Feria de Málaga

La duodécima tendrá que esperar

Diego Ventura corta una oreja y da una clamorosa vuelta al ruedo tras pinchar la Puerta Grande en una gran tarde

Diego Ventura clava una banderilla a lomos de «Nazarí»
Diego Ventura clava una banderilla a lomos de «Nazarí»larazon

Las Ventas (Madrid). Última de la Feria Arte y Cultura. Se lidiaron toros, reglamentariamente despuntados para rejones, de María Guiomar Cortés de Moura, correctos de presentación y con romana. Nobles y con bondad en conjunto, con mayor codicia 2º y 3º. Pese a su mansedumbre, manejables 5º y 6º. Tres cuartos largos de entrada.

Fermín Bohórquez, rejón trasero y caído, pie a tierra, aviso, cuatro descabellos, segundo aviso (silencio); pinchazo, rejón muy bajo y trasero (silencio).

Diego Ventura, rejón perpendicular en dos tiempos (oreja); tres pinchazos, rejón atravesado, descabello (vuelta al ruedo).

Joao Moura, pinchazo, rejón muy bajo y trasero, pie a tierra, descabello (saludos); rejón en los cuartos traseros, tres pinchazos, rejón trasero (silencio).

No hubo pleno. Pero por poco. Sólo el fallo con el rejón de muerte en el quinto privó a Diego Ventura, que formó un lío en su lote, de saldar con otra Puerta Grande su segundo compromiso primaveral en Madrid. Oreja y vuelta al ruedo, justísimos premios a una labor completa y variada del centauro de La Puebla del Río para echar el cierre a un mes entero de toros, con «Nazarí» como principal protagonista. Sin embargo, la duodécima –Puerta Grande– tendrá que esperar.

El hispano-luso, que pasó más dificultades de la cuenta para tronchar el segundo rejón de castigo sobre «Buena-Vibra», conquistó pronto al tendido gracias al temple de «Nazarí». Soberbio el castaño oscuro. A milímetros de las astas condujo de costado la embestida del burel que siguió con codicia el camino marcado por el equino. Muy torero el caballo que siempre le ofreció el pecho al toro. Luego, «Pegaso» allanó más el camino clavando al quiebro y, sobre todo, haciendo ajustadísimas piruetas en la misma cara del toro. Algunas de contener la respiración. «Remate» hizo honor a su nombre con un buen par a dos manos y una rosa al violín. La faena, posiblemente la más compacta de cuantas se han visto esta primavera en Madrid, estaba hecha. Ventura dispuso el rejón de muerte y tuvo que porfiar para clavarlo en dos tiempos y algo perpendicular. Un lastre que complicó decisivamente la segunda oreja, pese al efecto fulminante. Petición mayoritaria y oreja de ley.

Ninguna pudo arrancar del quinto, noble mansurrón, que se dejó hacer y colaboró al espectáculo total de Ventura. Con el quicio de la Puerta Grande entreabierta, el de La Puebla puso toda la carne en el asador en una lidia que comenzó con «Diablo». Sin embargo, los mejores pasajes volvieron a tener a «Nazarí» como protagonista. Exprimió al máximo al caballo para templar, resistiendo derrotes y más derrotes del toro, que mantuvo a cortísimas distancias. Tras prender más garapullos a la grupa sobre «Milagro», sacó a «Morante» para meterse al público en el tendido con los ya habituales mordiscos en el lomo y la testuz del toro. Un carrusel de cortas en un palmo de terreno con «Remate» dejaba la duodécima salida a hombros a un peldaño. Pero, tras varias pasadas en falso para asegurar, el rejón se atragantó. Uno. Dos. Hasta tres pinchazos. Y un rejón algo atravesado que no hizo claudicar al hondo y cuajado astado de sangre lusa hasta requerir del descabello. Pese a todo, hubo fuerte petición que el presidente acertó al no atender y correspondió el jinete con una clamorosa vuelta al ruedo.

Joao Moura hijo dejó buenos pasajes en el tercero a lomos de «Perera». Muy buenos los cambios de pista por los adentros y ajustados los rehiletes al quiebro. «Cordobés» mantuvo el tono de la faena clavando con vistosidad una labor que había comenzado «Xequemate», tordo que logró encelar a un animal frío de salida y a su aire, pero que desarrolló después nobleza y buen galope. A lomos de «Treintaytres», que se llevó un pitonazo en los cuartos traseros, pinchó una labor de oreja. Sólido, pese al fallo a espadas.

También marró en la suerte suprema con el sexto, de casi 700 kilos. Otro animal con bondad que le permitió el lucimiento en los quiebros, ceñidos y bien marcados, con «Perera». «Espartaco» fue el otro pilar de un quehacer animoso, aunque a menos, que se difuminó definitivamente en el rejón de castigo. Fermín Bohórquez rompió plaza a lomos de «Gallo» para recibir a un animal que salió con bríos de chiqueros, pero luego no se enceló demasiado pese a los dos rejones de castigo. Más fijeza tuvo en banderillas, tercio en el que clavó desigual sobre «Brasil». Con el toro ya más aplomado, marró el primer intento a dos manos con «Melero», suerte que sí logró ejecutar en la segunda pasada. Sacó a «Sinfonia» para, tras dejar una corta, dejar un rejón trasero y caído, que le obligó a echar pie a tierra para emplear el verduguillo en cuatro ocasiones.

Otro borrón echó en el cuarto por culpa de los aceros. Un lunar que emponzoñó su sobria y fácil monta, repleta de su habitual repertorio de toreo clásico a caballo. Lo paró con clase sobre «Rubia» y citó en largo para clavar con «Bohemio», precioso castaño oscuro, pura elegancia en la cara del toro. Luego, el rejón se fue muy trasero y abajo por lo que se esfumó cualquier atisbo de premio.