Toros
La gloria de no rendirse y entregarse hasta el final
La del 8 de febrero de 2015 fue quizás la corrida más importante de Víctor Barrio. Aquel día, en Valdemorillo (Madrid), con toros de Cebada Gago, se jugaba el ser o no ser en la lidia tras tres años con intervenciones contadas. Su prometedora carrera como novillero se había truncado tres años antes cuando tomó la alternativa en Las Ventas con «El Fundi» como padrino y Juan del Álamo como testigo; una tarde «sin pena ni gloria», como el mismo reconoció, y que acabó en la enfermería para ser operado por una cornada. Pero no se rindió, no escuchó las voces de aquellos que le instaban a dejarlo; con trabajo, tenacidad, constancia y mucha paciencia el triunfo le llegó aquella tarde de Valdemorillo tras «darse un tiempo»: dos faenas y tres orejas que le devolvieron al albero mediático. Fue su pasaporte de vuelta; también a Las Ventas. Mientras daba la vuelta al ruedo,a hombros, lloraba desconsolado. Lo hacía por el suegro de su apoderado, fallecido pocos días antes. Recordaba cómo le había apoyado en los momentos más difíciles, su presencia en todas las faenas, a pesar de que en los últimos tiempos había perdido la vista. Hoy, un año y cuatro meses después, las lágrimas caen por este joven y noble matador segoviano de Granjera, un hombre que ha dado su vida al toro y engrandecido a este arte. Así lo hacen los que no abandonan y se entregan hasta el final.
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