Estreno
"Galgos": Una panda de gánsteres ibéricos
Movistar Plus+ estrena hoy su nueva serie original, un drama empresarial y familiar que retrata la vida de la familia Somarriba, sus secretos y mentiras
La segunda y tercera generación de la familia Somarriba se asienta segura en su posición de liderazgo con el Grupo Galgo, empresa heredada especializada en bollería, chocolates y alimentación infantil. Pero el momento más dulce ya ha pasado y una crisis apocalíptica desencadenará una lucha de poder que amenaza con colarse en las cenas familiares. Así arranca la trama de «Galgos», la nueva serie de Movistar Plus+ que se estrena hoy, protagonizada por Adriana Ozores y Óscar Martínez. Producida por Buendía Estudios y dirigida por Félix Viscarret y Nely Reguera.
Detrás de esta excelente serie no hay una cabeza de showrunner que debamos ver. «Hay cuatro muy buenos escritores o guionistas detrás de la génesis» de la serie, nos indica Viscarret, que confirma que lo suyo con Reguera y la serie fue un flechazo: «Cuando Nely y yo saltamos al proyecto era una fase donde ya los guiones están avanzados. Entonces podemos hacer la labor de detectives privados, como digo yo, de investigar de qué fue la génesis. No estuvimos, pero sí podemos verlo. Nos emociona lo mismo y estamos en este proyecto por lo mismo». Y por si hay alguna duda, remarca: «Le diría al espectador ‘‘échale un vistazo a la serie y dime si lo echas en falta’’». La ficción arranca presentándonos a Carmina Somarriba (Adriana Ozores) y Emilio Somarriba (Luis Bermejo), los herederos del Grupo Galgo, que se enfrentan a la crisis del sector, la inminente llegada de la ley del azúcar y la falta de liderazgo de Emilio. Gonzalo Díaz (Óscar Martínez), marido de Carmina, después de muchos años trabajando al lado de Emilio tiene sus propios planes para la empresa. Nada hará prever la revolución que se avecina de la mano de Carmina, y que afectará también a sus hijos Blanca (Patricia López Arnaiz), la descarriada en secreto con una carga que le queda grande; Guzmán (Marcel Borràs), líder en Bruselas, pero que se verá desbordado por su nuevo nombramiento; Jimena (María Pedraza), centrada en sus propios caprichos y sin ganas de crecer, y Julián (Jorge Usón), que representa el patetismo familiar. La serie está perfectamente construida, y desde la escenografía del lujo hasta el papel de los actores merece un reconocimiento como una gran apuesta que triunfará este 2024. Se trata de una producción para disfrutar y ver con calma, en donde resaltan unos diálogos muy medidos para darle al espectador más de lo que puede entender en el momento. Al tomar la dirección, Viscarret y Reguera hablan de «un equilibrio entre el naturalismo realista de cómo imaginamos que está hablando esta familia para solucionar las cosas, y que al mismo tiempo tuviéramos un puntito de distancia para sonreírnos en esos momentos más desesperados o patéticos que tienen ellos». La cámara se acerca para que podamos «entender a cada uno de esos personajes, que estuviéramos con ellos y hubiera un grado de empatía». Pero también estaremos suficientemente cerca para verlos en su aspecto más «torpe o desesperado en sus búsquedas». El espectador tendrá el privilegio de subirse a la montaña rusa que representa la vida de los Somarriba, ya que, como explica Nelly Reguero, «la trama está muy apegada a las emociones de los personajes. Y la emoción de la escena no gira tanto en torno al hecho concreto de lo que está ocurriendo, sino lo que están sintiendo, a cómo eso les afecta a unos y a otros».
Bromeamos con los directores sobre si definir a «Galgos» como la «Succession» española, como harán otros medios, sería acertado a tenor de los detalles personales que las diferencian. «Para mí esa ironía latente que está presente todo el rato es imprescindible. El reírte un poco en ese equilibrio de acompañar a esos personajes, no juzgarles en ningún momento, no caricaturizar, sino tratar de entender por qué hacen las cosas. Eso marcó la forma de aproximarnos con el lenguaje», aclara Reguera. En el caso de la serie española, explica Viscarret, «ellos (la familia) no van a valorar especialmente ese lujo, porque lo dan por sentado; les viene de cuna». Además de que hablamos de «esa empresa familiar ibérica, que es algo muy concreto de este tipo de familias en las que libremente se basaron los guionistas». A diferencia de los Roy, en «Galgos», «es mucho más difícil conciliar lo que es una empresa, con una familia desapegada. Es difícil que tu madre sea tu jefa». Nos sentaremos para ver a los Somarriba lidiar entre ellos, sus traiciones y secretos, en los consejos de administración, y cómo el trabajo siempre preside las cenas familiares de esa «panda de gánsteres» ibéricos.
La crisis de la tercera generación
►Félix Viscarret nos acerca bastante al planteamiento de la serie: «Es algo muy característico. En España ha sucedido en determinada época histórica que la empresa la arranca un abuelo en el desarrollismo de finales de los 60, comienzos de los 70.
Lo continúa la segunda generación, y ahora llega la tercera, que es donde empieza la crisis del modelo industrial
y dentro de la familia, porque ya es una tercera generación que no comparte plenamente los valores del abuelo,
y al mismo tiempo una transformación de la sociedad española en los hábitos de consumo, la legislación...».
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