Estreno

«Litvinenko», el crimen de Putin envenenado de realidad

►Movistar plus+ estrenó esta semana la serie de cuatro episodios sobre el asesinato del ex espía ruso intoxicado con Polonio-210

Margarita Levieva y David Tennant interpretan al matrimonio Litvinenko
Margarita Levieva y David Tennant interpretan al matrimonio LitvinenkoCortesíaMovistar Plus+

El Polonio-210 llegó a nuestras vidas un 23 de noviembre de 2016. Tras la muerte de Alexander V. Litvinenko, un ex agente del KGB y del FSB, las investigaciones guiadas por el propio ex espía ruso desde una cama de hospital, concluyeron que había sido envenenado con este isótopo altamente tóxico. Las secuelas del caso llegaron hasta 2021, cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que Rusia era responsable del asesinato de Litvinenko, y ordenó a Moscú que pagara 100. 000 euros a la viuda de este, Marina. El resto, los autores del envenenamiento y el encargado de dar la orden, presuntamente Vladimir Putin, siguen en libertad. Hoy Movistar plus+ estrena «Litvinenko», una miniserie de cuatro capítulos, que cuenta con el apoyo de su viuda Marina para las recreaciones, y que indaga sobre la muerte del ex espía ruso y las consecuencias de la investigación de los oficiales de la Policía Metropolitana Clive Timmons y Brent Hyatt.

Hay muchos alicientes en estas cuatro entregas de 49 minutos cada una. El que debiera ser el principal, un agonizante Litvinenko protagonizado por David Tennant («Doctor Who», «Broadcharch») se desvanece como la vida del ruso y prácticamente aparece una hora en pantalla, antes de que su amigo Alexander Goldfarb (Mark Ivanir) anuncie a los medios su muerte y lea un comunicado del fallecido. A pesar de existir documentales sobre el tema, una obra de teatro de 2019 sobre el asesinato («Un veneno muy caro»), escrita por Lucy Prebble con aportes de Marina, y una ópera en 2021, «Litvinenko», la serie, escrita por George Kay («Lupin») y dirigida por Jim Field Smith («Truth Seekers»), huye de intentar construir un relato con apoyo de flashbacks del propio ex espía y nos lo muestra viajando en autobús y con vida familiar, recibiendo la confirmación de la ciudadanía británica, el mismo día en que vomita sangre. Inmediatamente es ingresado en el Barnet General Hospital y luego trasladado a la UCI en el University College Hospital, siempre acompañado de las lágrimas de su esposa Marina (Margarita Levieva), que será la encargada de sobrellevar la carga dramática e intencional tras la muerte de su marido. Entre el resto de protagonistas destacan los detectives Hyatt (Neil Maskell) y Dawson (Barry Sloane), que llegan al caso del departamento de delitos especiales porque nadie quiere hacerse cargo: «El contraterrorismo no lo quiere porque es un homicidio. Y Homicidios no lo quiere porque en realidad nadie está muerto. Pero la verdadera razón por la que nadie lo quiere es que todos piensan que el hombre se ha vuelto loco».

Pero todo se estanca, tras un episodio agonizante para Tennant, se intenta construir un relato marcado por la preocupación al envenenamiento de más población por el Polonio y tratar de crear una vida personal alrededor del detective Hyatt, que intenta tener un hijo con su esposa sin conseguirlo. Así, en el segundo episodio la gente opina a través de diálogos estándar de género como «seguimos al veneno, encontramos al envenenador», agentes que intentan ponerse por primera vez el traje de protección contra la radiación y el continuo sonar del contador Geiger, pero sin más suspense. El tercero nos traslada a Rusia con amenazas veladas, pero sigue sin atrapar al espectador que ve cómo se le escapa la miniserie en el último episodio sin haber empatizado con nada ni nadie. En cada entrega se nos recuerda que es una serie basada en hechos reales y quizá la inflexibilidad en este punto de creador y director ha dejado a la trama y a los personajes envenenados de linealidad. Ni un solo aporte biográfico o procesal alimenta a unos intérpretes que en el caso de la policía Metropolitana han sido cubiertos por actores conocidos por el público británico y que solo demuestran hastío. La trama del envenenamiento y las intrigas internacionales derivadas de la investigación, con el mismísimo Vladimir Putin como malo principal, no consiguen por sí solas levantar la miniserie.