Feria de Bilbao

Iván Fandiño, a hombros en su reaparición, junto a El Cid y Castella

La terna abre la Puerta Grande en la última de la Feria de San Juan de Soria

Castella, El Cid y Fandiño, en triunfal regreso, salieron ayer a hombros
Castella, El Cid y Fandiño, en triunfal regreso, salieron ayer a hombroslarazon

Soria. Última de la Feria de San Juan. Se lidiaron toros de Zalduendo, desiguales de presentación pero de buen juego. Destacaron el 4º y el 5º por su nobleza. Tres cuartos de entrada.

El Cid, de rosa y oro, pinchazo, estocada entera, descabello (leves pitos); estocada entera algo desprendida (dos orejas).

Sebastián Castella, de lila y oro, más de media estocada, descabello (oreja); metisaca, entera (oreja).

Iván Fandiño, de lila y oro, media estocada (oreja); estocada entera, dos descabellos, aviso (oreja).

La Feria de San Juan de Soria terminó ayer de la mejor forma posible, es decir, con los tres toreros a hombros por la Puerta Grande. A ello ayudó en gran medida el buen juego del encierro de Zalduendo. Había interés en Soria por ver a Fandiño, que ayer reapareció en los ruedos. Al tercero de la tarde, lo recogió con unas verónicas para sacarlo hasta la segunda raya. En el último tercio, se gustó con muletazos a pies juntos a los que siguieron un par de ayudados por abajo para iniciar su faena a un animal que, pese a tener movilidad y prontitud, punteaba y echaba la cara arriba. Por el izquierdo, el toro presentó menos recorrido y, tras una muy buena faena, concluyó el torero con un par de molinetes y un pase de pecho rodilla en tierra.

El que cerró plaza no apuntaba buenas condiciones a priori: salió suelto del caballo y protestó los primeros muletazos. Sin embargo, Fandiño anduvo muy por encima del toro. Se embraguetó y consiguió arrancarle muy buenas series, en especial por el pitón derecho, para terminar su actuación con unas arriesgadísimas manoletinas en las que el toro le había descubierto y trataba de cazar el bulto. El premio, de no haber fallado con el descabello, hubiera sido mayor.

El Cid paseó las dos orejas del cuarto de la tarde, uno de los toros mejor presentados del encierro, al que saludó de forma variada con la capa: hubo verónicas, chicuelinas y medias de remate. Con la muleta, empezó con tres estatuarios, un ayudado por abajo y un pase del desprecio. Siguió con otro de pecho, un farol y otro de pecho de remate, todo ello en la misma boca de riego. La faena tuvo profundidad, gusto y temple, principalmente, con la diestra. Además, hubo en su faena airosos desplantes rodilla en tierra, circulares invertidos, molinetes y otros adornos en las cercanías para culminar su labor con un desplante en el que arrojó la muleta y el ayudado sobre el albero soriano.

Antes, el hispalense poco pudo hacer con el que abrió plaza, al que recogió con suavidad y condujo siempre con mucho mimo. Hubo muletazos templados, pero el trasteo no tuvo emoción ninguna, ya que el ejemplar no tuvo fuerza ninguna. Incluso fue muy protestado al rodar por la arena en más de una ocasión. Ante el disgusto del respetable, El Cid intentó justificarse pero desistió tras cuatro series y se fue a por la espada.

Sebastián Castella se las vio con un noble segundo, que metió muy bien la cara. En el saludo capotero remató con una media verónica por el pitón derecho y se lució en un ajustado quite por chicuelinas. A pies juntos cimentó los primeros muletazos de tanteo y logró las mejores series con la diestra, ya que por el pitón izquierdo, el animal presentaba menos recorrido. Terminó su faena con una serie de manoletinas cuando el animal parecía querer rajarse.

Muy variado anduvo el francés ante el quinto de la tarde al que, en esta ocasión, toreó más despegado de lo que habitualmente suele hacer. El toro fue tan dulzón que no presentó dificultad alguna, al contrario, su noble embestida fue incansable y propició otro trofeo.