Valencia

Cuando no todo es cuestión de suerte

Tomás Campos se llevó la única oreja ante complicados "Santacolomas"

Cuando no todo es cuestión de suerte
Cuando no todo es cuestión de suertelarazon

Algemesí (Valencia). Sexta de feria. Novillos de Ana Romero, bien presentados y de juego desigual. El 1º, muy manejable; más complicados, dfíciles y con peligro el resto. Tres cuartos de entrada.

Tomás Campos, de verde botella y oro, tres pinchazos, estocada entera, aviso (silencio); estocada baja (oreja). Álvaro Sanlúcar, de rosa y oro, media, aviso, cuatro descabellos (silencio); tres pinchazos, estocada, aviso (ovación).

Entre las cuadrillas, destacaron Alejandro Escobar y José Manuel Montolíu.

No fue fácil la novillada de Ana Romero lidiada ayer en Algemesí. Los «Santacoloma», muy bien presentados, fuertes y con cara, sacaron casta y complicaron bastante la vida a sus matadores. Sólo el lidiado en primer lugar fue mucho más manejable. Tuvo una salida un tanto anodina, desangelada, sin decir nada ni permitir lucir a Tomás Campos -que cortó la única oreja del festejo- en los lances de recibo. Pero a la muleta entró, aun sin mucha convicción y con la cara alta, sin hacerse de rogar y carente totalmente de malas intenciones. Fue repetidor y dejó estar al novillero, que le llevó largo y templado. Se lució primero en varias tandas al natural, con empaque y poder, y luego por el pitón derecho, por el que acabó de macizar una larga faena porfiona y convencida que de no haber estropeado con el estoque le habría valido una oreja y al final, la Puerta Grande.

Porque sí que tuvo premio con su segundo. Un novillo que tardó mucho en hacerse presente en la arena y que cuando lo hizo apretó con fuerza y ganas en el caballo, dejándose pegar en ese tercio de varas. Acusó luego el castigo y cambió en el último tercio, parándose y sin humillar nunca, embistiendo con desconfianza. Campos aguantó mucho, valor ante las dudas y parones del novillo y, muy puesto, muy fácil, haciendo lo que había que hacer, lidiar, para acabar con su oponete con eficacia y limpieza y aunque ahora la espada cayó abajo, a sus manos fue una oreja, que se ganó con su esfuerzo, porque no todo es cuestión de suerte.

Y si hay que atribuir al azar el que le saliese en primer lugar a Álvaro Sanlúcar un novillo con muchísimo peligro, sin entrega alguna y siempre a la espera, pendiente del torero y sabiendo lo que dejaba atrás. Nadie quería ni verlo.

No se puede achacar a la fortuna y sí a la disposición y ánimo del novillero el que estuviese muy por encima del serio y astifino cuarto, al que se dejó sin picar y que echó la cara a las nubes en banderillas. Llevándolo muy tapado, dejando la muleta en la cara y con no poca firmeza, logró ir sacándole muletazos de buen trazo y no poco mérito hasta convencer al animal para que siguiese el engaño con más docilidad en el tramo final de un trasteo en el que acabó relajado y gustándose. Fue una lástima que no matase antes ya que también hubiese tocado pelo.