Bogotá

«A Madrid no voy por decisión propia, pero tampoco han presionado»

El diestro afronta el lunes el primero de sus dos compromisos en la Semana Grande de Bilbao, «una de mis plazas emblemáticas»

Enrique Ponce actuará mañana en el coso de Vista Alegre
Enrique Ponce actuará mañana en el coso de Vista Alegrelarazon

Morante cayó herido grave en el primero de la tarde en Huesca. Y la noticia dio la vuelta al orbe taurino hace ahora una semana. Era un mano a mano con Enrique Ponce. El tres y tres se resolvió con un solitario para el torero de Chiva. Acabó su tarde con triunfo y un par de días después en Gijón firmó una tarde estrella. Entre festejo y festejo, toma respiro en Cetrina, su finca en tierras jiennenses, con la familia, apurando el tiempo libre que deja la temporada.

–¿Fue a torear un mano a mano y de pronto se quedó con seis toros?

–Sí, son cosas que pueden ocurrir. Es amargo porque estás pensando en el percance que acaba de pasar, pero rápidamente te cambia el chip y tienes que asumir que tienes la responsabilidad de seis toros.

–¿Cómo se supera la impresión de ver un percance así?

–Cuando vi la cara de dolor de José Antonio y vi la sangre me di cuenta de que la cornada podía ser seria. Pero en ese momento tienes que tirar para adelante, aunque en la mente tienes lo que ha ocurrido. Preguntaba a la cuadrilla y las noticias eran tranquilizadoras, aunque luego nada tenía que ver con la realidad. Cuando llegué al hotel, me duché y llamé para ir a ver a Morante, resulta que todavía no le habían acabado de operar.

–El toreo tiene la tragedia y el triunfo y usted lo vivió esa tarde.

–Así es. De hecho, lo primero que me dijo Morante es que le disculpara por la papeleta que me había dejado. Estas cosas le dan grandeza e importancia a la Fiesta porque lo que ocurre en una plaza pasa de verdad.

–Y en el momento más inesperado.

–El peligro está ahí siempre. Esto te viene a recordar que cualquier toro te puede herir. La historia del toreo está llena de estos percances e incluso de tragedias.

–Pasada Huesca, triunfo mayúsculo en Gijón. ¿Cómo vivió la tarde?

–Fueron dos toros muy duros, muy difíciles, pero creo que son las tardes que calan en el aficionado.

–¿Cuesta jugarse los muslos 23 años después de tomar la alternativa?

–Encontrarme capaz con toros tan complicados da mucha moral para afrontar tardes como las de Bilbao.

–¿Es importante la moral para un torero?

–Clave. Los triunfos son importante por la moral que te dan para afrontar el resto de tardes.

–En el toreo parece que se empieza siempre de nuevo.

–Se vive muy al día. Y así afronto las temporadas pese a los años que llevo.

–¿Una buena temporada?

–Sí, he escogido más los sitios y es cierto que los tiempos acompañan, porque en realidad todos estamos toreando menos. En ningún momento, ni en ésta ni en temporadas anteriores he tenido un bajón anímico, luego he tenido más o menos suerte. Todo depende mucho del animal.

–¿Con el tiempo cuesta más hacer los esfuerzos?

–Con el tiempo tiene más mérito todo. Ya con todo hecho los esfuerzos valen más.

–¿Y se pasa más o menos miedo?

–El miedo siempre está ahí. El que diga que no pasa miedo es que no está bien de la cabeza. Y ése es el verdadero valor, ser capaz de superarlo sabiendo todo lo que tienes en juego.

–¿Cómo se concilia eso con la familia?

–De la mejor manera. Intento pasar tiempo con mis hijas en casa, pero una vez que te vistes de torero y sales a la plaza hay que estar mentalizado para afrontar la tarde con todas las consecuencias. No puedes salir a torear pensando en tus hijas, tienes que abstraerte de todo. Cuando vas a la plaza... Tengas hijos o no, mujer o no, madre o no... Eres tú y el toro. Es difícil y duro, pero es otra de las durezas que entraña la profesión.

–¿Es supersticioso?

–No, aunque de repente me puede dar alguna manía puntual. Hay tanto en juego y depende tanto de la suerte... Si cuando nos deseamos suerte antes de empezar, ¡por algo es! La suerte está en todo.

–¿Qué le pide al toro?

–Que diga algo y que me pueda expresar. Hay que tener suerte hasta para el toro malo, que se note que lo es.

–¿Creyente?

–De siempre y mucho. Me he criado en una familia católica y lo tengo muy presente. Pido a Dios antes de torear que todo salga bien.

–¿Lleva capilla?

–Sí, muy grande. La monto siempre yo y con el paso del tiempo ha ido creciendo tanto que me tiro una hora para montarla.

–Eso ya no es una capilla al uso.

–Franklin (mozo de espadas) como ya lo sabe lo organiza para que me suban a la habitación unos tablones de madera. Beso una a una las estampas y las voy colocando. Si no lo monto, por lo que sea, no sufro, para mí es una ofrenda que hago, nada más.

–¿Se le hace raro no torear en San Sebastián este año?

–Mucho. Y en Barcelona y en Quito y en Bogotá. Es terrible lo que está ocurriendo. Se habla de libertad y de democracia pero luego no se cumple. Hay casos que parece una dictadura, no hay toros porque yo no quiero, como es el caso de Bildu en San Sebastián. ¿Y qué ocurre con la gente que sí quiere ir a los toros?

–Enrique, ¿se ve sin torear?

–Ahora mismo no. Tengo por delante unas ferias muy importantes y no me veo.

–¿Y más adelante?

–Me veo toreando menos y seleccionando, pero hay plazas en las que en realidad me siento presionado para ir y tengo que asumir esa responsabilidad. Es bonito y halagador que las empresas me fuercen a ir a ferias que quizá yo las tendría descartadas.

–¿Y qué pasa con Madrid?

–A Madrid llevo unos años sin ir por decisión propia, pero tampoco han presionado para que vaya.

–¿Cómo afronta Bilbao?

–Es una plaza que ha marcado el rumbo de mi trayectoria y es una de mis plazas emblemáticas.

–¿Impone esa arena negra?

–Es una plaza donde te encuentras el toro serio y sabes que es una de las ferias más importantes de España, pero respetan mucho el toreo y tiene mucho equilibrio. Bilbao es un ejemplo y para el torero, una motivación.