollar mi acción. En este caso es una abadía en Castilla en el 1281 y en el 1283». Recopila datos fundamentales de la época como «quién son los reyes, y me preparo muy bien toda esa documentación, todas las referencias para ir descubriendo la historia a medida que escribo». Así la finura en la descripción de los detalles traza un escenario que rápidamente se cuela en el imaginario del lector.
Múñez también ha cuidado el viaje que realiza el protagonista desde Roma hasta Urbión. Pero es en la abadía donde la trama nos hace acompañar al recién llegado cardenal, llamado a consulta por su antiguo maestro don Rafael, que desde que traspasa los muros de aquel santuario nota la tensión entre los miembros de la congregación. El secreto que le confiesa el abad y que hará tambalearse las paredes del monasterio, de sus creencias y de toda la Iglesia Católica se mezcla con la angustia de volver a ver al que es el amor de su vida, doña Isabel, ahora casada. No estará solo en este viaje, un joven oblato, Mario, será su aprendiz, su amigo y su inesperado confesor.
Asesinatos, confabulaciones y el uso de la razón por encima de la fe trazarán un camino de difícil tránsito para sus protagonistas. Múñez no ha querido nunca ocultar la huella de la obra de Eco en «Los diez escalones»: «Lo que hace familiar cualquier novela que está ambientada en una abadía es precisamente eso. Tú dices abadía y crimen y es difícil que no aparezca Eco ahí andando por tu casa, y a mí me interesaba esto». . Admirador de «El nombre de la rosa», Múñez, también explica que «aunque haya correlato, Guillermo de Baskerville y Alvar son completamente diferentes: uno es franciscano y León de Lara es un cardenal obispo de la curia papal que tiene mando en plaza». Quizá los dos personajes y el autor compartan, el amor por los libros, que le interesaba a este último “rescatar” de la obra de Eco, así como el “amor por la cultura”.
Pero no debe el lector dejarse embelesar por el poder de Alvar, o la inocencia de Mario, puesto que la auténtica protagonista es doña Isabel, porque “es esa heroína per se y me refiero a cómo está construida: Es un personaje que ha sido abandonado por todos: ha sido abandonada por Álvar, ha sido abandonada por su padre, que lo puso en manos de don Sancho, su marido, que es un maltratador salvaje acostumbrado a matar musulmanes en la frontera. Y atesora riquezas y la trata como parte de esas riquezas o propiedades que tiene o que le tiene que dar un vástago Isabel, está abandonada , porque ni siquiera la Iglesia la protege, porque ese binomio y entre marido y mujer nadie podía intervenir”.
¿Veremos una adaptación de «Los diez escalones»?: «Sí, creo que por la forma que tengo de escribir, que generó muchas atmósferas, y en este libro pasa esto, igual que pasaba con e anterior: los aromas, ese lenguaje secreto. Sería una serie corta, pero lo dejo para el futuro, ahora que los lectores la disfruten».
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