Ferias taurinas
Castella se crece
El torero francés corta cinco orejas en su encerrona a beneficio de Asedown
- El Puerto de Santa María. Encerrona en solitario a beneficio de Asociación Síndrome de Down de Sevilla y provincia. Se lidiaron toros de Jandilla (1º), Fuente Ymbro (2º y 5º), Núñez del Cuvillo (3º y 6º), y Vegahermosa (4º), desiguales de presentación. El 1º, incierto; el 2º, de más a menos; el 3º, noble y alegre; el 4º, con peligro; el 5º, fijo y con clase; y el 6º, bravo y encastado. Más de media entrada.
- Sebastián Castella, de azul y azabache, pinchazo y estocada casi entera tendida (ovación); estocada y descabello (ovación); media estocada y dos descabellos (oreja); media estocada (palmas); gran estocada (dos orejas); y estocada (dos orejas).
Sebastián Castella se encerraba con seis toros y la recaudación del suceso iría orientada a que niños con Síndrome de Down tuvieran una vida mejor. ¿Es acaso ético criticar la actuación de un hombre que se juega la vida con tan loable fin? ¿Es de recibo, por el contrario, enmascarar una mala tarde bajo una crónica difusa? Se hace todos los días, y en diferentes ámbitos del periodismo, por compañeros que confunden (o pretenden hacerlo) esta profesión con la de relaciones públicas. Y se hace sin necesidad de que ninguna ONG ande de por medio.
Estas cavilaciones nos rondaban por la cabeza a la salida del quinto toro, precioso y serio, jabonero de pelo y con un galope que anunciaba entrega. Y con el hierro de Fuente Ymbro. Hasta ahí, la tarde se había puesto mal para Castella. Podríamos echarle la culpa –aunque no totalmente– a los dos primeros toros. Es verdad que el primero tuvo dificultades por el pitón derecho, lo cual hizo peligrar la integridad del torero más de una vez; pero por el otro lado embistió con mejor aire cuando Sebastián se colocó bien para torear por naturales, cosa que hizo correctamente pero sin alma. Y es verdad que el segundo punteó la muleta y que terminó parándose, y que incluso el diestro comenzó con unos acertados doblones de castigo, pero después se dejó tropezar mucho la muleta, cuestión que no ayudó al buen fin de la obra.
Más difícil justificación tuvo lo del tercero, un castaño de Núñez del Cuvillo frío de salida pero noble y alegre desde el tercio de banderillas. Dos buenas tandas por el lado derecho, con quietud y ligazón, no ocultaron la espesura general del matador francés, que sufrió un desarme inoportuno cuando la faena parecía ir hacia arriba. Un valeroso arrimón final, poco lucido, terminó por inclinar la balanza para mal, y por eso cortó sólo una oreja cuando el toro era de dos. Para colmo, el de Vegahermosa lidiado en cuarto turno no tuvo un pase, y coincidiendo con el atardecer portuense las sombras se multiplicaron.
Pero la salida de ese quinto toro de Ricardo Gallardo fue como una luz de esperanza. Sebastián lo toreó variado y fácil con el capote, muy suelto; y despacioso y limpio de muleta, más ligado en redondo y de uno en uno, pero con buen tono, por naturales. La faena fue notable por momentos, de muñecas más relajadas, de toques más suaves, y estuvo rubricada por una estocada inapelable. Las dos orejas devolvieron la sonrisa a Castella, que recogió el premio tras escuchar una atronadora ovación. Al toro en el arrastre, digo.
Ya lanzado brindó al público el sexto de la gesta, lo cambió vibrante hasta dos veces por la espalda, y luego volvió a mostrar ese toreo valiente y sin misterio que le ha granjeado triunfos y cornadas, renombre y respeto, por todo el orbe taurino. El toro tuvo casta y nervio, y Sebastián le plantó cara con la honradez que le caracteriza en una faena intensa y bravía. Y cortó dos orejas de ley. Salió, con absoluto merecimiento, a hombros por la Puerta Grande. Enhorabuena.
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