Pamplona

Debut a lo grande para triunfo chico

David Mora remata con un pase de pecho durante una de sus dos faenas a su lote de Valdefresno
David Mora remata con un pase de pecho durante una de sus dos faenas a su lote de Valdefresnolarazon

Pamplona. Quinta de la Feria de San Fermín. Se lidiaron toros de Valdefresno y Fraile Mazas (3º), muy serios, con muchos pitones y variadas hechuras. Complicado, el derrotón 1º; deslucido y de media arrancada, el 2º; con calidad pero rajado, el 3º; deslucido y a menos, el 4º; descastados y deslucidos, 5º y 6º. Lleno en los tendidos.

Alberto Aguilar, de verde y oro, dos pinchazos, media estocada, descabello (silencio); seis pinchazos, aviso, estocada baja (silencio).

David Mora, de fucsia y oro, estocada (silencio); estocada (oreja).

Rubén Pinar, de grana y oro, estocada corta en buen sitio (silencio); pinchazo, estocada (silencio).

«Pelotito» tenía un metro de pitón a pitón. No exagero. Un metro. O más. Podría encunar a su matador, Alberto Aguilar multiplicado por dos y todavía le sobraba espacio. Un susto verle de frente por mucho que enseñara las palas. Ese toro de Valdefresno, ganadería que sustituía a Cebada Gago después de haber lidiado en Pamplona durante 27 años y no haber superado esta vez el reconocimiento y que hacía su debut, asustaba por delante y más todavía cuando le dio por derrotar en la muleta de Aguilar. Se quedó corto en las primeras arrancadas y, de aquellos avisos, pasó a una colada que pudo pasar a la desgracia. Aguilar, uno de los triunfadores de la temporada de Madrid por coraje y amor propio, toreó con la verdad, la pureza, la lealtad en el concepto e hizo todo como si el toro fuera bueno, como si le estuvieran haciendo caso. No tenía eco el esfuerzo, pero a veces es más importante mantenerse fiel a uno mismo. No todo está en venta. No todo es fachada, como la corrida de ayer. Corridón de pitones interminables pero pocas arrancadas bravas para quedarnos en la memoria, ni tan siquiera en la reciente. La espada desdibujó el esfuerzo de Aguilar, todavía le quedaba otro toro en los corrales y sobre todo mucha temporada por delante.

El acero se le atravesó en el cuarto y se lió a pinchar una y otra vez. Se nos agolpaba la tarde en el tedio, el calor sofocante, más en la última fila de grada al cobijo del techo en modo horno en tardes como las de ayer. Un horror. El toro duró nada y menos. La tomaba por abajo pero tardó un suspiro en remolonear, acortar distancias, vaguear en el viaje. Tostoncillo.

Los banderilleros de David Mora se ganaron el sueldo, incluso dos. Tarde difícil para las cuadrillas. El segundo de la tarde había cogido carrerilla en el encierro y cortaba una barbaridad en el tercio de banderillas. Parecía difícil escaparse del entuerto. David Mora salió del paso con mucha dignidad. El toro, que estaba rajado por los terrenos de toriles antes de empezar la faena, no se lo puso fácil con esa media arrancada sin clase y midiendo. Abrevió Mora y le metió la espada con habilidad y eficacia. No se puede pedir más.

Abría el quinto con amplitud la cornamenta, más acapachado pero difícil ver metida tanta distancia entre pitón y pitón en una muleta. Iba y venía el toro al paso, midiendo sin acabar de entregarse nunca. Mora no se anduvo con remilgos y montó la faena de principio a fin sin acogerse a defectos. Por encima de lo que tenía. Así, en esta línea, se perfiló para entrar a matar, se tiró derecho, mucho mérito con lo que tenía delante y paseó un trofeo que maquillaba una tarde de pocas emociones. No las podía haber. A los toros se les había quedado el poder en la fachada, el temor en la espectacularidad de sus pitones pero ahí se acababa la historia.

Rubén Pinar nos descubrió cierta suavidad del toro, el tercero, a pesar de que la lidia tendió al caos. Con la mano izquierda comenzó el trasteo y la tomó el valdefresno con temple y por abajo. Respondía a las mismas armas que usó el matador. Voló también, qué sorpresa, por el pitón diestro y, cuando le cosió una tanda Rubén Pinar a derechas, se sintió el toro sometido, se rompió el embrujo y se rajó el toro. Se acabó. Tuvo mérito cómo Pinar le metió una estocada corta en buen sitio para rematar una digna actuación. Imposible se lo puso el sexto. Descastado. Mucho toro. Mucho pitón. Poca bravura para crear. La tarde se quedó ayer en el encierro. Por mucho empeño que pusieran los matadores. A correr se había dicho. A las ocho en punto de la mañana. Migajas quedaron después.